miércoles, 14 de marzo de 2012

LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA

Historia de la Ciudadanía Democrática. Capítulo XVIII.

“La Verdad, el Tiempo y la Historia” 
Alegoría de la Constitución de 1812. 
Francisco de Goya

La Revolución Española

Esta nueva curva en la espiral histórica de la Democracia, iniciada con la Revolución Inglesa, continuada en la Revolución Estadounidense y después con la Revolución Francesa, iba a producir, con la Revolución Española, la nación más grande que el mundo ha conocido. Grande por la extensión geográfica, ya que abarcaba vastos territorios en cuatro continentes y rutas marítimas en todos los océanos. Grande también porque su Constitución fue la más democrática de aquel tiempo, por ejemplo estableciendo como ciudadanos españoles a los indígenas de América y a los de todas, hasta entonces, colonias imperiales. Cerramos aquí, con este post, el tiempo histórico abarcado por estas cuatro revoluciones. Caminos evolutivos nacidos desde la Ilustración y entrelazados a un entramado histórico necesario para comprender nuestra época presente, contemplando con mayor perspectiva esta evolución de la ciudadanía democrática donde muchos vamos a bordo. Ciudadanía democrática en cualquiera de su expresiones, nacional, municipal, transnacional, autonómica, etc.

La Revolución Española no es conocida como tal por los principales historiadores, cosa que, como aficionado a la Historia, no comprendo y por supuesto no comparto. Pero como ciudadano democrático y estudioso de la Historia puedo permitirme la licencia de manifestarlo en este post. La Revolución Española aconteció desde el 2 de mayo de 1808, con el levantamiento de Madrid ante las tropas napoleónicas, hasta el 1 de octubre de 1823, cuando Fernando VII suspendió la Constitución de Cádiz. Esta revolución también es hija del movimiento ilustrado y liberal que vivió Europa a partir del siglo XVIII. En la historia oficial este acontecimiento democrático tan importante suele registrarse como “segunda lectura” en la llamada “Guerra de Independencia de España” (1808-1814). Se iniciaron al mismo tiempo, cuando el pueblo español se rebeló contra la ocupación extranjera y armada de su territorio, pero no terminaron al mismo tiempo. Internamente España vivió una revolución socio/política sin precedentes que cambiaría radicalmente su Estado, pasando del más cerrado absolutismo al más abierto liberalismo.


El fruto de este hito histórico se dio en 1812 con la publicación de la Constitución más contemporánea y democrática de Europa y, junto a la de Estados Unidos, las dos más avanzadas de aquel tiempo. Poca literatura histórica tenemos de estos hechos (comparado con la literatura dedicada a otros hechos históricos menores, pero famosos o más populares). Y si no acude la literatura con buenos ensayos y novelas históricas a este relato fundamental para la historia de la democracia en España, Europa y el mundo, tampoco acudirán el teatro y el cine. Aún sin esta fama, la Revolución Española fue fundamental no sólo en España, también en la mayor parte del continente americano, así sus hechos y personajes merecen ser inmortalizados en el arte y el cine, porque goza de importante valor para la Historia de la Ciudadanía Democrática.

La Constitución Española de 1812 fue redactada en Cádiz, entre los cañonazos que los franceses lanzaban sobre la ciudad. Donde las Cortes y sus legisladores debatían, acordaban y redactaban los artículos, además de padecer la ciudad una epidemia de fiebre amarilla. Este texto constitucional, fruto de aquella valentía democrática ante poderosos enemigos armados, transmitió el liberalismo a Portugal, siendo pronto traducido al italiano para ser adoptado por el Reino de las Dos Sicilias y, sobre todo, inspiró e influyó en las propias colonias españolas hacia las futuras naciones de América Latina. En la bombardeada Cádiz se redactó el Documento, y la única ayuda para la sitiada ciudad fue proporcionada por Gran Bretaña porque estaba en guerra contra Napoleón. Era una guerra general entre un nuevo estilo de Imperio, el francés (resultado indirecto y contradictorio de una revolución democrática, la francesa), frente al resto de reinos absolutistas y alguno parlamentario, como el inglés. Pero en España iba a convertirse en algo más, así encontramos un tercer frente, el democrático y originario surgido en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, frente formado por los liberales y demócratas (esta vez españoles), similares a los que iniciaron la Revolución Francesa.

