Sociología
de la Ciudadanía II
La
Democracia de los Conocimientos
"Agotad
todas las combinaciones posibles para asegurar la libertad, si no
contienen un medio de ilustrar a la masa de los ciudadanos, todos
vuestros esfuerzos serán en vano" Condorcet
("Cinco
memorias sobre la instrucción pública y otros escritos",
Morata, S.L. 2001)
INTRODUCCIÓN
Una
pregunta queda pendiente desde la Democracia de Opinión y de
Participación: ¿el
conocimiento público y especializado que posee todo individuo o
ciudadano español forma parte de la personalidad colectiva del censo
electoral?.
O también: ¿es
“opinable” el conocimiento?.
Porque la personalidad colectiva también implica todo lo conocido
por sus afiliados (conocimiento público o en relación a lo público,
se entiende), sean universitarios, académicos, científicos,
ingenieros o mecánicos, arquitectos o albañiles. Habría que
accionar democracia (de
opinión especializada)
en el conocimiento público que posee España. Así, por ahora,
digamos que habría que accionar democracia en las opiniones
especializadas entre los ciudadanos, en todos los campos o
disciplinas del conocimiento público y profesiones involucradas en
la generalidad que necesitamos o demandamos como conocimiento
colectivo. Por lo que no sólo precisamos conocimiento, también su
oportuna clasificación en cursos o cauces democráticos. No implica
ir en contra de las jerarquías académicas encargadas de otorgar
títulos, doctorados y cátedras. Es neutral ante ellas, construyendo
al lado un complemento necesario para las personalidades colectivas
de las diferentes ciudadanías democráticas que existen.
Todos
los ciudadanos tenemos calidades débiles en el amplio y variado
mundo del conocimiento humano que pueden ser cubiertas o entendidas
con la colaboración democrática y adecuada de otros ciudadanos
donde esos puntos débiles son calidades fuertes. Todos los
ciudadanos tenemos también calidades fuertes en algún conocimiento
o tema especialista y nuestra colaboración o buen curso democrático
y adecuado de ello cubriría las débiles calidades que otros
ciudadanos padecen al respecto. Podemos otorgar un encuadre adecuado
a la sociedad española basado en principios democráticos que cubran
las opiniones especializadas de los mundos académicos y de
especializaciones públicos. Así, diseñar y poner en funcionamiento
mecanismos democráticos donde pueda discurrir y expresarse una
“adecuada colaboración” de las distintas y variadas opiniones
especializadas es posible y necesario para completar un Estado Ideal
y otorgar una cordura común lejos de las manipulaciones disfrazadas.
Para ello necesitamos la solidaridad ciudadana de las ciencias y de
los colectivos profesionales especializados e involucrados en los
graves problemas de España.
Este
complemento fundamental será llamado “Democracia
de los Conocimientos Públicos”,
en este caso de la sociedad pública y española. Con ánimo afectivo
al griego clásico, en el libro “El
Ciudadano Humano”,
llama a este tipo de democracia como: Demopistemes
(Conocimientos del Pueblo).
Su principio ético es muy claro, no hay actuación directa de los
diversos conocimientos en la opinión democrática. Ciudadanos que
son doctores, profesores y estudiantes (de cursos elevados) poseen
niveles de conocimientos que la mayoría ciudadana no posee, y no
sólo en las Academias, también fuera de ellas. Por lo tanto aplicar
democracias de opinión y de participación a cada uno de los campos
del conocimiento fundamental para España es positivo para la
sociedad y complemento fundamenta para una personalidad colectiva
inteligente. Porque estos potenciales y futuros escrutinios pueden
ofrecer mucha cordura a la Opinión Pública. Buen equilibrio y
armonía ofrecen estas prácticas democráticas derivadas o cursadas
por los campos del conocimiento.
