lunes, 23 de julio de 2012

La Sociología de la Ciudadanía II


Sociología de la Ciudadanía II
La Democracia de los Conocimientos

"Agotad todas las combinaciones posibles para asegurar la libertad, si no contienen un medio de ilustrar a la masa de los ciudadanos, todos vuestros esfuerzos serán en vano" Condorcet ("Cinco memorias sobre la instrucción pública y otros escritos", Morata, S.L. 2001)


INTRODUCCIÓN

Una pregunta queda pendiente desde la Democracia de Opinión y de Participación: ¿el conocimiento público y especializado que posee todo individuo o ciudadano español forma parte de la personalidad colectiva del censo electoral?. O también: ¿es “opinable” el conocimiento?. Porque la personalidad colectiva también implica todo lo conocido por sus afiliados (conocimiento público o en relación a lo público, se entiende), sean universitarios, académicos, científicos, ingenieros o mecánicos, arquitectos o albañiles. Habría que accionar democracia (de opinión especializada) en el conocimiento público que posee España. Así, por ahora, digamos que habría que accionar democracia en las opiniones especializadas entre los ciudadanos, en todos los campos o disciplinas del conocimiento público y profesiones involucradas en la generalidad que necesitamos o demandamos como conocimiento colectivo. Por lo que no sólo precisamos conocimiento, también su oportuna clasificación en cursos o cauces democráticos. No implica ir en contra de las jerarquías académicas encargadas de otorgar títulos, doctorados y cátedras. Es neutral ante ellas, construyendo al lado un complemento necesario para las personalidades colectivas de las diferentes ciudadanías democráticas que existen.


Todos los ciudadanos tenemos calidades débiles en el amplio y variado mundo del conocimiento humano que pueden ser cubiertas o entendidas con la colaboración democrática y adecuada de otros ciudadanos donde esos puntos débiles son calidades fuertes. Todos los ciudadanos tenemos también calidades fuertes en algún conocimiento o tema especialista y nuestra colaboración o buen curso democrático y adecuado de ello cubriría las débiles calidades que otros ciudadanos padecen al respecto. Podemos otorgar un encuadre adecuado a la sociedad española basado en principios democráticos que cubran las opiniones especializadas de los mundos académicos y de especializaciones públicos. Así, diseñar y poner en funcionamiento mecanismos democráticos donde pueda discurrir y expresarse una “adecuada colaboración” de las distintas y variadas opiniones especializadas es posible y necesario para completar un Estado Ideal y otorgar una cordura común lejos de las manipulaciones disfrazadas. Para ello necesitamos la solidaridad ciudadana de las ciencias y de los colectivos profesionales especializados e involucrados en los graves problemas de España.

Este complemento fundamental será llamado “Democracia de los Conocimientos Públicos”, en este caso de la sociedad pública y española. Con ánimo afectivo al griego clásico, en el libro “El Ciudadano Humano”, llama a este tipo de democracia como: Demopistemes (Conocimientos del Pueblo). Su principio ético es muy claro, no hay actuación directa de los diversos conocimientos en la opinión democrática. Ciudadanos que son doctores, profesores y estudiantes (de cursos elevados) poseen niveles de conocimientos que la mayoría ciudadana no posee, y no sólo en las Academias, también fuera de ellas. Por lo tanto aplicar democracias de opinión y de participación a cada uno de los campos del conocimiento fundamental para España es positivo para la sociedad y complemento fundamenta para una personalidad colectiva inteligente. Porque estos potenciales y futuros escrutinios pueden ofrecer mucha cordura a la Opinión Pública. Buen equilibrio y armonía ofrecen estas prácticas democráticas derivadas o cursadas por los campos del conocimiento.


Es importante matizar que suele llamarse “democratización del conocimiento o del saber” a tratar de hacer el conocimiento más popular o cercano a los ciudadanos con estudios básicos, sobre todo desde las disciplinas llamadas académicas o universitarias, no planteándose el término como ejercicio de voto, sino como sinónimo de hacer “más popular” a los distintos campos del conocimiento. Es “democratización” por hacer algo comprensible o atrayente a la mayoría ciudadana, popularidad que no implica métodos democráticos de consultas o votaciones. Sin embargo y como diferencia sustancial la Democracia de los Conocimientos que se presenta cumple ambas funciones: llevar más conocimiento a los ciudadanos por un lado, y por otro el fundamental: ejercer un tratamiento de consultas democráticas entre las opiniones de todas las especialidades del saber público de sus titulares. Para ello podría nacer una nueva disciplina especializada, la Sociología de la Ciudadanía (por ponerle un nombre), encargada de ofrecer a toda ciudadanía general los mecanismos adecuados para obtener una personalidad colectiva consciente e inteligente.

