Razón aquí
La
comida no se debería vender, al menos la necesaria para vivir.
Tampoco venderse el aire o el agua, indispensables para la vida
humana. Si tuviera que venderse algo importante para la vida humana o
civilizada qué mejor remedio que acudir al arte. Por ello este post
venderá arte. Pero que se venda algo no quiere decir que haya que
comprarlo. No hay que comprar, bastaría con ver la oferta detallada,
si fuese buena. Una buena oferta de obras de arte puede enriquecer
nuestra conciencia sin comprar ni una sola pieza. Como el fotógrafo,
cercano al pintor, que acude a un mercado de abastos y no compra
manzanas, tampoco carne o pescado, y sin comprar nada puede llevarse
valiosos sustentos, valiosas fotografías o cuadros. El artista
atrapa lo que está a disposición de todos, lo empaqueta y lo sirve
con un nuevo significado, gratis o con precio. En esta época
contemporánea, posiblemente en la posmodernidad, ocurren datos
curiosos al respecto. Y obras que sólo estaban a disposición de los
más ricos en la época moderna, son ahora patrimonio público, al
menos digitalmente. Sin duda hay que venderlas o intentar
venderlas mejor, porque muchas de ellas son poco conocidas.
Buscar
grandes obras de arte que sean poco conocidas por la mayoría
ciudadana, o que no sean conocidas, pero por qué es así. ¿Porque
el arte tiene muchas obras importantes y no pueden ser conocidas
todas por el ciudadano medio? Una lástima, la mayoría de los que
pueden contemplar o admirar arte, ese potencial, desconoce muchas
obras importantes. ¿Lo aceptamos como normalidad o elevamos queja?,
¿vendemos? El arte ya creado tiene una información demasiado
extensa para una mente no especialista. Más que Arte es Historia del
Arte. Está formada por capas cada vez más profundas y en la
superficie sólo quedan las obras más conocidas, las más famosas o
visibles. Pero investiguemos. ¿Las obras de arte muy conocidas son
elegidas por unos pocos o es el propio arte quien lo regula a través
de la educación y la industria?, ¿la historia del arte, el arte o
la industria del arte? ¿Los museos de qué arte están hechos...
Seguramente podemos abrir muchos misterios, más que los abiertos por
la Monna Lisa de Leonardo (muy famosa), pero sólo podremos cerrar
unos pocos. Mejor sumar, añadir más obras a las conocidas,
ofertarlas, el propósito principal de este post.
Empecemos
la subasta con un cuadro del siglo XVII, aquí su parte central:
La
obra se llama El pequeño mendigo, pertenece a la llamada
Escuela Española y fue pintada sobre el año 1650 por un tal
Bartolomé. Al contemplar la obra surge una pregunta importante para
mí, ¿por qué Bartolomé gastó tiempo, medios, talento y dinero en
pintar a un mendigo en una época donde había muchos mendigos? Lo
normal sería que los retratos fueran solicitados por gente
acaudalada. Y ese niño sólo tenía un puñado de pececitos en el
suelo y frutas en una talega. ¿Por qué, Bartolomé, por qué lo
hiciste?, me pregunto. Como no sé la verdad sólo puedo imaginar
posibles respuestas lógicas:
A)
Influenciado por el estilo picaresco, un medio común entre los
nuevos intelectuales de la época, para reivindicar una sociedad
mejor, denunciando las injusticias de la misma.
B)
Foto/periodismo en el Renacimiento. Primero porque no es un retrato,
no hay rostro, o no el suficiente para reconocer. La pintura no busca
el rostro, sino el cuerpo entero y el lugar donde se encuentra, con
ello basta. También foto porque retrata un instante de la realidad
social, común y anónima. En cierta manera es la fotografía
adelantada a su época y, tal vez, del periodismo español que, como
buena mezcla entre texto/audio/imagen, ¿por qué no pudo ser gestado
por el retrato y parido por la palabra escrita, y anunciado por el
audio de las voces improvisadas en las presentaciones de teatro?
Pintores, escritores, músicos, actores, así la inteligencia
artística sobrevivió entre las injusticias y continuó su
evolución, así continúa.
