"Los
reyes quieren ser absolutos, y desde lejos se les grita que
el
mejor medio de serlo es hacerse querer por sus pueblos”.
Rousseau
(El Contrato Social, cap. VI).
Sobre
la monarquía, y sobre la monarquía española, he escrito en algunos
blogs ajenos, pero tenía ya ganas de hacer un post aquí, en El
Albumcito Hablador. Un texto o trayecto más de lo que me queda
por aprender sobre este tema hoy tan actual. Espero que el post
resulte abierto al tiempo y a la participación; palabras, ojalá
colectivas, donde yo simplemente abro un nuevo artículo ciudadano. Y
tuviera tal suerte, valga la metáfora, que otorgaran el título de
rey a este post. Pero dejemos el peso de la metáfora a cargo de la
maestra Historia, e iniciemos paseo desde el más remoto pretérito
al respecto. La Historia... Bueno, mejor la Prehistoria,
donde el rey nació siendo sólo la mitad del gran jefe de la
tribu, la otra mitad era su otra identidad de chamán o sacerdote,
primera personificación del poder. El rey/sacerdote,
una persona con dos jefaturas, o así resultaría después aquel
único poder originario de las primeras tribus humanas. El rey/chamán
solía ser el adulto más fuerte de la cueva, reuniendo en su persona
el poder absoluto de la tribu. Pero el raciocinio no cesó de
evolucionar y el poder absoluto se dividió en dos conceptos,
política y religión. Posiblemente fuera ya de la cueva se hicieron
dos, en plenas ciudades o polis. Dos conceptos y máximos cargos que
podían ser llevados a cabo por dos personas diferentes, algo nuevo.
El rey y el sumo sacerdote.
Esta
idea bicéfala del poder absoluto dio para mucho y ocuparía también
(todavía) la mayor parte de la Historia. Desde los reyes/sacerdotes
sumerios (Mebagaresi de Kish, 2631 a. C.), pasando por los
faraones/sacerdotes de Egipto y llegando a los emperadores/dioses
romanos. Fue precisamente con la caída de Roma cuando más
claramente podemos asistir en Europa a dos personajes bien
diferentes, el Papa y el Rey, separados, pero de instituciones
muy unidas. Aunque para ser sinceros, la última palabra la tenía el
rey, y el ejemplo real lo hallamos en el monarca inglés Enrique
VIII (1491-1547), que cortó por lo sano con el Papa y asumió la
jefatura de la Iglesia en los territorios dominados por él,
Inglaterra. Por ello el Rey, en vez del Papa, heredó el sello o
etiqueta de poder absoluto,
aunque ambos lo fueran. Monarquía feudal, monarquía autoritaria y,
ya más cercano en la Historia, la monarquía absoluta o el
Absolutismo (después veremos cómo el poder absoluto continuará más
allá de la figura de reyes y papas y pasaría a dictadores o
totalitarismos). Monarquía absoluta como norma hasta que llegó la I
Revolución Francesa (1789) que fue contra el poder absoluto, más
que contra el rey. Y seguiría la monarquía (no absoluta, pero
figurando en la Constitución) hasta que llegó la II Revolución
Francesa (1792), si me permiten esta licencia histórica, y
entonces sí que se acabó también con la monarquía: al rey Luis
XVI le cortaron la cabeza.