Es curiosa la ayuda inglesa a Cádiz porque resulta que en 1783, en Gibraltar (antiguo y pequeño territorio español de la provincia de Cádiz, cedido a Gran Bretaña en 1713 por el Tratado de Uterch), luchaban españoles, ayudados por franceses, contra ingleses. Treinta años después y en la misma provincia eran españoles, ayudados por ingleses, contra franceses. Este dinamismo contradictorio de las guerras europeas terminaría arrastrando al resto del mundo en los siguientes siglos y con dos guerras mundiales. Aprovechemos esta contradicción en Cádiz para ofrecer una pregunta interesante, si el famoso La Fayette, el gran personaje que vivió la Guerra de independencia de EEUU y uno de los protagonistas centrales en la Revolución Francesa (y sobrevivió a Napoleón), si hubiera estado durante la revolución española en Cádiz: ¿a qué bando se hubiera unido, al imperialismo francés (de su nación) o al liberalismo español (su ideología política)?. Entendiendo que el bando español era diverso e, incluso en Cádiz, contenía a seguidores del Absolutismo. Muchas historias dentro de esta “Guerra de Independencia”. Motivador.


Cuando la nación entra en conflicto contra el ideal político, ¿a cuál debe socorrerse?. Ello nos ofrece comprender la eficacia de este liberalismo democrático pues era universal, carecía de dependencia nacionalista. Aunque a veces y obviamente se uniera a nuevos movimientos nacionalistas o independentistas dentro de unos mismos individuos soberanos. El liberalismo producto de la burguesía (tanto el más democrático como el que menos) y ayudado por el pueblo llano no se extendió como nación, ni como imperio, sino entre los mercados económicos e intelectuales. En realidad al nacionalismo español se le avecinaba una época negra, pues prácticamente con el Congreso de Viena de 1815 España dejó de ser una de las primeras potencias internacionales. Sin embargo para el liberalismo español (en realidad para el liberalismo universal, única expresión democrática de aquella época) no fue la derrota tan absoluta como para el nacionalismo español, que aún venciendo al Imperio Francés, habría de vivir acto seguido la caída española en el panorama internacional y las pérdidas de sus Virreinatos en América.

Antes, el emperador Napoleón, iba a pasar como una apisonadora por toda la península Ibérica, precisamente donde sufrió su primera derrota y la demostración ante el resto de Europa que la Grand Armée era vencible. En principio España, para Napoleón, era una jugada fácil producto de su influencia continental y su diplomacia “impuesta”, respaldado por el mejor ejército del mundo. En 1806 la Grand Armée era dueña de la mayor parte de Europa. Y tras fracasar su intento de invasión de Gran Bretaña Napoleón decretó su bloqueo continental, prohibiendo el comercio de productos británicos en el continente europeo. Pero Portugal se  a acatarlo y Napoleón decidió su invasión. Para ello necesitó transportar allí a sus tropas terrestres. Así el 27 de octubre de 1807 Manuel Godoy, valido del rey español Carlos IV, y Napoleón, firmaron el Tratado de Fontainebleau. Donde se estipuló la invasión militar conjunta de Portugal, permitiéndose el paso de tropas francesas por territorio español. En la realidad los soldados franceses aprovecharon la ocasión y acabaron ocupando y controlando España sin efectuar un sólo disparo.

Durante 1808, en una maniobra hábil, Napoleón obtuvo de Carlos IV y de su hijo Fernando VII la abdicación a su favor (curioso, durante unos instantes Napoleón fue rey de España), tras lo cual cedió la Corona a su hermano José I Bonaparte. Además Napoleón colocó al general Murat como comandante de la Grand Armée en España. Este general durante una pequeña revuelta popular frente al Palacio Real de Madrid ordenó disparar contra la multitud, lo que encendió la ira de la población hacia una sublevación general en toda la ciudad que iba a ser reprimida de forma sanguinaria. Y al día siguiente, 3 de mayo de 1808, se ordenaron fusilamientos colectivos. Entonces dos Alcaldes de Móstoles (municipio cercano a Madrid) llamaron a la sublevación a toda España y en auxilio de los madrileños. Comenzando así la rebelión española contra los franceses. El general Murat quiso controlar todas las sublevaciones de forma tajante y sangrienta, lo que a su vez sumaba a más españoles contra los franceses.