C)
Bartolomé lo pintó como una “pizarra” o referencia para una
escuela de arte donde el pintor maestro podía enseñar a sus alumnos
el paso de luz a negro, o de sol a sombra. Además existen detalles
de bodegón y frutas, ideales para reproducir por el alumno que
comienza, aprendiendo la envoltura de sombras y luces que subrayan al
modelado. Es más, el modelo podría haber sido un alumno y, más
todavía, podría ser que simplemente acudía así vestido a recibir
clases. Para los niños de la época, muchos pobres o huérfanos, ser
pintor sería como ahora cuando los niños o niñas quieren ser
astronautas, o directores de cine, o escritores y dibujantes de
cómics.
También
el motivo de Bartolomé para pintar ese cuadro podría haber sido una
mezcla entre las tres posibles respuestas. La obra se terminó de
pintar, pero el tiempo no se detuvo y en el siglo posterior aconteció
un dato curioso: el rey Luis XVI de Francia compró la obra en 1782.
Siete años antes de la Revolución Francesa, donde a Luis XVI le
cortaron la cabeza y proclamaron la República. La historia de una
obra de arte no sólo discurre cuando se pintó, además aparece lo
que vivió y/o vivirá. En cualquier caso Bartolomé merece
distinguirse entre todos los bartolomés, con su nombre completo y
único: Bartolomé Esteban MURILLO.
Queda
una sensación de época dura, muy dura para la infancia pobre, en
definitiva para la gran mayoría. Así los grandes pintores daban
precio a la gente rica. Necesitaban comer y dar de comer a sus
cercanos. Según la auto cita “Lo normal sería que los retratos
fueran solicitados por gente acaudalada” hallamos una
normalidad no exenta de rarezas y misterios. Pasamos de la mayoría
pobre a la minoría rica. Retrocedamos dos siglos. Vayamos a la
última década del siglo XV, cuando vivía el ya citado y muy famoso
Leonardo. Y pongamos a subasta una de sus obras. No, la Gioconda no,
que es muy conocida, recurramos a otra modelo llamada La belle
Ferronière. Sobre todo dejemos
que la señora nos mire:
¡Que
gran obra! Hallar la belleza y embellecerla, dando forma y expresión
a una faz única de mirada penetrante. Un rostro hacia el pintor y el
espectador desde una mujer de la época. Bella mirada con una
profundidad cómplice de la imaginación del observador atento. Esta
asamblea de trazos marcan una excelencia donde la belleza sobrevivirá
al tiempo. Posiblemente muchos siglos continuarán contemplando esta
hermosura. Será vendida muchas veces para que sea elegida a
ocupar un puesto destacado en la parte de memoria que cada ciudadano
reserva al arte. Otro valor añadido, este retrato da nombre
(ferronnière) a una joya antigua que consistía en un cordón
vegetal formado de hojas donde una de ellas queda pronunciada sobre
la frente y parece una perla oscura.
Quizás
el observador pueda apreciar cierto aire de misterio en este óleo
sobre tabla. Esto es bueno para vender y se puede mejorar la oferta.
Además el misterio invita a la imaginación, y con esta obra hay
mucho que imaginar. Primero, Leonardo pudo ser el autor... o no.
Segundo, tampoco es seguro quién fue la modelo. Al principio tal
suerte correspondió a la esposa infiel de Ferron, un supuesto
comerciante de hierro integrado en la burguesía de París. Pero sin
quererlo, o queriéndolo mucho, el cuadro quedó como símbolo de un
triángulo amoroso cuyo tercer vértice era el mismísimo rey de
Francia, Francisco I. De alguna manera esta belleza de obra de arte
quedó manchada. Pero también es verdad que esta tabla nació con
historia y entró de lleno en los cotilleos burgueses de París y de
las cortes de los tronos europeos.
Era
la bella ferretera, la amante del
rey Francisco I, un escándalo consentido, con rechazo religioso (a
la infidelidad) y dilema ético, la belleza manchada. Quizás por el
sentido religioso la historia tuvo que tener un final triste y
doloroso. Así, cuentan, el marido de la bella contrajo
voluntariamente la sífilis para contagiar a su mujer y ésta al rey.
Dicen que ella murió de la enfermedad y sabemos que ese rey nunca se
curó de una sífilis que padecía. Al final de las vidas de los
protagonistas del cuarteto, incluida la vida del pintor, la pintura
adquirió un símbolo de venganza a través del supuesto atentado
suicida, pero contra qué, ¿contra la infidelidad o contra la
belleza? Ante esto, con mis derechos de observador o espectador,
imaginaré una historia mejor.
