"Agotad todas las combinaciones posibles para asegurar
la libertad, si no contienen un medio de ilustrar a la masa de los
ciudadanos, todos vuestros esfuerzos serán en vano"
Condorcet ("Cinco memorias sobre la instrucción pública y otros escritos", Morata S.L. 2001)
Jamás he podido entender la poca importancia pública que se concede a la obtención de la ciudadanía democrática en España. Siendo extensible al propio conocimiento (como posesión) de las máximas leyes establecidas para la ciudadanía. Así este post versará sobre la lucidez pública cuando de educación democrática se trata, proponiendo una medida justa, o bien justificada, para completar los fundamentos de la Democracia. Yendo más allá, incluso, de la llamada nueva política, ya que dicha idea o parecida no figura en ningún programa político que concurren a las próximas elecciones generales del 26 de junio de 2016. La idea es sencilla, los poderes públicos pueden y deberían conmemorar la mayoría de edad de sus nacionales porque supone la aparición de nuevos ciudadanos.
Conmemorarlo es una demostración inequívoca de la importancia, tanto de la aparición de nuevos ciudadanos, como de que aparezcan bien formados y con las leyes fundamentales en sus bolsillos, poseyéndolas. Creo que un verdadero demócrata puede entender perfectamente esta propuesta y secundarla. Siendo también una llamada ciudadana a su sentido de la docencia, profesional o no. Pero ante todo es una llamada política (responsable de la Educación Pública) cuya finalidad es, curiosamente, el aprendizaje ciudadano. Aprender para mantener un discurso coherente siguiendo las pautas de quienes nos han precedido en la historia de la democracia y en sus diversos campos de investigación, para dar con una clave práctica inexistente todavía en nuestro país.
Condorcet ("Cinco memorias sobre la instrucción pública y otros escritos", Morata S.L. 2001)
Jamás he podido entender la poca importancia pública que se concede a la obtención de la ciudadanía democrática en España. Siendo extensible al propio conocimiento (como posesión) de las máximas leyes establecidas para la ciudadanía. Así este post versará sobre la lucidez pública cuando de educación democrática se trata, proponiendo una medida justa, o bien justificada, para completar los fundamentos de la Democracia. Yendo más allá, incluso, de la llamada nueva política, ya que dicha idea o parecida no figura en ningún programa político que concurren a las próximas elecciones generales del 26 de junio de 2016. La idea es sencilla, los poderes públicos pueden y deberían conmemorar la mayoría de edad de sus nacionales porque supone la aparición de nuevos ciudadanos.
Conmemorarlo es una demostración inequívoca de la importancia, tanto de la aparición de nuevos ciudadanos, como de que aparezcan bien formados y con las leyes fundamentales en sus bolsillos, poseyéndolas. Creo que un verdadero demócrata puede entender perfectamente esta propuesta y secundarla. Siendo también una llamada ciudadana a su sentido de la docencia, profesional o no. Pero ante todo es una llamada política (responsable de la Educación Pública) cuya finalidad es, curiosamente, el aprendizaje ciudadano. Aprender para mantener un discurso coherente siguiendo las pautas de quienes nos han precedido en la historia de la democracia y en sus diversos campos de investigación, para dar con una clave práctica inexistente todavía en nuestro país.
¿Qué es la ciudadanía?, saber responder es crucial, ¿cuándo es la ciudadanía?, también. Responder bien en cualquier país democrático, en todos aquellos donde la ciudadanía se hace efectiva a la mayoría de edad y no existe reconocimiento o conmemoración pública que subraye la importancia del hecho. Si bien la nacionalidad se adquiere por nacimiento, la ciudadanía se adquiere, además, por mayoría de edad. Por ejemplo en la Constitución Política de México, donde el artículo 34 describe entre los requisitos para obtener la ciudadanía haber alcanzado la mayoría de edad. También para tener la ciudadanía colombiana se requiere cumplir con la mayoría de edad, según establece la Ley 27 de 1977, artículo 1 (ver también artículos 98 y 99 de su Constituciòn Nacional). Y así en casi todos los páises democráticos. En definitiva, "nacen" (cumplen mayoría de edad) nuevos ciudadanos todos los años y ningún poder público o representantes de los mismos dan la enhorabuena y ofrecen un significado trascendental a este importante acontecimiento en las vidas individuales y para la vida pública de una sociedad democrática.
