Historia de la Ciudadanía Democrática XVII
Pinel (psiquiatra de París) liberando de cadenas a una paciente. Cuadro de Robert Fleury (1795). |
Desde
que España y Portugal descubrieran vía marítima los lejanos
mundos a Europa, y con ellos a los océanos y mares del mundo,
las potencias europeas se dedicaron a guerrear por estas nuevas rutas
comerciales, marítimas y mundiales. En este contexto apareció la
Guerra de Independencia de EEUU, renaciendo así la Democracia en la
Historia Humana, esta vez basada en el modelo representativo.
Democracia, donde el plural que somos, vía voto individual, puede
mostrar claramente un pensamiento común que identifique mejor las
civilizaciones que formamos y vamos formando. La Democracia, entidad
viva en movimiento y evolución, tiene un lugar de honor en la
Historia Humana. En esta ocasión y antes de este renacimiento
democrático donde surgieron las aquí llamadas revoluciones
democráticas fundamentales (Inglesa,
1642. Estadounidense,
1776. Francesa,
1789 y Española,
1812) que unieron a la época moderna con la contemporánea, destacar
el Descubrimiento de América (inicio de la época moderna en
Occidente) que supuso ubicación para todos los humanos y disposición
de ser conocidos y situados en un mismo planeta.
Todos
los pueblos humanos quedaron interconectados en un nuevo
mapamundi que ya cubriría al planeta entero. Estos pueblos humanos,
o los más destacados, eran guerreros. Por ello al mismo
tiempo de este conocimiento planetario y empírico, empezaron las
guerras de conquistas planetarias de las monarquías absolutas
europeas contra el resto del mundo y contra entre ellas mismas,
arrastrando al resto del mundo en estas guerras que se extendieron
por todo el planeta. Las rutas marítimas quedaron esenciales para
colonizar y mantener las explotaciones coloniales. Aledañas a ellas,
las rutas militares y la de nuevos descubrimientos. Todo ello
demandando grandes inversiones donde la economía se vio abocada a un
nuevo capitalismo que iría arrinconando al modelo feudal y
extendiendo sus redes por todo el planeta. Mucho del dinero de esta
expansión económica europea fue empleado en estas guerras, en
ejércitos y naves de combate. Tanto fue el recurso económico
utilizado para lo bélico que muchos pueblos europeos fueron abocados
a la miseria extrema. Uno de aquellos pueblos fue el francés, donde
tanto habían calado las nuevas ideas políticas de la Ilustración
y, en lo práctico, más motivación liberal por el reciente triunfo
de la Democracia en la Independencia de EEUU.
Así
en 1789, después de la lejana Revolución
Inglesa y con la nación estadounidense
recién nacida, apareció la Revolución Francesa. Post
que ahora tratamos, dejando ya sólo para el próximo a la Revolución
Española. Abarcando con ello este periodo desde 1776 a 1812,
treinta y seis años para el renacimiento histórico de
la Democracia, o el nacimiento histórico de
la Democracia Representa-tiva, en tres idiomas y culturas, y
actualmente en vigor en Gran Bretaña, EEUU, Francia y
España. Este nacimiento democrático iba a trascender más
allá de lo conocido como Historia Occidental y
también abarcaría, abarca ya, a la Historia Asiática, a la
Africana y la Oceánica, en todos los continentes hay países
democráticos. Ofreciendo variados modelos como
monárquica parlamentaria o constitucional, república,
presidencialista y otras formas de gobierno donde la democracia es ejercida. Pero sin una pieza de este cuarteto
revolucionario, (donde en tres de ellas aparecieron las tres primeras
constituciones soberanas y democráticas del mundo), sin la pieza
llamada “Revolución Francesa” careceríamos del cuerpo
teórico y universal que hoy sustentan a los
ciudadanos democráticos del mundo. Así de importante es el
tema que tratamos.
Este
extraordinario acontecimiento revolucionario en una de las primeras
potencias occidentales es tan importante que marcamos el inició
la Edad Contemporánea en la Historia Occidental.