Así el ciudadano, con su conocimiento, se convierte en un investigador de la Identidad Colectiva, un rastreador de todas sus inteligencias potenciales. Debemos o podemos saber que la masa española en libertad es capaz de pensar, ser consciente y expresarse democrática y participativamente, porque en esta masa española vamos todos los españoles libres. Con esta tesis democrática y sociológica hacia el carisma colectivo y su mente racional las minorías resultantes son esenciales, aunque se contradigan, porque siempre tendremos la mayoría para apelar a la cordura mediadora. Cualquier ideal o idea puede contar con la aprobación de un sector amplio de afiliados a un gran colectivo y, en cambio, ser rechazado por otros, es lo normal, no lo extraño. El carisma ciudadano estará estrechamente relacionado con dos factores democráticos que, a su vez, son los que confieren un amplio espectro de afiliados o votantes. Porque en el caso de estas democracias no vinculantes a poderes públicos (o no necesariamentew), pero preceptivas en conciencia, el escrutinio exacto de la opinión general (primer factor o democracia participativa) y de las opiniones especializadas (segundo factor o democracia de los conocimientos) ofrecerá una personalidad colectiva con carisma propio en la personalidad colectiva de España.

Así encontramos una excelente razón en otra cita de Condorcet: "Difundiendo las luces entre el pueblo es como se puede impedir que sus movimientos se vuelvan peligrosos; y hasta el momento en que pueda ser ilustrado, es un deber para aquellos que han recibido una razón fuerte y un alma valiente defenderlo de la ilusión y mostrarle las trampas en las que sin cesar lo envuelve su crédula simplicidad" (obra citada, p. 210). Queremos o necesitamos razones fuertes y almas valientes para el marco general de la Ciudadanía y ello implica a muchos académicos, profesores de universidad y estudiantes universitarios, incluidos también todos aquellos profesionales y especialistas cuyas profesiones y asociaciones profesionales tengan gran peso en la sociedad pública española o en su sociedad civil.



CÓMO, MEDIANTE VOTO, ASOCIAR SABIAMENTE A CIUDADANOS LIBRES

El método democrático puede ser educativo, cultural, ciudadano, privado, público, empresarial, intelectual, científico, económico, moral, etc. Es más, el método democrático potencialmente siempre ha sido una poderosa herramienta para el conocimiento de cualquier comunidad y sus grupos plurales y diversos, un bien público para la diversidad civil y sus asociaciones legales. Cuanto más y mejor democracia se utilice en los diversos campos de los conocimientos públicos más civilizada y cuerda la sociedad en general resultará. Y como cada ciudadano goza de conocimientos especializados y padece de ignorancias especializadas, si todas las disciplinas de los conocimientos públicos celebran consultas democráticas entre sus profesionales o especialistas, más cercanas a todos los españoles quedarán todas las especialidades del conocimiento humano. Es la lógica democrática al servicio de una mentalidad general y pública que quiera ser cuerda y rotunda. Sin olvidar que la opinión general siempre sería un referente, un núcleo de órbita, para mantener unidos a todos los campos del conocimiento y que no se separen excesivamente unos de otros y de la generalidad.

Recordemos una cita de George Bernard Shaw: “Si tú tienes una manzana y yo tengo una manzana e intercambiamos las manzanas, entonces tanto tú como yo seguiremos teniendo una manzana. Pero si tú tienes una idea y yo tengo una idea y las intercambiamos, entonces ambos tendremos dos ideas”. Esta cita sirve para explicar la diferencia entre el test colectivo de inteligencia o de personalidad que utilizan los psicólogos y la personalidad colectiva a la que se llega con las democracias de las opiniones participativas y de los conocimientos especializados. Porque si cien personas son sometidas a un test de conocimiento geográfico y sólo una sabe que las islas Baleares están en el mar Mediterráneo, los resultados dirán que sólo el 1% supo este dato, pero con la democracia de los conocimientos, utilizando el mismo test como voto, se dirá que el colectivo consultado sabía el dato, que al ser publicado lo sabrán todos. Es decir, estas innovadoras democracias que utilicen cuestionarios como cuadernos de votos no valoran a los individuos, sino a los colectivos. No son para dividir y clasificar a los individuos en grupos menores, sino para unificarlos en personalidad y conocimientos comunes. Un individuo puede hacer un test de preguntas a otro individuo, pero a la mente colectiva nadie le puede hacer un test, sería un auto test. Esta diferencia es fundamental, la Ciudadanía no es un tercero, es la primera persona del plural cuando de mentes libres y conscientes tratamos.