Hay
indicios que apuntan a otras personas y nombres como el verdadero de
la bella modelo. Por ejemplo el de Cecilia Gallerani, amante del
Duque de Milán, Ludovico Sforza. Otra pieza de subasta, La dama
del armiño:
Pero
otra vez el mismo trasfondo histórico, “pecados” de la alta
aristocracia, como si los grandes señores tuvieran que publicar de
algún modo quiénes eran sus amantes y, para ello, encargaban
retrato al mejor pintor disponible, en este caso todo un lujo el que
estaba disponible, el gran Leonardo. Este genio del Renacimiento
también pintó por encargo, entre ellos retratar a bellas jóvenes,
muchas veces adolescentes, que eran amantes del cliente más poderoso
de la ciudad o ducado. El tema fue delicado para la moral religiosa,
al menos la de cara al pueblo. Cómo explicar que los grandes señores
están ahí por designio de Dios y que, sin embargo, contradicen
dictados de Dios. Pero estos grandes señores eran los que tenían el
uso de la fuerza pública, así se consentía y los rumores y
cotilleos corrían por lo salones o palacios de la aristocracia y la
burguesía.
Algunas
“retratadas” llegaron a ser las mujeres más cercanas al poder.
Esto pasó a Cecilia con 16 o 17 años cuando el Moro (así llamaban
a Ludovico, uno de los príncipes más poderosos de Europa) la vio
por primera vez. Se hizo, bueno, más bien fue obligada, a ser amante
o concubina antes incluso de casarse este gran señor de Milán. Ella
era burguesa pero no aristócrata y él quedó rendido a sus pies, no
ya por su hermosura exterior, sino por las profundidades
de su mirada. Era muy culta, hablaba latín, era nieta de un doctor
de leyes, le encantaba la música y la poesía. Se rodeaba de
intelectuales y artistas, de algún modo favoreciendo el
Renacimiento, al menos mientras duró su influencia en la corte del
ducado de Milán.
Hasta
que llegó otra candidata a ser la verdadera Belle
Ferronière y desplazó
a Cecilia. Era, nada
más y nada menos, que la futura esposa oficial del duque de Milán,
Beatriz d'Este, que, muy al
contrario de lo que se podría esperar, favoreció las artes y
resultaría una de las
princesas más sobresalientes del Renacimiento a pesar de morir muy
joven, a los veintidós años. Es curioso cómo la pintó Leonardo,
junto a Giovanni Ambrogio de Predis, en un bello retrato de perfil.
Imagino como si fuera un rango de distinción, las amantes ofrecieron
el rostro y la mirada, pero ella como una esposa oficial sólo
ofreció su perfil, sin mirada...
O
algo así imagino, una mujer de perfil no queriendo posar como una
concubina de un señor poderoso. Ello me recuerda al niño mendigo de
Murillo, tampoco se le ve bien el rostro, como si ante el arte
Beatriz hubiera querido aparecer como una princesa mendiga, al menos
humilde. Y me acabo de pasar un semáforo en rojo que alumbraba “Post
demasiado largo”.
Todavía no sé quién era la mujer del cuadro de La Belle
Ferronière, pero he imaginado y al menos sé quién me gustaría que
fuera. Así que cierro la subasta, no definitivamente, posiblemente
vuelva con otras piezas envueltas en suculentos misterios. Pero antes
de cerrar, compre, querido/a lector/a, está a tiempo. A ver, ¿quién
era la belle Ferronière?, pero sobre todo, de las obras expuestas en
este post, cuál pondría, si tuviera espacio, en su salón o
habitación preferida de la casa... ¿Ninguna?, ¿las ha
visto por segunda vez? ;-)
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No
se pierda la próxima subastapost en el blog de El albumcito
hablador, Se Vende Arte II, con grandes obras a la
venta. Un anticipo, fíjese en esta pintura:
El
nombre de la obra, la modelo o la posible modelo y el autor o los
posibles autores, si no los tiene en su memoria para el arte, quedará
anónimo hasta su publicación. El misterio motiva a la imaginación
y ayuda a la venta. Así una última motivación, el retrato fue
pintado en 1869, casi cuatro siglos después que La Belle
Ferronnière, sin embargo lleva una ferronnière sobre su frente,
una joya antigua de hojas vegetales que ceñía la frente, sobre la
que se formaba algo parecido a una perla oscura. ¿Qué significa la
perla vegetal en el arte que traspasó siglos hasta nuestros días?.
Y sin problemas, si no podemos saberlo, podremos imaginarlo.
¡Viva
el Arte!