Puede verse este nuevo periodo histórico como una continuidad del
Humanismo y del Renacimiento aparecidos en Europa, pero sobre todo
fue el primer eslabón de una cadena de movimientos sociales y
revolucionarios que harían temblar a Europa. Y a la larga
desembocaría en uno de los mayores tesoros de la Humanidad, el
sufragio universal, paritario y sin esclavos (la ciudadanía general
democrática) ya en pleno siglo XX. Este cauce revolucionario no
siguió una evolución en línea recta, ni ocurrió en todos los
lugares. Aún así aparecieron nuevas declaraciones de Independencias
(descolonialismo americano) y, por lo tanto, nuevos nacionalismos y
constituciones soberanas emanadas de la voluntad popular y entre los
pueblos humanos más avanzados.
El
planteamiento inicial de esta revolución francesa es similar a la
revolución inglesa en cuanto a que asistimos a un enfrentamiento en
las alturas del orden económico entre los ricos burgueses (nobles o
no) y la “todopoderosa” Corona, pero en esta ocasión eran
burgueses ilustrados (no nobles). La cuna y núcleo intelectual de la
Ilustración fue París y, aunque la revolución estadounidense
recibió gran apoyo de ella, ahora la revolución iba a producirse
allí mismo, en París. Esta Ilustración y su relación tan directa en la politica es la gran diferencia que convierte a esta revolución como única en
la Historia. De esta burguesía ilustrada, con el sustento y apoyo
del pueblo llano, emanará un cuerpo teórico que dejará a la
ciudadanía y a la democracia como las grandes virtudes públicas a
alcanzar por el ser humano, una moralidad común y democrática de la
libertad. No ocurriría esta vez como en la Revolución Inglesa que,
quizás por lo improvisada que surgió, se ahogó sin tiempo
suficiente para dar a luz un cuerpo teórico similar al francés, que
tuvo mucha literatura especializada previa a los hechos. Descubrimos
que la francesa era una "revolución anunciada", al menos casi todos
los burgueses la esperaban. Quizás hubieran preferido como resultado
final una monarquía parlamentaria más que una república, pero como
en toda revolución los hechos escapan al control de las manos que la
inician, incluso muchas veces volviéndose mortalmente contra ellas.
El
contexto inicial, puramente humano, fue mucha miseria y hambre que
padecía la mayoría del pueblo francés. Esta fue la circunstancia
definitiva que produjo un drástico cambio de gobierno. Ante la
imposibilidad de frenar este desastre económico latente que vivía
Francia, el rey convocó una Asamblea de Notables.
Desesperado, solicitó ayuda (dinero) a los aristócratas o nobles,
pero se negaron, así el rey quiso imponer un impuesto especial por
toda producción, pero los notables se mostraron rebeldes y dejaron
solo al rey con su grave problema. Al rey sólo le quedó un camino
inusual, convocar a los Estados Generales para el
uno de mayo de 1789. Extraordinaria convocatoria que no se producía
desde hacía 175 años, los cimientos de Francia iban a removerse. En
el ambiente parisino algo grande se preparaba y muchos buscaron las
mejores posiciones iniciales. Necker, el primer ministro de la
Corona, (que ya antes había intentado reformas económicas pero
fracasó) comenzó los preparativos. Debía organizar algo de suma
importancia sin tener experiencia (nadie la tenía, pues se requería
una edad de al menos 200 años). Y los Estados Generales eran la
unión de las tres partes legales y nacionales en la formación de
Francia, poblada entonces por veintiséis millones de habitantes
repartidos en tres estamentos llamados Estados:
Las
grandes tendencias ideológicas y políticas dentro de los
revolucionarios comenzaron a ser mostradas (jacobina, girondina,
cordelieriana, que más tarde se dividiría entre dantonista y
herbertista, etc). Mientras muchos nobles como el marqués de La
Fayette (1751-1834)
y Mirabeau,
incluso algunos clérigos como Sieyés,
se unieron con los revolucionarios en la Asamblea Nacional. Y juraron
construir una Constitución, asumiendo de este modo la creación y el
concepto de soberanía nacional. Por ello después la Asamblea tomó
el título de Constituyente y decidieron crear una milicia ciudadana
(Guardia Nacional). Así que aquella multitud medianamente organizada
necesitó armas en abundancia, y el
14 de julio de 1789 asaltaron la Bastilla (prisión
estatal), ayudados por el pueblo de París. (los sans-culottes se
convirtieron en la fuerza de choque popular que asaltó la Bastilla,
también en el asalto al palacio de las Tullerías). Fue la primera
acción violenta o batalla de la Revolución y todo un éxito, se
apoderaron de armamento militar y bastante munición. La organización
mejoró y la Revolución comenzó a propagarse por toda Francia; La
Fayette
fue nombrado comandante de la Guardia Nacional.