Es
importante matizar que suele llamarse “democratización
del conocimiento o del saber”
a tratar de hacer el conocimiento más popular o cercano a los
ciudadanos con estudios básicos, sobre todo desde las disciplinas
llamadas académicas o universitarias, no planteándose el término
como ejercicio de voto, sino como sinónimo de hacer “más popular”
a los distintos campos del conocimiento. Es “democratización”
por hacer algo comprensible o atrayente a la mayoría ciudadana,
popularidad que no implica métodos democráticos de consultas o
votaciones. Sin embargo y como diferencia sustancial la Democracia
de los Conocimientos
que se presenta cumple ambas funciones: llevar más conocimiento a
los ciudadanos por un lado, y por otro el fundamental: ejercer un
tratamiento de consultas democráticas entre las opiniones de todas
las especialidades del saber público de sus titulares. Para ello
podría nacer una nueva disciplina especializada, la Sociología de
la Ciudadanía (por ponerle un nombre), encargada de ofrecer a toda
ciudadanía general los mecanismos adecuados para obtener una
personalidad colectiva consciente e inteligente.
Así el ciudadano, con su conocimiento, se convierte en un investigador de la Identidad Colectiva, un rastreador de todas sus inteligencias potenciales. Debemos o podemos saber que la masa española en libertad es capaz de pensar, ser consciente y expresarse democrática y participativamente, porque en esta masa española vamos todos los españoles libres. Con esta tesis democrática y sociológica hacia el carisma colectivo y su mente racional las minorías resultantes son esenciales, aunque se contradigan, porque siempre tendremos la mayoría para apelar a la cordura mediadora. Cualquier ideal o idea puede contar con la aprobación de un sector amplio de afiliados a un gran colectivo y, en cambio, ser rechazado por otros, es lo normal, no lo extraño. El carisma ciudadano estará estrechamente relacionado con dos factores democráticos que, a su vez, son los que confieren un amplio espectro de afiliados o votantes. Porque en el caso de estas democracias no vinculantes a poderes públicos (o no necesariamentew), pero preceptivas en conciencia, el escrutinio exacto de la opinión general (primer factor o democracia participativa) y de las opiniones especializadas (segundo factor o democracia de los conocimientos) ofrecerá una personalidad colectiva con carisma propio en la personalidad colectiva de España.
Así
encontramos una excelente razón en otra cita de Condorcet:
"Difundiendo
las luces entre el pueblo es como se puede impedir que sus
movimientos se vuelvan peligrosos; y hasta el momento en que pueda
ser ilustrado, es un deber para aquellos que han recibido una
razón fuerte y un alma valiente
defenderlo de la ilusión y mostrarle las trampas en las que sin
cesar lo envuelve su crédula simplicidad"
(obra citada, p. 210). Queremos o necesitamos razones fuertes y almas
valientes para el marco general de la Ciudadanía y ello implica a
muchos académicos, profesores de universidad y estudiantes
universitarios, incluidos también todos aquellos profesionales y
especialistas cuyas profesiones y asociaciones profesionales tengan
gran peso en la sociedad pública española o en su sociedad civil.
CÓMO,
MEDIANTE VOTO, ASOCIAR SABIAMENTE A CIUDADANOS LIBRES
El
método democrático puede ser educativo, cultural, ciudadano,
privado, público, empresarial, intelectual, científico, económico,
moral, etc. Es más, el método democrático potencialmente siempre
ha sido una poderosa herramienta para el conocimiento de cualquier
comunidad y sus grupos plurales y diversos, un bien público para la
diversidad civil y sus asociaciones legales. Cuanto más y mejor
democracia se utilice en los diversos campos de los conocimientos
públicos más civilizada y cuerda la sociedad en general resultará.