Porque
la primera constitución francesa (1791), surgida después de la Toma
de la Bastilla, contemplaba la figura del rey, así puede
considerarse monárquica o monarquía constitucional (pero con
reducido poder para la corona). Y de alguna manera era una
constitución democrática (si podemos llamar democrático a una
democracia censitaria y donde la mujer no podía votar). Y fue en
1792 cuando se proclamó la República de Francia (también con
democracia censitaria y donde la mujer no podía votar). Aunque
previamente, en 1776, ya había renacido la república democrática
(después de la Edad Antigua) con la Declaración de Independencia de
los EEUU. En definitiva, el poder absoluto podía compartirse
(mediante revolución) en democracia o democracia censitaria:
manteniendo o no manteniendo al rey. Así mi límite racional,
plenamente democrático, no se fundamenta entre monarquía o
república, sino entre “monarquía o república democrática”
y “monarquía o república NO democrática”. Democracia, o
no, es la cuestión esencial.. Por ejemplo, nunca me atrevería a
decir que en Francia o Alemania hay democracias y en Suecia o Reino
Unido, no. Del Estado Absoluto (monarquía absoluta) al Estado
Democrático (tres Poderes), esto debe ser irreversible desde un
plano general o desde la historia moderna y contemporánea. Si nos
centramos en la historia española abundan los matices, y me atreveré
a entrar en ellos, antes reconociendo plenamente, como conciudadanos
y gente de bien, tanto a los monárquicos democráticos como a los
republicanos democráticos.
Ya
que ha sido mencionada, Francia va por su cuarta república, mientras
España sólo ha tenido dos. Otro dato más importante, mientras en
Francia la vuelta de la monarquía, o el fin de la república,
suponía la pérdida de la democracia (la primera república murió
con la coronación de Napoleón, la segunda con el golpe de estado de
Napoleón III, y la tercera con la invasión nazi), en España ha
aparecido un matiz histórico importante, y con el retorno de la
monarquía ha retornado la democracia. Aún así el matiz no queda
tan claro, porque el actual rey (y su monarquía machista o de
ley sálica) fue elegido sucesor por el dictador Franco, general del
ejército que acabó con la II República Española. En cualquier
caso la misma e igual libertad de expresión (o cualquier otra
libertad democrática) tiene un francés en su cuarta república que
un español en esta monarquía parlamentaria. Una vez sentado que la España actual no nos jugamos la democracia cuando pretendemos elegir entre
república o monarquía, sí creo muy importante matizar que aún
siguiendo esta monarquía, o entrando una nueva república, el nivel
democrático español debe crecer hacia más participación de los
ciudadanos en las labores de gobierno. Por ello son éstos, nosotros
los ciudadanos españoles, quienes debemos elegir democrática y
directamente entre monarquía o república.
Así
demando saber qué mayoría entre unos y otros existimos actualmente
en España. Y la cuestión es tan seria que no atenderé a ninguna
encuesta o sondeo al respecto. Mi opinión, y por extensión la
utilidad de mi voto, incluso mi más elemental sentido democrático,
pasan por ahí, por saber ese dato del potencial escrutinio sobre
esta verdad fundamental para la ciudadanía española. Por lo tanto
no pido la continuación de la monarquía democrática, no pido la
declaración de la república democrática, pido un referendo que lo
decida. Esto es lo que quiero, y me gustaría que ambas partes
iniciaran debate público con sentido común y efectuaran sus
respectivas campañas electorales. Pero no voy a escurrir bulto y
mojaré a mi privacidad u opinión particular. Ante la actual
monarquía, viéndola tan alejada de la ciudadanía, sin virtudes que
mostrar y ejemplificar, prefiero una república. La democracia no
sólo es el derecho a defender una idea o ley, presuntamente
mayoritaria o posiblemente minoritaria, también es conocer los
deseos mayoritarios, en asuntos fundamentales, del titular de la
soberanía democrática, en este caso el pueblo o la ciudadanía
española. Y este debe ser el argumento esencial de todo rey o
monarquía que se precie de llamarse democrática.