Así,
con el poder y la autoridad pública ya controlada, el 26 de agosto
de 1789, se proclamó la Declaración de los Derechos del
Hombre, una de las mayores glorias de la Historia de la
Humanidad.
La
Declaración de los Derechos del Hombre sentó el fundamental
precedente histórico, junto a la Declaración de Independencia y
Constitución de Estados Unidos, para la igualdad jurídica y las
libertades personales, y donde se unió la también grande
Constitución de Cádiz de 1812. En este caso francés el texto y los
derechos que establecen quedan desvinculados a cualquier contexto
temporal (separado de la fecha del texto constitucional), quedando
así de carácter universal. Siendo modelo para el resto de nuevas
Constituciones que irían surgiendo en Europa y América. El poder
político no sólo estaba cambiando de manos sino también de modelo
donde los estamentos o Estados de la Nobleza y del Clero iban a
desaparecer.
El
20 de febrero de 1790 los conventos fueron suprimidos en toda
Francia. Precisamente en uno de ellos, el Convento de los Jacobinos
(dominico) en la calle Saint-Honoré de París se instalaron los los
ya mencionados ciudadanos y socios de la "Société des Amis
de la Constitution". A partir de ese momento, sus oponentes
políticos los llamaron "jacobinos", como a los
monjes titulares del convento (para ridiculizarlos, pero al final se
aceptó este nombre).. Su organigrama de funcionamiento era nacional
gracias a las sociedades “jacobinas” diseminadas por toda
Francia. Su crecimiento fue espectacular, en 1791 existían unas
ciento cincuenta sociedades provinciales afiliadas, en 1792 eran más
de dos mil. Estos burgueses jacobinos representaban a pequeños
industriales o comerciantes y también al ciudadano de baja condición
social y económica. Tuvieron una división donde los de tendencia
monárquica fundaron otro grupo. Pero los grandes rivales de los
jacobinos fueron los girondinos, que representaban a los
burgueses ilustrados y adinerados, con origen en Gironda (controlaban
económicamente los puertos costeros). También estaban
los cordeliers, muy influyentes, un club o partido con
entrada libre para cualquier socio, sin pagar cuota, y en claro apoyo
y asistencia a los indigentes. Se dividieron en dos corrientes, los
dantonistas y los herbertistas... que años después fueron
guillotinados.
Estampa típica de un sans-culottes (Nachete de Louis-Leópold Boilly) |
Pero antes del terror hay
que mencionar y recrearse un poco en el momento más dulce, y a la
vez, el más simbólico de la Revolución Francesa. Aconteció el día
14 de julio de 1790, primer aniversario de la Toma de la Bastilla.
Para aquella jornada una gran celebración se organizó en el Campo
de Marte de París, una capital con una sociedad totalmente
nueva, y se llamó la Fiesta de la Federación. En el trabajo
para acondicionar el terreno acabó participando toda condición de
parisinos. Todos los días muchos miles cantando mientras trabajaban.
Hermanamiento colectivo de todo un pueblo como pocas veces se dio en
la historia. Esta es la grandeza práctica de la Revolución Francesa
para todo ciudadano "de a pie", la solidaria festividad. En
solo un año, de los grandes espacios de Versalles, donde hasta
entonces se celebraban las grandes fiestas de París, se pasó al
centro de la ciudad (entre la actual Torre Eiffel al noroeste y la
Escuela Militar al sureste). En aquel momento y desde allí se podía
decir tranquilamente que los franceses, en paz y festividad, habían
cambiado el mundo. Aquellos cientos de miles de comensales formaban
una generación sin igual, o de esas pocas que hicieron de la utopía,
realidad. Fue la cúspide de la Revolución Francesa, a partir de
entonces los hechos se precipitaron y predominaría la fuerza letal
de unos grupos para reprimir a otros, pero aquel día todos estaban
allí, en festividad, abrazándose unos a otros.
