Agradezco esta ventana que me ofrece El Albumcito Hablador para mostraros mi primer escrito, una pequeña historia, algo que a cualquiera de nosotros puede ocurrirnos. Gracias Nick por animarme, por ser como eres y por cederme un rincón de tu estupendo blog.
Espero os guste. Saludos ;-)@Morbihan17
A fuego lento
Elena y Javier eran compañeros, trabajaban en un inmenso edificio de oficinas de una gran ciudad junto al mar. Ella no se consideraba nada especial, pelo castaño, cuerpo proporcionado, altura normal, unos ojos bonitos quizá, así se definía a sí misma. Era, además, irónica, mordaz, optimista, ávida lectora. Le gustaban las nuevas tecnologías y estar informada. Apasionada de todo lo que hacía, aunque quizá adolecía de ser inconstante en demasiadas ocasiones y muy confiada con todo el mundo. Sentimentalmente había tenido algunas historias, unas largas, otras no tanto, pero ahora era feliz sola e independiente.
Javier era bastante atractivo, según decían casi todas las mujeres que conocía. Alto, moreno, ojos de un verde intenso y con mirada expresiva. También le volvían loco las nuevas tecnologías, además de la lectura; y le encantaba el deporte y la naturaleza. Comprometido con muchas causas era un luchador nato, con fuerte carácter, pero muy dulce hacia aquellos que consideraba sus amigos, "los suyos", como solía decir. Había tenido pareja y algunas relaciones algo duraderas, pero ahora no buscaba nada, se dejaba llevar.
Ambos compartían desayunos en sus jornadas laborales, muchos trabajos en común, con proyectos compartidos y reuniones casi infinitas. De vez en cuando también quedaban fuera del trabajo, un cine, alguna cena informal, conciertos. Se llevaban bien, bromeaban, se contaban sus fines de semana, comentaban cualquier tema que surgiera, sin reparos y en total confianza. Ella bromeaba sobre las mujeres que en la oficina le provocaban y pretendían algo con él. También le regañaba cuando se quedaba embobado mirando alguna y no la hacía caso cuando hablaba. Él le sugería nombres, compañeros de oficina, conocidos que podían interesarla y alguno que le preguntaba directamente por ella. Pero siempre acababan riéndose de ello.
Ninguno de los dos se había planteado ir un paso más allá. Eran amigos y el miedo a dejarse llevar y perder lo que tenían les podía. Hacía cinco años que se conocían y su amistad había ido creciendo poco a poco. La última semana de mayo el trabajo era excesivo. Un no parar debido a un complicado proyecto que debían entregar y que no terminaban de rematar. Ese viernes por la tarde estaban agotados, tenían que terminar la presentación y así habrían acabado. Decidieron tomar un descanso y sentarse en una terraza que había junto al mar, beber un par de cervezas e ir a casa de uno de los dos para rematar el proyecto. No tenía importancia a cuál de las dos casas acudir, pero cenar algo y terminar el trabajo.
Con esta intención y ánimo se sentaron en una pequeña terraza, pidieron dos cervezas y comenzaron a hablar. Libros, música, política, daba igual, lo importante era no comentar nada relacionado con el trabajo hasta después de cenar. No compartían gustos en todo, al contrario, discutían muchísimo, se llevaban la contraria, hasta que uno de los dos se enfurruñaba y el otro le hacía reír para olvidar el enfado. Se había convertido en un juego, algo que les divertía y les convertía en cómplices.
Se despistaron, ensimismados en su charla, se les pasó el tiempo volando y las cervezas también volaron. Después de la cuarta cerveza y más de dos horas de charla decidieron ir a casa de Javier, estaba más cerca y no había que conducir. El piso era amplio, un par de habitaciones y un gran salón-cocina, moderno, muy sobrio, lleno de libros y tecnología, al fin y al cabo era un poco freak.
Música de fondo que tardaron en elegir, al final optaron por lo último de Serrat y Sabina, a Elena le encantaba. Eligieron vino, esta vez uno blanco de Alsacia, afrutado, ligero, y se pusieron manos a la obra, preparar una cena ligera y nada complicada: ensalada y un carpaccio de carne con volutas de parmesano. El trabajo podía esperar, porque la cantidad de alcohol que habían tomado y que seguían ingiriendo les había desinhibido y no paraban de reír por cada cosa que decían.
Se despistaron, ensimismados en su charla, se les pasó el tiempo volando y las cervezas también volaron. Después de la cuarta cerveza y más de dos horas de charla decidieron ir a casa de Javier, estaba más cerca y no había que conducir. El piso era amplio, un par de habitaciones y un gran salón-cocina, moderno, muy sobrio, lleno de libros y tecnología, al fin y al cabo era un poco freak.
Música de fondo que tardaron en elegir, al final optaron por lo último de Serrat y Sabina, a Elena le encantaba. Eligieron vino, esta vez uno blanco de Alsacia, afrutado, ligero, y se pusieron manos a la obra, preparar una cena ligera y nada complicada: ensalada y un carpaccio de carne con volutas de parmesano. El trabajo podía esperar, porque la cantidad de alcohol que habían tomado y que seguían ingiriendo les había desinhibido y no paraban de reír por cada cosa que decían.
Ella preparaba la ensalada mientras él colocaba la carne en los platos. Entonces Javier le pidió un trapo que se encontraba a su lado.
- No, cógelo tú.
- Venga, dámelo.