 Los franceses abrieron acciones armadas y contundentes contra las ciudades sublevadas. Los ejércitos napoleónicos entraron arrollando por todas las poblaciones que se resistieron, resultando memorables algunas resistencias heroicas como en Zaragoza, que cayó el 21 de febrero de 1809. El desarrollo interior de las sublevaciones pronto comenzaron a tomar un cariz liberal y con mayor participación de ilustrados españoles, entre ellos bastantes militares. Murat repartió sus tropas y mandó refuerzos a Andalucía para reprimir rápidamente el sentimiento nacionalista antes que se doblara allí la amenaza con la suma de la fuerza intelectual y liberal. Por el bando español, las Juntas de Sevilla (Junta Suprema de España e Indias) tomaron el mando de la rebelión. Pronto se formó el resurgimiento del fenómeno guerrillero que, junto con los ejércitos aliados del duque de Wellington, fueron minando a las fuerzas bonapartistas. La mayoría del pueblo español consideraba un deber luchar contra la ocupación francesa, si a esto añadimos la geografía de la montañosa península junto a su historia de combate especializada en guerrilla, (ya desde las conquistas romanas), comprenderemos mejor las dificultades de movimiento de las tropas imperiales. La Junta Española y de Indias comenzó a formar dos ejércitos, uno en el Campo de Gibraltar (general Castaños) y otro entre Granada y Málaga (Teodoro Reding).

El ejército imperial, al mando de Pierre Dupont, bajó por el norte, desde Madrid, con un poderoso ejército que saqueó Córdoba. Después de muchas maniobras las fuerzas francesas se dividieron en dos, una quedando en La Carolina para defender el paso a Madrid y otra para buscar y derrotar a los españoles. Las fuerzas españolas se dividieron en tres. Una con Castaños (unos 12.000 hombres), más 8.000 hombres al mando del marqués de Coupigny, con el famoso José de San Martin como ayudante de campo; y Reding dirigiría al ejército de Granada con 10.000 hombres. Y todas estas fuerzas por diferentes caminos convergieron con el ejército imperial a las afueras de Bailén el día 19 de julio de 1808. Más de cincuenta mil hombres tratándose de matar entre ellos en un día muy caluroso. Y tras una dura jornada de combates, con unos tres mil muertos, casi veinte mil franceses se rindieron. Nadie hasta entonces había derrotado y capturado a tantas unidades imperiales. Fue la primera derrota de la hasta entonces invencible Grand Armée.

Así, derrotado el ejército imperial, José Bonaparte huyó de Madrid, y el ejército de Andalucía entró aclamado por toda la ciudad. El gobierno de España fue asumido por la Junta Central de Sevilla, único organismo capaz de convocar a las Juntas Locales que iban surgiendo con la retirada francesa hacia los Pirineos. José Bonaparte pasó de Burgos a Vitoria (allí fue apodado “Pepe Botella”) mientras Napoleón entró en cólera cuando pensaba en el desastre de Bailén. Tiempo después diría: “Esta maldita Guerra de España fue la causa primera de todas las desgracias de Francia. Todas las circunstancias de mis desastres se relacionan con este nudo fatal: destruyó mi autoridad moral en Europa, complicó mis dificultades, abrió una escuela a los soldados ingleses... esta maldita guerra me ha perdido.” Durante esta guerra España comenzó a experimentar algo nuevo con estas Juntas Locales, nunca antes había estado el pueblo más cerca a su gobierno. La noticia de la victoria de Bailén corrió como la pólvora por toda Europa, dando la buena nueva a todos los ejércitos que se preparaban para luchar contra los franceses: Napoleón ya no era invencible.