Esta
monarquía democrática de la casa Borbón no es la primera en
España, fue la monarquía democrática de Amadeo I, de la casa
Saboya, pero sólo tres años (1871-1873) y acabó abdicando,
proclamándose así la I República Española el 11 de febrero de
1873 (también podría mencionarse a la Regencia de María Cristina,
1985-1902, como monarquía democrática, ya que Sagasta decretó el
sufragio universal para los hombres, libertad de prensa, de
asociaciones...). Ahora, año 2013, esta II Monarquía
Democrática española, (Juan Carlos I, 1978), lleva
ya treinta y cinco años. Estamos ante un viejo rey, bastante
“quemado” (por utilizar una expresión popular y suave)
ante una España extenuada que necesita renovarse. Por ello creo que
Felipe de Borbón, persona que se ha preparado durante más de
cuarenta años para ser jefe de estado, debería ser rey por votación
popular, y en caso de no ser elegido mayoritariamente, abrirse
proceso para establecer la III República Española. Que hablen los
que estén a favor de la república, que hablen quienes estén a
favor de la monarquía, que votemos todos. El que se hace rey por
votación popular, no el rey que nace príncipe heredero, porque el
fin no es la monarquía o la república, es algo mucho más
importante, la Democracia. Inventada precisamente para ser cauce
civilizado y pacífico entre personas que no estén de acuerdo, y así
poder convivir todos en buena sociedad. Y aquí el matiz último, ya
mencionado, y más importante para mí, porque España necesita
renovarse, como una II Transición, inesperada para unos,
pendiente ya para otros.
Hemos
llegado a un punto donde el deterioro político y social es de tal
magnitud que, aunque llegue la recuperación económica, el mal
alcanzado quedará pendiente de ser reparado con la dignidad social y
su voto. Por ello renovarse, moverse, no estar quietos mientras el
mal nos consume. Abdicación, coronación, pronunciamiento,
referéndum... Porque la niebla es tan espesa que necesitamos altura
de miras suficientes. No sólo necesitamos las herramientas necesarias, también la serenidad suficiente para activarlas, antes que los acontecimientos nos precipitan o arrojen sobre ellas y las utilicemos mal. Felipe de Borbón puede abrir un nuevo capítulo
de la historia española. No prestarse a ser un rey puesto o depuesto
como una mera pieza de ajedrez entre unos y otros. También puede
mirar de frente a la Historia, romper la baraja del Bipartidismo y
ejercer una jefatura de Estado votada por el censo electoral, sin
deber nada a las cúpulas de los partidos políticos. Y eso se
consigue proponiendo ser rey por voto directo de la ciudadanía
española. Siendo más Felipe I (de nueva casa) que Felipe VI (de
vieja casa emparentada con regímenes no democráticos). Además es
ser justos con la II República Democrática depuesta a la fuerza
después de una terrible guerra civil, salga después el resultado
que salga en la votación. Servir al Pueblo, personificando al Estado
en el exterior, porque la Ciudadanía lo ha querido, sólo así
entiendo a un primer ciudadano de un Estado democrático.
Puede
producirse o elegirse una nueva república en el referendo, o no,
pero ambos resultados dentro de un proceso constitucional, como una II
Transición, saneando y renovando España en muchos temas
fundamentales, iguales o más importantes que la cuestión
monárquica. Y en caso de resultar la República, presidente habrá
de tener, apareciendo incluso la posibilidad y paradoja donde el
mismo Felipe de Borbón, aún sin ser rey, pudiera convertirse en
candidato y primer jefe de estado de la III República Española
durante 4 años, u 8, 12, 16... hasta que la ciudadanía quiera o
mientras haga bien su trabajo. Sería un resultado mixto y paradójico
pero con cierta lógica, ¿qué español se ha preparado mejor que él
para ser Jefe de Estado?. Pero bueno, en síntesis, si continúa la
monarquía la quiero mejor, suficientemente independiente de los
partidos políticos y defensora de los derechos democráticos de los
españoles. Y si viene la República la quiero mejor que nuestros
vecinos y mejor que en nuestro pasado, que la jefatura de estado no
quedase tan lejana al ciudadano y tan cercana a las cúpulas de los
partidos mayoritarios, una jefatura de estado que pueda servir al
ciudadano sin intermediarios.
