No y sí al aborto voluntario
Este
título por sí solo parece contradictorio, pero un buen texto
explicativo podría convertirlo en racional. Y esto pretendo con este
post. Recurriendo a mi ética, fuente de mi normativa moral, que no
es sólo teórica, y a veces he tenido que vivir la ética en primera
persona para tomar posición moral, pública o privada. Hay algunos
conocimientos éticos empíricos que me ha tocado vivir o
experimentar, como en esta cuestión del aborto. Cuando tiro de
memoria quizás el primer encuentro práctico con el aborto
voluntario fue con una novia noruega que tuve cuando tenía 21 años
(y ella 19). Al principio fueron unos meses maravillosos. Recuerdo
que solíamos salir con otra pareja, él español como yo y ella
galesa (británica). Salíamos mucho en moto, cada pareja en una, y
hacíamos rutas por la provincia de Málaga. También frecuentábamos
pubs ingleses de la Costa del Sol. Y en uno de ellos pasó por
primera vez... al menos para mí, o que yo me diera cuenta, porque en
realidad pasó un par de veces antes sin ser yo consciente del hecho.
Cuando por primera vez fui consciente fue un día que lo estábamos
pasando muy bien en un pub inglés y de repente ella se levantó muy
seria, me cogió de la mano y me pidió que nos fuéramos. Así, sin
más.
Nos
fuimos, pero por supuesto aquello me cortó el rollo y quise indagar,
saber el porqué. Sin embargo ella era tajante, quería pasar página,
yo no, y tuvimos nuestra primera discusión seria. Después, en la
parte silenciosa del enfado quise atar cabos, pero no me salía nada
coherente. Recordaba que estábamos los cuatro en la parte interior
del pub, donde los sillones y mesas, y no había más clientes.
Bueno, en la barra estaba la dueña, dos o tres personas más... ah,
y una mujer que entró con un niño chico en un cochecito. Y habíamos
comprado unas bolsitas de patatas de varios sabores nuevos y las
probábamos dando opinión. Pero aquellas piezas sueltas no me
permitían construir un móvil que explicara aquel enfado espontáneo
de la entonces mi novia. Mi enfado era serio, mi impotencia conmigo
mismo también, y estaba todo muy latente a mi alrededor. Quizás por
ello se acercó la amiga galesa y me hizo comprender aquella
importante realidad que había vivido. Me dijo la verdad, mi novia,
cuando tuvo 15 años, abortó voluntariamente, y a veces cuando veía
bebés o niños pequeños recordaba y vivía aquel momento, parece
ser bastante traumático, entonces se tenía que ir porque le impedía
distraerse con otra cosa o incluso, quizás lo peor, de seguir
pasándolo bien.
A mi
ex novia noruega no le sentó nada bien que yo conociera su secreto,
no que me lo dijera la amiga galesa, sino que no estaba preparada
para que su pareja conociera aquella “debilidad” suya aún por
superar... O eso creo yo, el caso es que quizás también allí
comenzó a trenzarse una ruptura definitiva que a los pocos meses
aconteció. Cuando pienso en aquella gran mujer a la que tanto quise
(supongo que todavía será una gran mujer o mejor) y escucho
comentarios tan frívolos sobre mujeres jóvenes que abortaron,
abortan o abortarán en el futuro, me entristezco. Me refiero a esos
comentarios malvados que dibujan a las mujeres jóvenes a favor del
aborto libre como a personas que de repente piensan, “no me
importa quedarme embarazada y matar a un niño”. Por ello he
aquí mi primer conocimiento ético, el aborto es una cuestión
muy seria para la mujer que decide abortar, es un problema serio.
Pero también es muy cierto que podría tratarse de un problema menor
cuando tener ese hijo representa un problema mucho mayor. En
cualquier caso se necesita mucho valor para tomar la decisión de
abortar, incluso sería recomendable calibrar el efecto psicológico
y ofrecer ayuda al respecto para después de abortar. Muchas dudas me
quedaron de mi novia noruega (que no quería hablar del tema) sobre
cuando ella abortó (¿quizás creía que yo estaba en contra del
aborto porque mis padres eran cristianos?. Y los padres de ella
¿querían que ella abortara o qué le aconsejaron?, ¿ella quería
tenerlo y por las circunstancias y fuertes presiones del entorno
“obligaron” a casi una mujer de 15 años a abortar? Muchas dudas
quedaron y quedan.
Así
mi ética personal topó con las secuelas de un aborto presuntamente
voluntario y me hizo tocar el grave problema. ¿Parece un alegato en
contra del aborto voluntario?, podría parecer, pero no lo es, porque
la solución no es prohibir el aborto voluntario, sino asegurarse que
la decisión es psicológicamente responsable, y si no lo fuera o con
serias dudas, ofrecer ayuda para tomar la decisión y para después
de tomarla. La valoración psicológica, cuanto más joven es la
mujer que toma la decisión de abortar, más presente debería de
estar. A mí no me preocupó juzgar el aborto voluntario, pensaba
y pienso que cada mujer, u hombre, puede hacer con su cuerpo lo que
quiera sin que perjudique a terceros, porque son decisiones
individuales, particulares o privadas, es responsabilidad única, e
intransferible, de la persona que toma la decisión. Mi voto, que
por cierto no me ha pedido el Legislativo y eso está muy feo
legalmente, es a favor de la legalización del aborto voluntario.