Después de aquello Napoleón acudió en persona para poner remedio al desastre que habían sufrido sus soldados y entró en España con gran refuerzo de tropas. Obtuvo victorias en el norte durante 1809 y al año siguiente se dirigió al sur. En febrero de 1810 la Grand Armée llegó a las puertas de Málaga, que no se declaró ciudad abierta como la vecina Granada, pagando un enorme precio sangriento por ello. Primero los malagueños resistieron (casi todos civiles) al empuje de los lanceros polacos, desde los balcones se arrojaban a los jinetes portando grandes navajas, la infantería francesa también sufrió bajas en aquel choque urbano. Los franceses se retiraron sorprendidos ante tan enconada resistencia. Esperaron la noche y con tropas mejor pertrechadas entraron en las calles malagueñas tomando terribles represalias por la muerte de los suyos, ebrios de ira produjeron una espantosa y sangrienta noche del 5 de febrero.

Málaga cayó con sangre al paso del Imperio, como escarmiento y amenaza a la vez para cualquier otra ciudad que osara resistirse a Napoleón. Pero en la vecina Cádiz resultó todo lo contrario y la moral de resistencia se redobló con la heroicidad ciudadana de Málaga. Así las tropas francesas llegaron a las inmediaciones de la ciudad y sitiaron la isla León (actual San Fernando), frente a la entrada de Cádiz, donde las Cortes abrieron sus sesiones el 24 de septiembre de 1810. Allí se promulgaron los decretos relativos a la Soberanía Nacional, la división de poderes, la igualdad y la libertad de imprenta, sentándose las bases del Estado Democrático y de Derecho. Era el fin del antiguo Régimen y el inicio de un nuevo tiempo para los españoles peninsulares e hispanoamericanos. Después, con la llegada de los franceses, las Cortes se trasladaron al oratorio de San Felipe Neri, ya en Cádiz.

La mayoría de sus diputados eran partidarios democráticos venidos de la burguesía, dispuestos a acabar con el absolutismo y la invasión napoleónica al unísono. Era rebelión y revolución al mismo tiempo, en la misma ciudad y ante el mismo enemigo. Participaron en los debates, para crear el nuevo cuerpo legislativo, representantes de las provincias españolas, de los territorios americanos y de Filipinas. Entre ellos se establecieron tres grupos principales, los absolutistas, los jovellanistas y los liberales, que negociaron todos los artículos. Es importante destacar que los delegados americanos (criollos) no eran independentistas (como décadas después lo fueron), sino autonomistas. De hecho cuando España volvió al absolutismo y desapareció la posibilidad democrática, se volvieron independentistas y se independizaron.


Los debates constitucionales comenzaron el 25 de agosto de 1811 y terminaron a finales de enero de 1812. Como se dijo el texto constitucional se redactó en pleno asedio de Cádiz por las tropas francesas, una ciudad superpoblada con refugiados de toda España y con una epidemia de fiebre amarilla. El heroísmo de sus habitantes es uno de los mayores hitos en la Historia de la Democracia. Estaban asediados por el mejor ejército del mundo, sin embargo cuando Napoleón inició la campaña contra Rusia tuvo que retirar muchos efectivos de España y ello fue aprovechado por los aliados contra Napoleón para iniciar la reconquista. A partir de entonces obtuvieron una importante victoria el 22 de julio de 1812 en la batalla de Arapiles. El ejército francés comenzó su repliegue hacia el norte y otra vez fueron derrotados el 21 de junio de 1813 en la batalla de Vitoria y dos meses después, el 31 de agosto, en la batalla de San Marcial, donde ya prácticamente los franceses fueron expulsados de España.