La
I Transición, ya lejana, produce ahora políticos con miedo a
preguntar al ciudadano y así cederle la decisiones
fundamentales a través del voto directo, como hacen los buenos representantes, sería las decisiones
cruciales del Estado tomadas por todos. Y cuidado, una de las
argumentaciones expuestas para evitar saber qué votarían los ciudadanos ante muchas cuestiones, suele ser que los temas a tratar son tan cruciales que se
podría desestabilizar al Estado si se abrieran debate y votación
pública. Pues bien, aún ante este erróneo argumento esgrimido por los pocos democráticos, y dentro de lo malo o actual crisis, estamos de suerte: ya tenemos un Estado desestabilizado por la
crisis económica, social, política y por una enorme corrupción.
Tenemos un Estado también desestabilizado por corrupción en la monarquía o sus aledaños. Ya que
estamos en la temida desestabilización: aprovechemos y pongamos sobre
el tapete público los votos para fundamentar plenamente un nuevo
estado resultante. Para mí el argumento acertado es abrir proceso constituyente con tranquilidad democrática. Una nueva Constitución surgida de curso legal y pacífico, con una participación inteligente
de la ciudadanía que dé como resultado una sociedad más acorde con
lo que somos, necesitamos y queremos. Por ello reivindico una II
Transición que no sé cómo resultará, si una buena república o
una monarquía mejor. En cualquier caso quiero una Constitución
nacida del siglo XXI, con los puntos principales votados
y aprobados por la mayoría del censo electoral, titulares de nuestro
Estado.
Un
proceso constituyente, un nuevo sistema más justo, un mundo
económico para beneficio de todos, una democracia más inteligente,
una participación de más calidad. Porque mucho más fácil
es engañar a los representantes de una ciudadanía general que a la
propia ciudadanía general, además los primeros pueden comprarse o
volverse corruptos, los segundos no. En este contexto y finalizando
afirmar que una democracia participativa implicará, tarde o
temprano, un referendo donde el Estado será república o continuará
monarquía según lo que quiera la mayoría (esto es, conocer mejor a la
Ciudadanía). Y visto “el patio real” de la actualidad, sin
“pelos en la lengua”, o Felipe de Borbón me convence de sus
grandes cambios para la sucesión (porqué no, la campaña de los
argumentos debe ser igual para todas las partes), o yo voto
república. Por lo que esperaría, ante esta segunda opción de voto,
que me ofrecieran a voto varios modelos de república, no vaya a ser
que me (nos) encajen una sí o sí, como con la Constitución de
1978... Bueno, yo no la voté, que esa es otra, somos mayoría los
que no votamos nuestra actual Constitución. Así Proceso
Constituyente, como una transición o paso lógico y
siguiente hacia una democracia más participativa, una soberanía más
inteligente y una España más solidaria. ¿Queremos votar?.
@ciudadanoNick
Palabras muy inteligentes, @ciudadanoNick...
ResponderEliminarUna transición hacia una democracia más sana, hacia un sistema más y mejor participado. Por justicia. :-)
Gracias @PeroXpera. Sí, mejor democracia. Habría que "jubilar" ya a los políticos que tienen miedo o no les interesa que la Ciudadanía vote más allá que para elegir representantes. No les interesa saber cómo somos (como ciudadanía general) porque somos mucho mejor que ellos. A la ciudadanía general no se le puede comprar y no puede ser corrupta. Lo único que pueden hacer, y lo hacen, es mantenerla en silencio a expensas de poder manipularla con grandes medios de información. Pero algún día la ciudadanía española podrá votar en muchos temas y asuntos y exponer claramente un perfil de personalidad colectiva, un fin lógico y evolutivo de la Democracia. Y en ello intento aportar mi "granito de tierra".
ResponderEliminar;-)
"Operación Don Felipe" http://www.kaosenlared.net/component/k2/item/48819-operaci%C3%B3n-don-felipe-el-plan-del-cni-para-salvar-al-r%C3%A9gimen.html Muy interesante.
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