Y como cada ciudadano goza de conocimientos especializados y padece
de ignorancias especializadas, si todas las disciplinas de los
conocimientos públicos celebran consultas democráticas entre sus
profesionales o especialistas, más cercanas a todos los españoles
quedarán todas las especialidades del conocimiento humano. Es la
lógica democrática al servicio de una mentalidad general y pública
que quiera ser cuerda y rotunda. Sin olvidar que la opinión general
siempre sería un referente, un núcleo de órbita, para mantener
unidos a todos los campos del conocimiento y que no se separen
excesivamente unos de otros y de la generalidad.
Recordemos
una cita de George Bernard Shaw: “Si
tú tienes una manzana y yo tengo una manzana e intercambiamos las
manzanas, entonces tanto tú como yo seguiremos teniendo una manzana.
Pero si tú tienes una idea y yo tengo una idea y las intercambiamos,
entonces ambos tendremos dos ideas”.
Esta cita sirve para explicar la diferencia entre el test colectivo
de inteligencia o de personalidad que utilizan los psicólogos y la
personalidad colectiva a la que se llega con las democracias de las
opiniones participativas y de los conocimientos especializados.
Porque si cien personas son sometidas a un test de conocimiento
geográfico y sólo una sabe que las islas Baleares están en el mar
Mediterráneo, los resultados dirán que sólo el 1% supo este dato,
pero con la democracia de los conocimientos, utilizando el mismo test
como voto, se dirá que el colectivo consultado sabía el dato, que
al ser publicado lo sabrán todos. Es decir, estas innovadoras
democracias que utilicen cuestionarios como cuadernos de votos no
valoran a los individuos, sino a los colectivos. No son para dividir
y clasificar a los individuos en grupos menores, sino para
unificarlos en personalidad y conocimientos comunes. Un individuo
puede hacer un test de preguntas a otro individuo, pero a la mente
colectiva nadie le puede hacer un test, sería un auto test. Esta
diferencia es fundamental, la Ciudadanía no es un tercero, es la
primera persona del plural cuando de mentes libres y conscientes
tratamos.
Hoy
en día el conocimiento público y español es diversidad, demasiada
diversidad para una sola mente individual o ciudadana, por ello el
conocimiento general español se encuentra “atesorado” o dividido
entre muchas individualidades de grupos menores o minoritarios. Esa
división sería desastrosa y un caos si no existiera la ciudadanía
española y su interés general que actúa como acervo común del
conocimiento público en libre circulación, ahora reforzado con el
mundo on line
donde la información y los conocimientos circulan libremente. Así
la ciudadanía no sólo es la suma o acopio de todos los
conocimientos, también es la que proyecta y ofrece evolución o
dirección civilizada a todos los conocimientos, sus disciplinas y
especializaciones. La sabiduría general española es el conjunto o
suma de todos los sectores públicos del conocimiento, que son
muchos, cada vez más. Existen los conocimientos temáticos (y los
multi-temáticos, poli-temáticos
o
inter-disciplinares), por lo tanto existen los conocedores temáticos
(y los poli-temáticos). Son los individuos o ciudadanos en cuyas
mentes residen las interpretaciones más conscientes, informadas o
expertas ante las cuestiones temáticas o especializadas de
importancia pública.
Es
importante matizar que las democracias de los conocimientos públicos
no debería entenderse como patrimonio exclusivo de lo que llamamos
Ciencia (tanto en su modo académico o de sistema educativo, como en
el experimental o de aplicación profesional o empresarial). Es más,
el patrimonio exclusivo del conocimiento público corresponde a la
ciudadanía general y, a partir de ella, a los grupos o conjuntos de
conocedores temáticos. Cuanto más avanzan los conocimientos más
avanzan los no-conocimientos. Como pensó Benjamín Constant
(1767-1830): “La
cultura y el pensamiento ensanchan nuestra zona de luz, cierto; lo
que no suele añadirse es que ensanchan también proporcionalmente,
nuestra zona de sombra”.
Por ello cuanto más sepan los conocedores menos sabrán los
desconocedores. La distancia crece precipitosamente. Y atención: no
hablamos sólo de dos grupos, hablamos de docenas de grupos o cientos
de subgrupos diversos. Tampoco hablamos de individuos, hablamos de
los conocimientos y desconocimientos
dentro
de los individuos.