Hoy en día el conocimiento público y español es diversidad, demasiada diversidad para una sola mente individual o ciudadana, por ello el conocimiento general español se encuentra “atesorado” o dividido entre muchas individualidades de grupos menores o minoritarios. Esa división sería desastrosa y un caos si no existiera la ciudadanía española y su interés general que actúa como acervo común del conocimiento público en libre circulación, ahora reforzado con el mundo on line donde la información y los conocimientos circulan libremente. Así la ciudadanía no sólo es la suma o acopio de todos los conocimientos, también es la que proyecta y ofrece evolución o dirección civilizada a todos los conocimientos, sus disciplinas y especializaciones. La sabiduría general española es el conjunto o suma de todos los sectores públicos del conocimiento, que son muchos, cada vez más. Existen los conocimientos temáticos (y los multi-temáticos, poli-temáticos o inter-disciplinares), por lo tanto existen los conocedores temáticos (y los poli-temáticos). Son los individuos o ciudadanos en cuyas mentes residen las interpretaciones más conscientes, informadas o expertas ante las cuestiones temáticas o especializadas de importancia pública.


Es importante matizar que las democracias de los conocimientos públicos no debería entenderse como patrimonio exclusivo de lo que llamamos Ciencia (tanto en su modo académico o de sistema educativo, como en el experimental o de aplicación profesional o empresarial). Es más, el patrimonio exclusivo del conocimiento público corresponde a la ciudadanía general y, a partir de ella, a los grupos o conjuntos de conocedores temáticos. Cuanto más avanzan los conocimientos más avanzan los no-conocimientos. Como pensó Benjamín Constant (1767-1830): “La cultura y el pensamiento ensanchan nuestra zona de luz, cierto; lo que no suele añadirse es que ensanchan también proporcionalmente, nuestra zona de sombra”. Por ello cuanto más sepan los conocedores menos sabrán los desconocedores. La distancia crece precipitosamente. Y atención: no hablamos sólo de dos grupos, hablamos de docenas de grupos o cientos de subgrupos diversos. Tampoco hablamos de individuos, hablamos de los conocimientos y desconocimientos dentro de los individuos.

Los conocimientos especializados públicos forman un concepto más profundo que la propia individualidad, no puede definirse sólo con ella. Los conocedores temáticos no son exactamente individuos, son conocimientos temáticos almacenados, interpretados o emitidos desde los individuos. Una misma persona puede ser conocedora temática ante algunos sectores o cuestiones especializadas y, al mismo tiempo, desconocedora ante otras. Por lo tanto existen conocimientos y desconocimientos dentro de una misma individualidad. Una misma mente individual puede ser señalada como conocimiento especializado y, al mismo tiempo, como ignorancia “especializada”. Por ello más que afiliados o ciudadanos especializados en algún campo del conocimiento (o en varios), debemos interpretarlo como especialidades del saber dentro del ciudadano.

Siendo así en la época actual y en la búsqueda del conocimiento de la ciudadanía general española: no deberíamos pretender dividir e individualizar a la “masa” y a “las minorías selectas”, aunque fuera o pareciera correcto hace un siglo. Durante la tremenda aceleración y ramificación que en el último siglo ha experimentado el conocimiento público puede decirse que ya no hay “masa” de individualidades, hay “masas-temáticas” entre todas las individualidades ciudadanas, donde cohabitan cívicamente con las “minorías de calidad”, o “masas-especializadas” si se prefiere. En la desequilibrada cultura planetaria que se extiende en este siglo XXI es usual encontrar ciudadanos que son “masa” y “minoría selecta” al mismo tiempo (y lo mejor: lo sabemos). Cualquiera de nosotros puede ser una completa “masa” en matemáticas, música, química, física y, sin embargo, en nuestra profesión y vocaciones podríamos ser o estar entre las minorías selectas de dichos conocimientos. Tenemos que ser capaces de acceder democrática y públicamente a las “minorías selectas” o minorías de calidad ubicadas en los diversos sectores mentales de la sabiduría ciudadana.


Conseguir la calidad necesaria para nuestro conocimiento general y colectivo implica acceder democráticamente a todos los sectores del conocimiento y lo necesitamos para que abran sus datos temáticos al interés general español. Pero la Psicología social es extensa y diversa en afirmaciones. Recordemos al psicólogo Gustave Le Bon (1841-1931) que afirmó: “los grupos son intelectualmente inferiores a los individuos”. Tenía razón. El grupo (incluida una hipotética comunidad de intelectuales) cuando es DIRIGIDO hace posible que sea manipulable por el líder y sus cargos cercanos. Así el grupo es parecido a alguien que quiere decir mucho y le faltase voz para ello; voces como las que pueden producir las democracias de Participación y de los Conocimientos Públicos. Por ello actualmente a la afirmación científica del ciudadano Le Bon habría que colocar una excepción o progreso: “Los grupos SIN MECANISMOS DE CONSULTAS DEMOCRÁTICAS SOBRE LAS OPINIONES GENERALES Y LOS CONOCIMIENTOS ESPECIALIZADOS, son intelectualmente inferiores al individuo”.