A partir de entonces entró en acción quizás el peor rey que ha tenido España, Fernando VII “el Traidor”, y el 4 de mayo de 1814, recién restaurado como rey de España, decretó la disolución de las Cortes, la derogación de la Constitución y la detención de los diputados liberales. Los militares liberales fueron trasladados y arrestados en África; y los disturbios en Madrid fueron acallados rápidamente por el ejército. Se restableció el Consejo de Castilla, se destituyó a los alcaldes, se restablecieron las capitanías generales, regresó la Compañía de Jesús y se reavivó la Inquisición. Aquellos que lucharon como héroes contra los franceses y por la modernidad de España fueron encarcelados como criminales. Algunos escaparon a América y a partir de entonces fue fraguándose la independencia de las colonias españolas. Porque ya dejaron de ser parte de la nación más grande que ha conocido la Historia, además democrática, y volvieron a ser meras colonias de un imperio ya decadente, el español. Pero no terminó este 4 de mayo de 1814 la Revolución Española.

En los años siguientes algunos pronunciamientos liberales se sucedieron sin éxito contra el absolutismo de Fernando VII, destacando el de Francisco Espoz y Mina en 1814, el de Díaz Porlier en 1815 y el del general Lacy en 1817. Pero el 1 de enero de 1820 el coronel Rafael de Riego se rebeló con tropas que iban a ser enviadas a América para sofocar las primeras acciones independentistas y volvió a proclamar la Constitución de Cádiz, ocurrió en Las Cabezas de San Juan. El movimiento revolucionario estuvo a punto de fracasar pero en Galicia se produjeron varios levantamientos de apoyo proclamando también la vigencia de la Constitución de 1812. Este nuevo alzamiento revolucionario se extendió por diferentes puntos de España y el 7 de marzo, los sublevados y el pueblo, ocuparon los alrededores del Palacio Real y el rey se vio obligado a aceptar la Constitución. El nuevo gobierno excarceló a los liberales, civiles y militares, regresando del destierro miles de ellos. Mientras tanto Fernando VII comenzó a conspirar con sus fieles para dificultar la tarea de gobierno, agrupados en torno al partido realista que llegaron a formar la denominada Regencia de Urgel en Cataluña como bastión para la restauración absolutista.


 Mientras tanto un nutrido grupo de liberales conocido como los "exaltados", más radicales (contrarios al mantenimiento de la monarquía), controlaban buena parte de la prensa. En este tenso ambiente se convocaron las elecciones democráticas a Cortes en 1822 que dieron la victoria a Riego. Ante ello, en octubre de 1822, Fernando VII hizo un llamamiento internacional al Congreso de Verona y se unió a la Santa Alianza formada por Rusia, Prusia, Austria y Francia para la reinstauración del absolutismo en toda Europa, sacudida por movimientos democratizadores que cuestionaban el orden absolutista. Y en 1822 la Santa Alianza decidió intervenir en España, al igual que había hecho en Nápoles y Piamonte. Así, el 22 de enero de 1822, se firmó un tratado secreto que permitiría a Francia invadir España.

Y el 17 de abril de 1823 las tropas absolutistas, conocidas como los Cien Mil hijos de San Luis, liderados por el Duque de Angulema, hijo del futuro Carlos X de Francia, cruzaron los Pirineos. Vencieron la resistencia del ejército liberal en Cataluña y dieron asedio a San Sebastián, mientras se lanzaba un ataque sobre Madrid, controlada por los revolucionarios. El 23 de mayo de 1823 el gobierno liberal se trasladó de Madrid a Sevilla, llevando consigo al rey Fernando VII en calidad de rehén. El comandante militar de Madrid capituló en secreto y huyó a Francia, el ejército liberal no pudo liberar a Madrid y los franceses instalaron a un regente hasta la llegada del rey. El gobierno liberal se refugió en Cádiz (otra vez Cádiz), manteniendo a Fernando VII como rehén, mientras el ejército absolutista comenzó a sitiar y bombardear a la ciudad.