Los
conocimientos especializados públicos forman un concepto más
profundo que la propia individualidad, no puede definirse sólo con
ella. Los conocedores temáticos no son exactamente individuos, son
conocimientos temáticos almacenados, interpretados o emitidos desde
los individuos. Una misma persona puede ser conocedora temática ante
algunos sectores o cuestiones especializadas y, al mismo tiempo,
desconocedora ante otras. Por lo tanto existen conocimientos y
desconocimientos
dentro
de una misma individualidad. Una misma mente individual puede ser
señalada como conocimiento especializado y, al mismo tiempo, como
ignorancia “especializada”. Por ello más que afiliados o
ciudadanos especializados en algún campo del conocimiento (o en
varios), debemos interpretarlo como especialidades del saber dentro
del ciudadano.
Siendo
así en la época actual y en la búsqueda del conocimiento de la
ciudadanía general española: no deberíamos pretender dividir e
individualizar a la “masa” y a “las minorías selectas”,
aunque fuera o pareciera correcto hace un siglo. Durante la tremenda
aceleración y ramificación que en el último siglo ha experimentado
el conocimiento público puede decirse que ya no hay “masa” de
individualidades, hay “masas-temáticas” entre todas las
individualidades ciudadanas, donde cohabitan cívicamente con las
“minorías de calidad”, o “masas-especializadas” si se
prefiere. En la desequilibrada cultura planetaria que se extiende en
este siglo XXI es usual encontrar ciudadanos que son “masa”
y “minoría
selecta”
al mismo tiempo (y lo mejor: lo sabemos). Cualquiera de nosotros
puede ser una completa “masa”
en matemáticas, música, química, física y, sin embargo, en
nuestra profesión y vocaciones podríamos ser o estar entre las
minorías selectas de dichos conocimientos. Tenemos que ser capaces
de acceder democrática y públicamente a las “minorías
selectas”
o minorías de calidad ubicadas en los diversos sectores mentales de
la sabiduría ciudadana.
Conseguir
la calidad necesaria para nuestro conocimiento general y colectivo
implica acceder democráticamente a todos los sectores del
conocimiento y lo necesitamos para que abran sus datos temáticos al
interés general español. Pero la Psicología social es extensa y
diversa en afirmaciones. Recordemos al psicólogo Gustave Le Bon
(1841-1931) que afirmó: “los
grupos son intelectualmente inferiores a los individuos”.
Tenía razón. El grupo (incluida una hipotética comunidad de
intelectuales) cuando es DIRIGIDO hace posible que sea manipulable
por el líder y sus cargos cercanos. Así el grupo es parecido a
alguien que quiere decir mucho y le faltase voz para ello; voces como
las que pueden producir las democracias de Participación y de los
Conocimientos Públicos. Por ello actualmente a la afirmación
científica del ciudadano Le Bon habría que colocar una excepción o
progreso: “Los
grupos SIN MECANISMOS DE CONSULTAS DEMOCRÁTICAS SOBRE LAS OPINIONES
GENERALES Y LOS CONOCIMIENTOS ESPECIALIZADOS, son intelectualmente
inferiores al individuo”.
Los
escrutinios temáticos pueden producirse fácil y recomendablemente
para la vida pública española. El propósito es construir con
resortes o nuevos conocimientos democráticos un nivel general más
elevado para los ciudadano. Porque si el tratamiento democrático de
los conocimientos de todos los especialistas del saber español no
pudiera descubrir, al menos teóricamente, las soluciones a los
problemas españoles generados por nosotros o por otros, se podría
asegurar que nuestro futuro común es muy pesimista. Necesitamos
acciones responsables ante urnas españolas e inteligentes, con votos
generales de participación y votos especializados en los
conocimientos públicos. Encontrar esta perspectiva general, junto a
la personalidad colectiva que ello conlleva, requiere cursar
consultas ordenadas y asistidas por la Sociología de la Ciudadanía.