También es curioso
pensar que podían haber elegido como día festivo de Francia aquel
cuando formaron la primera sesión de la Asamblea Nacional, pero no,
eligieron el día de la Toma de la Bastilla. ¿Por qué?. ¿Qué
ocurrió más fundamental el día de la Toma de la Bastilla al día
que unos pocos cientos de caballeros cultos y adinerados declararon,
como rebeldía, a la Asamblea Nacional?. Aquí podríamos abrir
debate sobre la relación de aquellos cultos caballeros burgueses
frente a los pobres y analfabetos, o con escasa cultura general, que
eran la gran mayoría de los nativos de Francia. Posiblemente los enfoques burgueses sobre la política revolucionaria no
proporcionaron bienestar inmediato al pueblo llano, pero al menos en ellos se
basaron, en la soberanía popular, la democracia. Y seguro que aquel día de la Fiesta de la Federación pudo palparse en el ambiente esa nueva ola de democracia que iba a transformar Europa y a la propia Historia. A partir de aquel 14 de julio de 1790 las circunstancias fueron más
poderosas que los deseos y la dirección que tomaron los hechos
fueron imprevisibles hasta para el más sabio de aquella época, (al
que posiblemente guillotinaron). Pero aquel día, jubilosos en la gran
fiesta de los campos de Marte, con más de trescientos mil asistentes, levantaron y establecieron en aquel mismo lugar lo que se dio en llamar
"el Altar de la Patria".
Pero aún estamos en 1791 donde, por ejemplo, el ciudadano Condorcet, discípulo de D’Alambert y defensor de diferentes causas liberales (como el voto para la mujer), fue elegido secretario de la Asamblea. Así, entre discusiones de las diversas posturas intelectuales, después de dos años de trabajo e influenciados por una burguesía moderada, el 14 de septiembre de 1791, la Asamblea Constitucional terminó una nueva Constitución de tipo monárquico o estableciendo la monarquía parlamentaria. La Primera Constitución Revolucionaria (hubo otras, como ya veremos, pero no fueron la primera o manárquica) fue aceptada (de mala gana) por el rey Luis XVI. Asistimos al nacimiento de una monarquía constitucional, democrática, pero censitaria. Así hubo de esperar un poco más a que llegara una democracia general (pero sólo masculina) donde, por fin, un ciudadano, un voto. De esta manera el recuento de los votos emitidos por todos los ciudadanos (no ciudadanas) colocaba a los representantes mayoritarios en el poder, algo revolucionario en aquel tiempo en cualquier otro país del mundo (menos EEUU).
Mientras los cambios se
sucedían en el nuevo modelo de Estado, por ejemplo se adoptó el
sistema educativo laico propuesto por Condorcet, un gran avance
educativo. Este ciudadano (también era marqués) desde el principio
luchó por la Revolución. Se convirtió en un sabio incómodo
(parecido a Sócrates), incluso para su propio partido o grupo (los
girondinos), que lo veían demasiado liberal. En realidad eran los
girondinos que, controlando o siendo mayoría en la Asamblea, no
cumplieron con lo que se acordó antes de tomar la Bastilla. Así y
sólo dos años después de la famosa Declaración de los Derechos
del Hombre, donde parecía que todo francés podía votar, la
Asamblea Constituyente decidió que sólo podían votar los franceses
que pagaran, junto al voto, el dinero o salario de tres días de
trabajo. La primera traición se consumaba. El tercer Estado o Pueblo
llano dio fuerzas a la burguesía moderada para anular a la nobleza
absolutista y conducir a la mente ilustrada hacia una Asamblea
Nacional. Incluso el Pueblo tomó la Bastilla, sin embargo y en las
primeras de cambio, de un plumazo, se dejaba al Pueblo llano fuera de
las nuevas virtudes democráticas de la nación francesa. Porque, en
una sociedad mayoritariamente en la miseria: ¿quién podía pagarse
el voto?.