Los escrutinios temáticos pueden producirse fácil y recomendablemente para la vida pública española. El propósito es construir con resortes o nuevos conocimientos democráticos un nivel general más elevado para los ciudadano. Porque si el tratamiento democrático de los conocimientos de todos los especialistas del saber español no pudiera descubrir, al menos teóricamente, las soluciones a los problemas españoles generados por nosotros o por otros, se podría asegurar que nuestro futuro común es muy pesimista. Necesitamos acciones responsables ante urnas españolas e inteligentes, con votos generales de participación y votos especializados en los conocimientos públicos. Encontrar esta perspectiva general, junto a la personalidad colectiva que ello conlleva, requiere cursar consultas ordenadas y asistidas por la Sociología de la Ciudadanía. Donde el ciudadano conecte con la opinión pública y los análisis académicos sean formalizados en orden democrático hacia la expresión colectiva.

Erich Fromm nos dice en su libro ya citado: “A pesar de haber alcanzado este grado de democracia (que, sin embargo, estamos aún muy lejos de haber puesto en práctica de manera completa), debe reconocerse que el mismo no es todavía suficiente. El progreso de la democracia consiste en acrecentar realmente la libertad, iniciativa y espontaneidad del individuo, no sólo en determinadas cuestiones privadas y espirituales, sino esencialmente en la actividad fundamental de la existencia humana: su trabajo”. Y unas palabras de Amartya Sen: "De hecho, la participación pública en estos debates valorativos –explícita o implícitamente- constituye una parte fundamental del ejercicio de la democracia y de la elección social responsable. En cuestiones de valoraciones públicas, no hay manera de evitar la necesidad de someter las valoraciones a un debate público. El trabajo de la valoración pública no puede sustituirse por un ingenioso e inteligente supuesto. Algunos supuestos que parecen funcionar sin problemas y de una manera fluida funcionan ocultando las ponderaciones y los valores elegidos con refinada opacidad. (...) El debate público y la participación social son, pues, fundamentales para la elaboración de la política económica y social en un sistema democrático. En un enfoque basado en la libertad, la libertad de participación no puede ser sino fundamental en el análisis de la política económica y social.” (“Desarrollo como Libertad”, Madrid, Editorial Planeta, 2000, pag. 140-141)

Si el conocimiento se divide, profundiza o eleva en nuevos caminos especializados, no nos queda otra que profundizar y elevar la democracia hasta especializarla a la par, y así no perder las calidades de nuestra libertad democrática y española. Recurriendo a palabras clásicas y griegas, la Anthropos Psyché (la Mente/Alma del Hombre) requiere el Nous (el Intelecto) y para ello convoca a la Civitas (Ciudadanía). Es el intelecto colectivo, en este caso español y ojalá europeo y mundial, que, necesitando de la mecánica democrática, tal como se origina y fundamenta en la Psyché: hereda las mismas categorías de ella. Un paso evolutivo y lógico queda ante nosotros los ciudadanos españoles. Y mejor llegar organizados que no empujados, mejor invitados por el sentimiento razonado hacia la asociación política que obligados por una lógica tremenda y deshumanizada que nos pille divididos y desperdigados. No es origen de los problemas españoles el no saberlo todo, sino qué hacemos con lo que sabemos, cómo nos organizamos los que algo sabemos y además queremos.

Por ello, desde todos las diversidades ciudadanas, por muy heterogéneas que sean las raíces de nuestros pensamientos y creencias, podemos reunimos democráticamente. Desde los que desconocemos muchas disciplinas del conocimiento hasta los que conocemos mucho de una o varias. Esta razón permitirá puentes equilibrados entre los especialistas del conocimiento y la generalidad, capaces de homogenizar acciones de votos comunes e inteligentes dentro de un mismo partido o censo electoral. Iniciemos la construcción de docenas de puentes democráticos por donde puedan transitar los escrutinios que nos harán a todos más sabios y nutrirán a la mente española con un sentido común más inteligente. Con este ánimo social, científico y democrático ya podríamos convocar las normas que harían como paredes para distribuir el espacio interior de nuestro censo electoral, y poder brindar hacia el exterior nuestra imagen política como una nueva época de la evolución democrática. Activemos esta Sociología de la Ciudadanía.

Gracias.
@ciudadanoNick





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