También desde el aspecto familiar la idea goza de potente lógica. Porque celebramos cuando nuestros hijos hacen la primera comunión (o 1ª Confesión ante la respectiva religión), celebramos cuando se gradúan en la Enseñanza Básica, en la Media y en la Superior. Celebramos cuando nuestros hijos pueden ser ya padres. Celebramos su primer trabajo. También cuando se comprometen en matrimonio y, posteriormente, se casan. Celebramos cuando los hijos nos dan nietos. Celebramos muchos eventos en relación con nuestros hijos, pero: ¿olvidamos alguna celebración importante?. ¿Olvidamos que ser consciente sobre qué es la ciudadanía (derechos y deberes) es bueno para cualquier hijo de 18 años y que ello merece una conmemoración y celebración?
También desde el aspecto familiar la idea goza de potente lógica. Porque celebramos cuando nuestros hijos hacen la primera comunión (o 1ª Confesión ante la respectiva religión), celebramos cuando se gradúan en la Enseñanza Básica, en la Media y en la Superior. Celebramos cuando nuestros hijos pueden ser ya padres. Celebramos su primer trabajo. También cuando se comprometen en matrimonio y, posteriormente, se casan. Celebramos cuando los hijos nos dan nietos. Celebramos muchos eventos en relación con nuestros hijos, pero: ¿olvidamos alguna celebración importante?. ¿Olvidamos que ser consciente sobre qué es la ciudadanía (derechos y deberes) es bueno para cualquier hijo de 18 años y que ello merece una conmemoración y celebración?
Encontramos tres anfitriones posibles capaces de organizar
conmemoraciones dignas para los nuevos y jóvenes ciudadanos y
ciudadanas. Uno son los padres, la familia, y el asunto entra más en el
ámbito privado. Otro son los institutos y las academias, pero la
enseñanza obligatoria es hasta los dieciséis años, no todos estarían
estudiando al cumplir la mayoría de edad. Y el tercer anfitrión posible,
quizás el más importante, está formado por los poderes públicos; entre
ellos los ayuntamientos son los más cercanos y posiblemente los más
adecuados para la celebración física. Aunque cualquiera de los Tres
Poderes de la nación y de las comunidades autonómicas también pueden
tener gestos conmemorativos que no requieran la presencia física, como
la emisión y el envío de documentos, titulaciones o leyes. En gran
medida la ciudadanía tiene mucho de título público, e incluso de cargo
público, ya que está sujeta a obligaciones y responsabilidades públicas
(como cualquier cargo público).
En definitiva es, o debería de ser, público y notorio que debido al valor, esfuerzo y victoria de muchas personas libres existe hoy en día la CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA, que es concedida, con plenos derechos y obligaciones, a nuestros hijos cuando obtienen la mayoría de edad (derecho a votar y ser votado). La democracia puede ser interpretada y presentada como una victoria, la historia nos lo recuerda continuamente. La ciudadanía democrática es un nivel superior de civilización (y del conocimiento) que desgraciadamente todos los pueblos o naciones no tienen. Hubo un presente donde no estaba la democracia, muchos la querían y la imaginaban para el futuro, así fue soñada una y otra vez. Ahora podemos soñar con la fiesta de la ciudadanía democrática, celebrar que somos vencedores y, como tales, pasamos a nuestros hijos los conceptos conquistados y lo celebramos.
En definitiva es, o debería de ser, público y notorio que debido al valor, esfuerzo y victoria de muchas personas libres existe hoy en día la CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA, que es concedida, con plenos derechos y obligaciones, a nuestros hijos cuando obtienen la mayoría de edad (derecho a votar y ser votado). La democracia puede ser interpretada y presentada como una victoria, la historia nos lo recuerda continuamente. La ciudadanía democrática es un nivel superior de civilización (y del conocimiento) que desgraciadamente todos los pueblos o naciones no tienen. Hubo un presente donde no estaba la democracia, muchos la querían y la imaginaban para el futuro, así fue soñada una y otra vez. Ahora podemos soñar con la fiesta de la ciudadanía democrática, celebrar que somos vencedores y, como tales, pasamos a nuestros hijos los conceptos conquistados y lo celebramos.
