jueves, 16 de junio de 2016

Os re-Q


Hoy tengo ganas de reescribir. Es un verbo bonito, volver a escribir en lo ya escrito. Contiene dos significados posibles, uno consiste en mejorar la interpretación original, el otro en modificar y ofrecer otra interpretación. Hace pocos años escribí algo de ficción, imaginando que en el año 2999 los ciber arqueólogos podrían dar con algún post mío y tratar de entenderlo. Entonces yo estaría muerto, pero mis palabras estarían vivas o serían revividas. Las palabras viven y perduran más allá de los individuos que las dijeron o escribieron... Tengo envidia de los poetas. Porque no sólo sus palabras perduran, sino que además suelen hacerlo en el amor, en los lectores enamorados, en los actores que interpretan, en los oídos de los amados...


Soy motorista y reescribir puede ser para mí como reconducir. Donde a veces cambio repentinamente de dirección o de sentido y  voy a otro sitio... A dar un beso que alguna vez negué... A escuchar unas palabras que nunca me dijeron... A formular una pregunta que me impidió la timidez... Es así porque re-interpreto, es decir, a veces conduzco mi moto sólo para pensar y discurrir sobre los aspectos importantes que hallo en la vida. Curiosa la mente humana, y aún siendo masculina, puede conducir a gran velocidad una máquina mientras reflexiona serenamente sobre alguna cuestión vital. No soy sabio, ignoro más de lo que sé, quizás por ello todo podría resumirse en un objetivo, hallar las cuestiones adecuadas y formular las preguntas necesarias para seguir interpretando o re-interpretando.

                                            
Las cuestiones adecuadas para hallar los aspectos importantes de la vida, ¿es la muerte una cuestión adecuada para la vida?. Porque a veces, cuando mantengo a gran velocidad a mi moto por la autopista, imagino qué pasaría si un accidente acabara en ese momento con mi existencia. Entonces comienzo a preguntarme cómo quedaría la vida por la que ahora viajo, sin mí. Qué dirían de mí mis cercanos, qué me habría quedado por hacer, qué sería de mis proyectos sin acabar... Es curioso, imaginando la vida después de mi muerte puedo mejorar mi vida y perder miedo a la muerte. Ello no garantiza que cuando llegue mi hora esté preparado para morir, creo que nunca los estaré, o quizás sí, quién sabe.

No es todo, pensar en mi muerte también me ha ofrecido inmortalidad. Sí, por ejemplo en esas largas rectas y a una velocidad de 120 kilómetros por hora, donde el horizonte se pierde en algún bosque inclinado (como los bosques de la Serranía de Mijas, que suelen adornar las salidas y retornos de mis viajes en moto). Y recuerdo que también porto vidas colectivas; re-cuerdo, como de volver a ser cuerdo. Entonces ser cuerdo de la misma vida que lleva aquel bosque o los animales que contiene, de la misma vida que tienen los pasajeros de los autocares que adelanto con la moto. Y de repente la vida que llevo resulta más fuerte de lo que creía. Entiendo que en los pocos años de una vida individual va creciendo una Evolución de miles de millones de años. Y podría acelerar la moto como si fuese un "dios", no porque pudiese ser inmortal, sino porque también llevo una vida capaz de alcanzar grados de divinidad. Humana, planetaria, universal...

                     

Si además interpreto e incorporo a la materia inorgánica en mis reflexiones ya no se escaparía ni el tiempo, porque mis células vivas están formadas por átomos de materia inorgánica que nunca desaparecerán. Seguramente algunos de mis átomos formaron las primeras piedras, incluso pudieron ser parte de los cuerpos de otros seres vivos del pasado. Seguro que mis átomos fueron testigos del nacimiento de este sistema solar. Pero no son mis átomos, son del Cosmos y de la Vida. El tiempo, el espacio y la vida también soy yo, o tú; brevemente, de esas brevedades continuas que forman el infinito de la vida, de toda una eternidad. Es curioso cómo al ser solidario al máximo y compartir la existencia con todos los seres, horas y átomos, surge una frase lógica: “soy la Vida”. Que dicha así, sin más, puede conducir a equivocarnos y pensar que quien lo dice padece delirios mesiánicos. Pero un simple mortal, como un humilde motorista, podría explicarlo y experimentarlo.

Tú no sólo eres tú, eres la Vida, y ya lo serás siempre, aunque mueras. Puedes sentirte un fracasado que no tiene nada, alguien a quien nadie quiere y, sin embargo, seguirás siendo parte del mayor tesoro que existe, el Cosmos y la Vida que contiene. Aunque individualmente mueras y desaparezcas estás inscrito en la eternidad. Tus hechos forman parte de todos los hechos y tus palabras de todas las palabras. Sólo que no siempre tendrás ocasión de volver a hablar o de reescribir. Quizás por eso acostumbro a finalizar mis escritos con un:


Y no para finalizar en un "se acabó", sino entendiendo el fin como un propósito, incluso para poder hacer del fin un infinito, si éste fuera el objetivo. De igual modo mi muerte o la de cualquiera no impide a la inmortalidad, que también es parte de nosotros mientras vivimos. Quizás sólo vivimos el primer día y los siguientes simplemente revivimos. Quizás morimos y re-morimos mientras vivimos. ¿Fin o nuevo inicio?, ¿el infinito tuvo principio? No sabemos cómo empezó todo y no sabemos cómo acabará, pero sabemos preguntar. Volver a cuestionar, responder con preguntas para llegar a dudar. Afirmar la duda, una contradicción si no pudiésemos reafirmar al amor. ¿Puede amar alguien que no sepa qué es el amor?, ¿puede saberse qué es el amor y no amar? ¿Puede la re-lectura entender algo que no pudo la lectura? ¿Es mejor revivir que vivir?, ¿re-amar que amar?

Os re-quiero

No hay comentarios:

Publicar un comentario