Pero mi vida continuó, y si viví, desde fuera, parte de las
secuelas de un aborto voluntario, la vida me reservaba las secuelas,
desde dentro, de un aborto involuntario.
Años
después me casé con una española isleña (de Ibiza). Y al tercer
año de matrimonio perdimos un hijo cuando llevaba cinco meses y
medio de embarazo. Fue un palo psicológico que no voy a entrar a
detallar pero fácil de imaginar si digo que ya teníamos zapatitos y
ropita de niño, y más siendo ella primeriza. Por mi parte viví
aquellos cinco meses y medio junto a la criatura, le ponía música,
ponía la oreja sobre la barriga de la madre... Cada treinta y uno de
agosto enciendo una vela en su memoria. Por esta ética forjada a
golpes psicológicos, también he de decir empíricamente, que como
normativa moral privada, yo nunca abortaría si fuera mujer.
Tendría que ser el mal de una fuerza muy mayor para que yo, siendo
mujer, abortara. Porque sólo creo en la genética lo suficiente, ni
un ápice más, y otorgo al valor psicológico y sentimental de la
paternidad o maternidad el peso principal de las mismas. Y deshacerme
de un hijo no necesariamente debe conllevar el aborto, también
podría deshacerme de él nueve meses después y dejarlo en algún
lugar que lo criaran bien. Pero es algo privado que me apetece hacer
público en este modesto blog, nada más. Públicamente estoy a favor
de legalizar el aborto voluntario. Y el aborto voluntario no lo
considero algo bueno o de lo que enorgullecerse, siempre es un mal
menor. Atendamos el problema con la cercanía humana o psicológica
que merece y restemos protagonismo al Legislativo, porque son o deben
ser decisiones personales.
El
Legislativo, en este caso de Rajoy, el “príncipe” representante
con más poder en España, quiere imponer (anteponer al voto de
todos) su dictado e ilegalizar el aborto voluntario. Yo me levanto y
digo estar en contra. Es más, podría incluso argumentar a favor de
que el aborto voluntario entra dentro de los derechos individuales
que ni siquiera las mayorías de turno podrían anular. Hasta ese
punto creo que cada persona adulta puede hacer con su cuerpo y su
vida lo que quiera bajo su única responsabilidad (sin que haya daño
a terceros). ¿Quitarle la vida al feto es un daño a tercero?. No
tengo la verdad absoluta y a la presente pienso que quitarle la vida
a una mano (en el hipotético supuesto que alguien quisiera cortarse
una mano) no es quitarle la vida a una personalidad. Bien es cierto
que el destino de un feto, por cauces naturales y sin incidentes, es
convertirse en una personalidad, en un tercero. Pero mientras es feto
forma parte de una persona, la mujer embarazada, sólo hay una
persona, Miro a una mujer recién embarazada y no veo a dos personas,
es más, si no me dice que esta embarazada ni siquiera vería el
embarazo. Una mujer embarazada es una persona y, en última
instancia, cuando cortan su cordón umbilical nace otra persona. Yo
quise dibujar a una persona tres meses antes que naciera y enciendo
una vela todos los años a una persona imaginaria, una personalidad
que no pudo ser, que no es y que no será, pero al mismo tiempo una
personalización que he hecho de un embrión con cinco meses y medio,
una personita que ni siquiera un hijo real podría borrar.
Esto creo, dispuesto a creer mejor, por iniciativa propia o porque
alguien se preste a ello. Y ahora, creyendo haber explicado mi
postura privada y mi voto público con algo de raciocinio, puedo
decir más tranquilo que ante el aborto voluntario; privadamente
no, públicamente sí. Quiero libertad para que todos puedan
decidir y para mí decidiré que no.
Gracias.
.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,
Anexo:
Viñeta escrita al respecto:
Una
hija de 17 años le dice a su madre mientras hablan sobre el sexo:
-
Mamá tengo miedo a quedarme embarazada al hacerlo con mi novio
porque esta nueva ley me impediría abortar si tomara esa decisión.
-
No te preocupes hija, la justicia no es igual para todos, esa es
una ley sólo para pobres. Nosotros tenemos dinero para
pagarte un aborto en el extranjero y tú elegirías el país y la
clínica. Queda tranquila.
-
Ya... Pero mañana se cumple justo un año cuando el rey dijo que la
justicia era igual para todos.
-
Ay, hija, todavía te queda mucho por aprender, por ello me pregunto
si tendrías la fuerza psicológica suficiente para afrontar un
aborto voluntario.
-
Sí, me da miedo sólo pensarlo.
Fin