La resistencia fue muy fuerte y los franceses no pudieron tomar la ciudad, aunque acabaron con las fortalezas que la protegían, como el fuerte de Trocadero. La situación de los sitiados era desesperada, pues no llegaron refuerzos de parte alguna. Sitiados y sin esperanzas el gobierno legítimo negoció la rendición a cambio del juramento del rey de respetar los derechos de los españoles, y el monarca lo juró. Al final se llegó a un pacto: Fernando VII saldría y prometería defender la libertad alcanzada por los españoles con la Constitución de 1812 y a cambio se rendiría la plaza. Acordado con los franceses, Fernando VII salió de la ciudad, pero de forma inmediata se unió al invasor y el mismo 1 de octubre de 1823 decretó la abolición de cuantas normas jurídicas habían sido aprobadas durante los tres años anteriores, dando fin al Trienio Liberal y a la Revolución Española con esta traición de Fernando VII al pueblo español. Declaró ilegales todos los actos de gobierno y normas dispuestas en el Trienio Liberal. Por segunda vez, el rey dejó de cumplir su promesa. Rafael de Riego, Juan Martín Díez «El Empecinado», Mariana Pineda y otros muchos liberales fueron ejecutados. Muchos españoles tomaron el camino del exilio y la represión alcanzó todas las ciudades españolas.


Así España perdió la oportunidad histórica de continuar liderando el movimiento democrático europeo y mundial. Además dejó de ser la nación más grande y democrática del mundo (anterior gráfico de mapamundi en color rojo). De hecho el transcurso histórico no hubiera sido el mismo de haber triunfado la nación española de “los dos hemisferios”, por ejemplo EEUU no hubiera podido crecer hacia el oeste. Aún así, la revolución española de “los dos hemisferios” dejó escrita una de las mayores joyas de la Historia de la Democracia: la Constitución de Cádiz de 1812, de la que ahora celebramos su 200º aniversario. Una joya histórica y legal que sirvió de modelo democrático para el resto del mundo europeo y a las independencias latinoamericanas en los años y décadas siguientes. Con la revolución española y sus estatutos políticos resultantes podemos completar este periodo inicial de revoluciones. En este puente entre los siglos XVIII y XIX registramos en la Historia tres importantes documentos para la ciudadanía democrática de los que sólo iba a sobrevivir uno, el primero, que daría lugar al nacimiento de una nueva nación. Pero los tres representaron semillas de libertades democráticas que habrían de extenderse por medio mundo, son los siguientes:

Declaración de Independencia de Estados Unidos, de 1776 (en inglés).
Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, de 1789 (en francés).
Constitución Española de las Cortes de Cádiz, de 1812 (en español).

Junto a ellas también destacar la Constitución de Venezuela en 1812 y de Argentina, en 1853, ambas con bases democráticas. Y a la Declaración estadounidense hay que unirle su consecuencia directa, la Constitución de los Estados Unidos de 1787 (con las enmiendas de 1791), estos documentos americanos nunca fueron eliminados y desde entonces se mantienen en vigor, con sus oportunas revisiones o enmiendas. Con la Revolución Francesa surgió otro valioso documento universal de la Historia donde las desigualdades sociales dejaron de ser amparadas por la Justicia y el concepto de ciudadano expresó igualdad ante la Ley, desapareciendo del plano social la noción de súbdito o vasallo. Todos estos derechos favorecieron la Constitución Francesa de 1791.

La Constitución española bebió de estos importantes e inmediatos precedentes, siendo promulgada el 19 de marzo de 1812. Su primer artículo decía. “La nación española es la reunión de los españoles de ambos hemisferios." Establecía el sufragio restringido, la libertad de imprenta, abolía la Inquisición y abría la libertad de industria, incluso igualaba en derechos a los ciudadanos de las colonias americanas y asiáticas con los ciudadanos de la península europea, aboliendo el entramado colonial. Las Cortes que elaboraron el texto constitucional estaban formadas desde todos los estamentos sociales. Había eclesiásticos, militares, funcionarios, catedráticos, abogados, marineros, comerciantes, escritores, médicos, hasta un bachiller y veinte diputados sin profesiones definidas. Y recordemos para finalizar que estuvo en vigor dos años y después volvió durante el Trienio Liberal, de 1820 a 1823 (también durante un corto periodo en 1837). Y aunque fue derrotada por el absolutismo de Fernando VII, aún así, pocos años después el resto de Europa continuaría acelerando el progreso histórico de la democracia con nuevas revoluciones.
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Capítulo anterior, XVII, la Revolución Francesa:

Capítulo siguiente, XIX, Sufragio masculino y fin de la esclavitud:

8 comentarios:

  1. Difícil es el replicar algo, si lo hubiere a un escrito tan bien escrito (valga la redundancia) solo me queda después de leerlo resaltar el párrafo que transcribo literalmente y que a mi juicio se resalta poco en estos tiempos de acomplejamiento cultural que se han vivido y se viven todavía… aunque cada vez menos (afortunadamente)…

    (…)la nación más grande que el mundo ha conocido. Grande por la extensión geográfica que abarcaba vastos territorios en cuatro continentes y rutas marítimas en todos los océanos. Grande también porque su Constitución fue la más democrática de aquel tiempo, por ejemplo estableciendo como ciudadanos españoles a los indígenas de América y a los de todas, hasta entonces, colonias imperiales (…)

    Un saludo y felicidades por su serie histórica.
    Ávalon

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  2. Muchas gracias, Avalon. Y es cierto, esta grandeza de los ciudadanos españoles de principios del siglo XIX (incluidos ciudadanos americanos y asiáticos de Filipinas)no está suficientemente reconocido por nuestra Historia, española o universal. Quizás sea por la "herencia" educativa franquista, pues desconozco si en el sistema educativo de la II República Española esta epopeya histórica fue suficientemente reconocida. En cualquier caso nunca es tarde si la dicha es buena.

    Un abrazo, querido Avalon.
    ;-)

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  3. Ah, otra cosa que me han preguntado sobre el cuadro que abres este post. Se trata de:

    “La Verdad, el Tiempo y la Historia”
    Alegoría de la Constitución de 1812.
    Francisco de Goya.

    Es un lienzo que me encanta. Cuando lo vi por primera vez dudé en quién era la Historia y quién era la Verdad. Y todavía no lo tengo muy claro, porque el personaje femenino que está sentado y escribiendo: ¿es la Historia o es la Verdad?. Ahí lo dejo. Saludos.

    ;-)

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  4. Dado lo largo de la contienda,has hecho un resumen muy bién escrito y claro, para hacernos una idea de todos los movimientos y del contexto bélico, pero imagino dadas las fechas que es tu homenaje a la constitución en sus 200 años.La gran constitución redactada por valientes.En cuanto al comentario del cuadro y tus dudas yo no sé si te puedo sacar de ellas pero yo creía que era España,el Tiempo y Historia.Felicidades

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  5. Gracias anajmvv. Qué bien suena: "La gran constitución redactada por valientes." Así al menos los siento yo también, por valientes de tres contientes al menos. En cuanto al cuadro lo copié hace tiempo con ese título, pero no recuerdo la web desde donde lo hice. También sé que ese lienzo no está en España o eso creo recordar. Pero ya me has picado la curiosidad y lo investigaré. Muchas gracias.
    ;-)

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  6. Nuestra gran nación iberoamericana, traicionada por los reaccionarios de las monarquías absolutas teocráticas. Primero, la intervención militar de Europa contra los COMUNEROS. Después, la Santa Alianza contra la España moderna de la Constitución de 1813 (de los dos hemisferios) y luego por la intervención de las potencias facistas del siglo 20 (Hitler y Mussolini) contra la segunda república. Hoy día, la entente neoliberal europea quiere al P.P. como quiso a Carlos V, a Felipe VII y a Franco, y reprime todo indicio de revolución española contra el poder corrupto.

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  7. Nuestra gran nación iberoamericana, traicionada por los reaccionarios de las monarquías absolutas teocráticas. Primero, la intervención militar de Europa contra los COMUNEROS. Después, la Santa Alianza contra la España moderna de la Constitución de 1813 (de los dos hemisferios) y luego por la intervención de las potencias facistas del siglo 20 (Hitler y Mussolini) contra la segunda república. Hoy día, la entente neoliberal europea quiere al P.P. como quiso a Carlos V, a Felipe VII y a Franco, y reprime todo indicio de revolución española contra el poder corrupto.

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  8. Claro y conciso tu comentario, Fernández Vicente. Y qué directo en favor de las libertades españolas tan dañadas y retrasadas por esos absolutistas y fascistas. Gracias por tu intervención.

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