Una vez establecida la
voluntad de la burguesía moderada en el diseño del nuevo Estado
francés y una vez los pobres y analfabetos fueran “apartados” de
la participación política, la Asamblea Constituyente formó una
Asamblea Legislativa y se disolvió el 30 de septiembre de 1791. La
Legislativa pronto quedó claramente dividida por los dos grupos
mayoritarios, los girondinos que dominaban la Asamblea; y los
jacobinos (al final dirigidos por Robespierre), ambos burgueses
ilustrados. Fuera de las fronteras francesas algunas monarquías
absolutistas ya estaban preparadas para entrar en guerra contra
Francia y devolver el absolutismo al rey francés. Así en abril de
1792 la Asamblea Legislativa se vio obligada a declarar la guerra a
Austria y Prusia. Francia se preparaba para la guerra y, una vez más,
el Pueblo iba a ser el gran “exprimido” para esta labor, más
penas para los mismos. Así las quejas populares serían canalizadas
hacia los extranjeros absolutistas, sobre todo para levantar el ánimo
y la moral de combate. El Pueblo (que también razona) quizás pensó
que “muerto el perro, adiós a la rabia” y una muchedumbre asaltó
el Palacio de las Tullerías en busca del rey, estableciendo
espontáneamente la Comuna Popular de París el día 10 de agosto de
1792. Luis XVI huyó y se refugió en la Asamblea Nacional. Entonces
la monarquía quedó abolida en una segunda revolución. Ante
estos hechos el 20 de septiembre Austria y Prusia declararon la
guerra a Francia, pero fueron vencidos en la batalla de Valmy. Dos
días después, el 22 de septiembre de 1792, los vencedores
proclamaron la Primera República Francesa.
Todo comenzaba a escapar
de las manos “organizadoras” de la Revolución, algunos
girondinos comprendieron que urgían cambios y favores al Pueblo. Así
la Asamblea Legislativa destituyó al rey, anuló la Constitución y,
declarando esta Primera República, decretó una Convención
Nacional elegida por sufragio masculino. Incluso cambió el
calendario oficial y desde aquel día nació el año I Termidor
o de la República. El 17 de enero de 1793 la Convención Francesa
decidió, por 380 votos a favor y 310 en contra, la pena de muerte
para Luis XVI. La famosa guillotina aparece en escena y así
ejecutaron al rey el 21 de enero de 1793. Algo también nuevo
apareció en escena cuando a primeros de junio de 1793 caen los
girondinos y La Montaña (movimiento integrado por jacobinos y
cordeliers) tomó las riendas del poder. Robespierre, como un
dictador más, apoyado por Danton, Marat, Desmoulins y Saint-Just,
tomó la dirección del movimiento. Organizó un “gobierno
revolucionario” y se lanzó contra los girondinos, y al final
contra los jacobinos indulgents,
los cordeliers, los hebertistas... y contra todo lo que se movía
fuera de su control. Comenzando "los
años del Terror", cuatro años después del inicio de la
Revolución Francesa.
Robespierre sirve como
ejemplo de hasta qué punto una revolución puede cambiar a un
hombre. Pasó de activo detractor de la pena de muerte a utilizarla
miles de veces a través de la guillotina. De ser considerado el
Defensor del Pueblo a convertirse en el Terror del Pueblo. Estamos ya
en 1793, cuatro años después de los Estados Generales donde
participó Robespierre como diputado por el Tercer Estado.
Robespierre y los jacobinos propusieron una nueva Constitución muy
diferente a la que estaba preparando Condorcet que, acudiendo a sus
luces de razón, comenzó a criticar los textos jacobinos. Y el 3 de
octubre de 1793 Robespierre ordenó su arresto, pero Condorcet huyó
y meses después fue capturado y encarcelado, muriendo en su celda el
27 de marzo de 1794, siendo arrojado su cadáver a una fosa común.
Casi doscientos años después, en 1989, el gobierno democrático
francés trasladó un ataúd vacío al Panteón de París como
homenaje a este destacado humano, cuyos restos nunca fueron
encontrados.