Donde el ciudadano conecte con la opinión pública y los análisis
académicos sean formalizados en orden democrático hacia la
expresión colectiva.
Erich
Fromm nos dice en su libro ya citado: “A
pesar de haber alcanzado este grado de democracia (que, sin embargo,
estamos aún muy lejos de haber puesto en práctica de manera
completa), debe reconocerse que el mismo no es todavía suficiente.
El progreso de la democracia consiste en acrecentar realmente la
libertad, iniciativa y espontaneidad del individuo, no sólo en
determinadas cuestiones privadas y espirituales, sino esencialmente
en la actividad fundamental de la existencia humana: su trabajo”. Y
unas palabras de Amartya Sen: "De
hecho, la participación pública en estos debates valorativos
–explícita o implícitamente- constituye una parte fundamental del
ejercicio de la democracia y de la elección social responsable. En
cuestiones de valoraciones públicas, no hay manera de evitar la
necesidad de someter las valoraciones a un debate público. El
trabajo de la valoración pública no puede sustituirse por un
ingenioso e inteligente supuesto. Algunos supuestos que parecen
funcionar sin problemas y de una manera fluida funcionan ocultando
las ponderaciones y los valores elegidos con refinada opacidad. (...)
El debate público y la participación social son, pues,
fundamentales para la elaboración de la política económica y
social en un sistema democrático. En un enfoque basado en la
libertad, la libertad de participación no puede ser sino fundamental
en el análisis de la política económica y social.” (“Desarrollo
como Libertad”, Madrid, Editorial Planeta, 2000, pag. 140-141)
Si
el conocimiento se divide, profundiza o eleva en nuevos caminos
especializados, no nos queda otra que profundizar y elevar la
democracia hasta especializarla a la par, y así no perder las
calidades de nuestra libertad democrática y española. Recurriendo a
palabras clásicas y griegas, la Anthropos
Psyché
(la Mente/Alma del Hombre) requiere el Nous
(el Intelecto) y para ello convoca a la Civitas
(Ciudadanía).
Es el intelecto colectivo, en este caso español y ojalá europeo y
mundial, que, necesitando de la mecánica democrática, tal como se
origina y fundamenta en la Psyché:
hereda las mismas categorías de ella. Un
paso evolutivo y lógico queda ante nosotros los ciudadanos
españoles. Y mejor llegar organizados que no empujados, mejor
invitados por el sentimiento razonado hacia la asociación política
que obligados por una lógica tremenda
y deshumanizada que nos pille divididos y desperdigados. No es origen
de los problemas españoles el no saberlo todo, sino qué hacemos con
lo que sabemos, cómo nos organizamos los que algo sabemos y además
queremos.
Por
ello, desde todos las diversidades ciudadanas, por muy heterogéneas
que sean las raíces de nuestros pensamientos y creencias, podemos
reunimos democráticamente. Desde los que desconocemos muchas
disciplinas del conocimiento hasta los que conocemos mucho de una o
varias. Esta razón permitirá puentes equilibrados entre los
especialistas del conocimiento y la generalidad, capaces de
homogenizar acciones de votos comunes e inteligentes dentro de un
mismo partido o censo electoral. Iniciemos la construcción de
docenas de puentes democráticos por donde puedan transitar los
escrutinios que nos harán a todos más sabios y nutrirán a la mente
española con un sentido común más inteligente. Con este ánimo
social, científico y democrático ya podríamos convocar las normas
que harían como paredes para distribuir el espacio interior de
nuestro censo electoral, y poder brindar hacia el exterior nuestra
imagen política
como una nueva época de la evolución democrática. Activemos esta
Sociología de la Ciudadanía.
Gracias.
@ciudadanoNick
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