- Ven a por él y atrévete a quitármelo.
- Jajaja, sabes que puedo, no me provoques...
- Ya estamos, presumiendo de fuerza, quítamelo si puedes...
Acabaron resbalando, tirados en el suelo de la cocina, él encima de ella, sujetando sus manos por encima de la cabeza.
- Ahora estás en mis manos, dame el trapo.
- Nunca, lo he escondido, no podrás quitármelo.
- No me obligues a buscarlo, será peor.
- Inténtalo y me vengaré aunque sea a mordiscos.
- Tú lo has querido –dijo él-.
Y así empezó el forcejeo, el juego, cada vez más cerca, cada vez más intenso, cada vez con más pasión. Javier le hacía cosquillas, ella forcejeaba, se intentaba zafar de él pero no soltaba su trofeo.
Él acercó su boca y besó despacio su labio inferior, después un pequeño mordisco y continuó con el superior. Elena abrió su boca esperando más, deseando explorar. Sus lenguas se entrelazaron, jugando, deseando, disfrutando. Mientras tanto las manos no podían parar, intentando desabrochar sus camisas, ya con urgencia, torpemente, hasta que en un arrebato los botones de la camisa de él salieron disparados y los de ella detrás.
Los besos continuaron, él explorando el cuello de Elena, suave, terso, con pequeños mordiscos, haciendo dibujos con su lengua mientras sus manos le quitaban el sujetador, y ella se dejaba llevar... Aunque, de vez en cuando, necesitaban volver a mirarse a los ojos, recordar que eran ellos. Siguieron explorándose, besándose, desatando la pasión, ese deseo acumulado a fuego lento durante mucho tiempo... Demasiado tiempo…
Pero eso ya es otra historia.
FIN
@Morbihan17
Es un honor para este Albumcito ser mensajero de estos maravillosos cantos al amor, un verdadero placer.
ResponderEliminar;-)
Gracias a ti, Nick, creo que sin tu ayuda y apoyo nunca me habría atrevido a publicarlo, eres único, ya lo sabes.
EliminarBesos ;-)
Un relato muy interesante, te engancha desde el principio y no te suelta hasta el final, es intenso y bien desarrollado. Me gusta que no hayas cerrado la historia así cada uno le pondrá el fin en su mente. Enhorabuena. Espero no sea el último.
ResponderEliminarMuchas gracias Enrique, me alegro mucho que te haya gustado. Tu sabes que escribir es difícil y más cuando es lo primero que haces o quizá por ser el primero fue más sencillo porque creció sólo. Nunca se sabe.
EliminarBesos ;-)
Me ha encantado el relato, una historia muy bonita. Espero que sea sólo el principio.
ResponderEliminarMe gusta porque su naturalidad. La idea es sencilla y construida de forma sencilla, pero por eso cautiva por la ausencia de artificios que la hace próxima, cercana y casi posible.
ResponderEliminarGracias, no tenía ninguna pretensión al escribirlo, quizá por ello haya quedado más natural, más sencillo. No escribo, sólo de vez en cuando junto o uno pensamientos o historias que surgen.
EliminarBss ;-)
Hay veces que cuando uno está tan saturada de leer blogs calcados, historias similares y personajes "copia y pega", encontrarse con un relato donde la autora es capaz de sorprenderte no por una, sino varias razones, crees que te ha tocado la lotería como poco. Este ha sido el caso de "A fuego lento".
ResponderEliminarMuchas gracias corazón, sin pretensiones, sin artificios, de forma natural, las palabras surgen y escritas quedan. Me alegro que te haya gustado.
EliminarBesitos chico bueno ;-)
Estupendo relato de un amor que se veía venir.
ResponderEliminarUn soplo de aire fresco entre tanta bocanada amarga que aspiramos cada día.
Queremos más!
Kamchatka.
Muchas gracias encanto, me alegro que al menos durante unos minutos te haya servido para olvidar el mundo sombrío que nos rodea.
EliminarBesitos ;-)
Como dice Haydee... El aire fresco es lo que nos hace seguir soñando... Gracias por compartir tus historias... Esperemos que sea la primera de muchas otras... ; )
ResponderEliminarGracias gatita linda, me alegro que te haya gustado.
Eliminar"Pobre no es el hombre cuyos sueños no se han realizado, sino aquel que no sueña" M. Von Ebner Eschenbach
Besos ;-)
Me ha encantado. Es un relato para leerlo con los ojos cerrados y dejarse llevar por las sensaciones que describes. Con tu historia liberas los deseos y pasiones que todos hemos vivido alguna vez, y que, en mi caso, estaría gustosisimo de volver a vivir muchas más. Mi mas sincera felicitación y una palmadita cariñosa que te anime a escribir más. Danos esa alegría. Un beso
ResponderEliminarMuy bonito cuore. A ver cuando escribes la segunda parte para hacer la pelicula que ya tengo productores, y el guión se queda corto protagonista Collin Farrell y tú naturalmente jajaja .Ahora en serio es un escrito que en vez de las manos has utilizado el corazón, y la sensibilidad en una palabra "belleza"
ResponderEliminarque historia tan bonita hacia mucho que no leia algo tan delicado
ResponderEliminar@dsmeuropa77
ResponderEliminarEn la sencillez de la historia reside el encanto de la misma, y en cómo lo cuentas.
...A partir de ahora serán más que amigos.
Precioso el relato. #pensando
Un beso.