Se redactó en 1793 una
nueva Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, y una
nueva Constitución de tipo democrático que reconocía el sufragio
universal. Pero al mismo tiempo entramos en el Reinado del Terror;
donde la fecha fatídica para Francia fue el día 10 de octubre de
1793, cuando el líder jacobino Robespierre declaró el estado de
excepción. Entre 1793 y 1794 de veinte mil a cuarenta mil personas
(no hay cifra exacta) fueron guillotinadas ante acusaciones de
actividades contrarrevolucionarias. Robespierre lo tenía claro,
Francia debía salvarse, él sabía cómo y por lo tanto todo aquel
que se le opusiera sería guillotinado. En los siguientes meses miles
de franceses fueron guillotinados sin piedad. El Pueblo fue sometido
a un miedo brutal, cincuenta parejas de policías de paisano eran
repartidos todos los días por París y a todo aquel que decía algo
en contra de Robespierre o a favor de la monarquía, incluso en
contra de la ciudadanía, era detenido arbitrariamente y llevado
directamente a la guillotina.
Robespierre |
Las ejecuciones con
guillotina se hicieron diarias, unas once como media, Pero aumentaron
considerablemente a veintiséis diarias, el periodo fue llamado Gran
Terror. En un sólo mes del
verano de 1793 se ejecutaron casi ochocientas personas. Los órganos
de estado que Robespierre utilizó para la represión fueron el
Comité de Salvación Pública
y el Comité de Seguridad General,
que según la ley de 22 de pradial (10
de junio de 1793) podían ejecutar sin juicio previo. El poder
de Robespierre se convierte en casi absoluto, no tuvo piedad ni
siquiera con algunos de sus compañeros jacobinos como Danton. La
situación se volvió insostenible y en manos de un loco sangriento;
así que otros miembros jacobinos traicionaron a Robespierre o
intentaron ser “justos”, o simplemente salvar la vida, y lo
arrestaron el 26 de julio de 1794. Al día siguiente lo
guillotinaron, acabando la época del Terror... Bueno, comenzó otro
periodo llamado Terror Blanco, prácticamente una venganza
masiva contra los jacobinos y robespieristas. Y
utilizando sus mismas armas, guillotina y leyes respaldando
ejecuciones sin juicios y detenciones sólo por sospecha.
El 29 de julio eran
condenadas a muerte sin juicio 71 personas, (el mayor grupo de
guillotinados en un sólo día) el récord macabro de
Robespierre fue superado. Además del terror se volvió otra
vez al hambre colectiva, y el 1 de abril de 1795 se produce el
primer levantamiento de Sans-culotte donde el pueblo se sublevaba a
causa del hambre. El 5 de octubre se inició la última insurrección
de los sans-culottes de París y un tal general Bonaparte
rechazó a los sublevados. Este periodo también es conocido como la
Reacción de Termidor, desde el 28 de julio de 1794 hasta el
26 de octubre de 1795, fecha en la que la Constitución del Año
III establece el Directorio. El nuevo modelo constitucional
confería el poder ejecutivo a un Directorio formado por cinco
miembros llamados directores. El poder legislativo sería ejercido
por una asamblea bicameral, compuesta por el Consejo de Ancianos (250
miembros) y el Consejo de los Quinientos. Esta Constitución
restableció el sufragio censitario. Pero uno de los directores quiso
dar un golpe de Estado y obtener el poder de la Nación. Para ello
buscó la ayuda de un joven y exitoso general, Napoleón Bonaparte
(1769-1821). Así se hizo y el 9 de noviembre de 1799 Napoleón
disolvió el Directorio.
Aquí terminó la
Revolución Francesa práctica y comenzó a gestarse el
Imperio Napoleónico. Pero la revolución teórica se extendió
por Europa. Napoleón estableció un régimen autoritario que
concentraba el poder en sus manos para salvar a la República de una
posible restauración monárquica (una triste broma de la Historia,
pues más tarde se auto proclamó emperador de Francia y rey de
Italia). Formó un poderoso ejército y atemorizó al resto de los
estados europeos que coalición tras coalición intentaron derrotarlo
(al final lo consiguieron). Aún así, este general, siendo un líder
antidemocrático como el resto de sus enemigos, provenía de la
Revolución; es decir, no toleraba a la nobleza como clase social
dominante, sino a la burguesía, destruyendo así las estructuras
feudales donde se basaban los absolutismos europeos. Los monarcas
absolutistas no podían consentir ser títeres de Napoleón, y casi
todos los reinos europeos se aliaron contra él.
En Francia los ideales
revolucionarios y democráticos quedaron atrás. Tanto trabajo,
tantas luchas, tantos muertos por la ciudadanía democrática y al
final todo el poder político volvió a quedar concentrado en una
sola persona que, encima, se auto nombró Emperador de Francia. Pero
todas aquellas muertes no fueron inútiles y los ideales de la
Revolución Francesa corrió como la pólvora entre los intelectuales
de todas las naciones que de ella tuvieron conocimiento. Así los
ideales pasaron a España, a Portugal, a Latinoamérica, incluso
arraigó en la intelectualidad de los propios países que lucharon
contra la Francia revolucionaria que décadas después adoptaron
gobiernos democráticos (sólo entre hombres). Los ciudadanos
democráticos podemos ser temporalmente derrotados, pero no nuestros
libros y la memoria que de nuestras acciones hereda la Historia
La misma Historia que nos
relata cómo Napoleón comenzó su Imperio venciendo en todas las
batallas donde acudía y durante años extendió sus dominios e
influencias por casi toda Europa. Fueron bastantes las coaliciones
internacionales del resto de las potencias europeas contra Napoleón,
pero fue derrotándolas una a una. Napoleón y su Grand Armée
(ejército imperial francés) aparecieron invencibles. Tan sólo en
las batallas navales eran débiles, en tierra nadie podía vencerlos,
cada ejército o grupo de ellos que se oponía a su paso eran
arrollados. Hasta que fue atacado por un enemigo que no era un
ejército, sino además un pueblo en legítima defensa, el español.
A esta guerra del pueblo español contra las tropas napoleónicas se
llama “de la Independencia”. La corona española y todo el modelo
de Estado que dependía de ella no fue anulado, simplemente se cambió
de rey bajo la influencia de Napoleón, que colocó en la corona
española a su hermano José e introdujo tropas imperiales en España.
Iniciándose una lucha contra dicha invasión. Pero, sobre todo, se
forjó una revolución ilustrada que terminó formando la
Constitución Española de 1812, las leyes fundamentales más
evolucionadas de aquella época en toda Europa.
,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.
Capítulo anterior, XVI, Independencia de los Estados Unidos:
Capítulo siguiente, XVIII,: La Revolución Española:
¿Por qué he elegido un cuadro desconocido por la mayoría para ilustrar el principio de este post sobre la Revolución Francesa?, me pregunta alguien.
ResponderEliminarPrimero situemos la pintura, ese cuadro fue piintado en 1795 por Robert Fleury. Y recrea la escena en el Asilo de París para mujeres locas, donde una de ellas es liberada de sus cadenas por Philippe Pinel (1745-1826). Médico francés que cambió la actitud de la sociedad hacia los enfermos mentales. Pinel fue nombrado por la Comuna, en plena Revolución francesa, director médico del Asilo de La Bicètre. Este doctor es reconocido por muchos como el padre de la psiquiatría.
Pues bien, de todo el arte pictórico en y sobre la Revolución Francesa he escogido este lienzo por la fuerza que me transmite en forma de metáfora doble. Por un lado las enfermedades mentales dejaron de tratarse con la fuerza (cadenas) y, po otro lado, en cierta manera, en el mismo año de 1795, cuando fue pintado el cuadro, la sociedad revolucionaria francesa, o sus líderes, estaban locos políticamente, y aplicaban la fuerza mortal (guillotina) a los disidentes ideológicos (a los cuerdos). De alguna manera, antes de la revolución, quien quería acabar con el poder absoluto de la monarquía era casi similar a un loco y, sin embargo, la revolución que consiguió esa importante realidad, acabó en locura, seguida por un emperador absoluto, Napoleó. Que, curiosamente, es el personaje más utilizado para ilustrar la locura... qué centro psiquiatrico no tiene uno que se cree Napoleón?.
Vaya, al final me ha salido una triple metáfora... o más.
;-)
Me ha gustado, hay interpretaciones originales o nuevas para mí como la Fiesta de la Federación que son interesantes.
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