Por esto quiero soñar voluntariamente. Imagino que al menos una vez al año en una gran plaza de mi municipio se reúnen las autoridades municipales, junto a los jóvenes que durante dicho año han cumplido 18 años, también sus familiares y todo el público que lo desee. Imagino a las autoridades en el escenario y a los jóvenes (unos cincuenta) sentados frente al escenario en sillas individuales mientras los familiares y público permanecen alrededor. Entonces, en mi sueño, el alcalde o alcaldesa se levanta y pronuncia un discurso parecido al siguiente:
“Nuevos ciudadanos y nuevas ciudadanas de Benalmádena, hoy es un día grande para vosotros y vosotras. En este momento la comunidad democrática y adulta de vuestro municipio reconocemos verbalmente y por escrito que sois conciudadanos con plenos derechos iguales a los nuestros. En este día os convertís en hombres y mujeres libres en la Democracia establecida, plenamente adultos. Ya nadie hablará o firmará por vosotros si no queréis, ya no tenéis tutores, ahora vosotros mismos sois vuestros propios tutores. Hoy nosotros y nuestras leyes os concedemos la “llave” que abrirá la democracia de gobierno en vosotros: el derecho a votar y a presentarse para ser votado. Bienvenidos/as al Gobierno del Pueblo, ya sois “uno” con nosotros.
Vuestra
ciudadanía general descansa en vuestro empadronamiento, por ello
nosotros decimos que hoy, además de ciudadanos municipales, os convertís
también en ciudadanos provinciales, ciudadanos autonómicos, ciudadanos
españoles (donde reside la Soberanía) y ciudadanos de la Unión Europea.
De todas estas ciudadanías es la soberana quien nos otorga las Leyes
Fundamentales (Constitución Española) donde descansa nuestra nación
democrática y nuestra libertad es regulada. Siendo el mayor tesoro legal
que tenemos, y su fuerza radica en que ninguna otra ley, proceda de
donde proceda, puede contradecir a ningún artículo de la Constitución
del Reino de España. A partir de hoy sois co-soberanos de España, porque
parte de su Soberanía os corresponde por derecho legítimo y en este día
magnífico os es entregada.
Y he de recordar en mayúsculas que LA CALIDAD DE LA CIUDADANÍA DEPENDE DEL GRADO DEL CONOCIMIENTO EXPRESADO POR LAS LEYES QUE LA REGULAN. Por ello no os podemos nombrar ciudadanos y ciudadanas sin que os entreguemos en este acto un "pendrive" conmemorativo a cada uno de vosotros que contiene los textos completos de la Constitución Española; además de un resumen de las leyes municipales, autonómicas y de la Unión Europea. Y aquellas otras reconocidas internacionalmente como la Carta Internacional de los Derechos Humanos). Debéis guardar estas leyes siempre con vosotros y cuando progresen ponedlas al día, porque si las desconocéis también desconoceréis a vuestra propia ciudadanía. Y para contribuir a no olvidar, también se os entregará una copia de este Discurso a cada uno de vosotros. Además de todas las direcciones de Internet relacionadas con este evento ciudadano.
Y he de recordar en mayúsculas que LA CALIDAD DE LA CIUDADANÍA DEPENDE DEL GRADO DEL CONOCIMIENTO EXPRESADO POR LAS LEYES QUE LA REGULAN. Por ello no os podemos nombrar ciudadanos y ciudadanas sin que os entreguemos en este acto un "pendrive" conmemorativo a cada uno de vosotros que contiene los textos completos de la Constitución Española; además de un resumen de las leyes municipales, autonómicas y de la Unión Europea. Y aquellas otras reconocidas internacionalmente como la Carta Internacional de los Derechos Humanos). Debéis guardar estas leyes siempre con vosotros y cuando progresen ponedlas al día, porque si las desconocéis también desconoceréis a vuestra propia ciudadanía. Y para contribuir a no olvidar, también se os entregará una copia de este Discurso a cada uno de vosotros. Además de todas las direcciones de Internet relacionadas con este evento ciudadano.
Antes de finalizar quiero felicitar y aplaudir desde aquí a los tutores que habéis tenido hasta ahora por la excelente labor realizada. También creo justo recordar la memoria de los ciudadanos y ciudadanas que nos han abandonado por defunción en los últimos meses. En cierta manera vosotros recogéis el “testigo” de ciudadanos que fueron antes que vosotros. Ciudadanos del pasado que quizás no lo hicieron muy bien, pero tampoco lo hicieron mal, la prueba es la libertad ciudadana que hoy estrenáis. Esos ciudadanos y ciudadanas del pasado me enseñaron algo muy importante: “somos ciudadanos antes que contribuyentes y muy por encima de nuestra identificación como consumidores”. Si fuéramos consumidores antes que ciudadanos la civilización se convertiría en “ganadería”. Desde aquí os pido y ruego que no consintáis nunca que las comunidades democráticas públicas se conviertan en un mero “mercado de consumo” donde la mayoría de los individuos desconozcan a sus ciudadanías.
Ciudadanas y ciudadanos, desde vuestra infancia la cultura os ha mostrado en muchas ocasiones el culto al individuo, a la competitividad, a ser o tratar de ser los primeros y que los últimos son siempre “los perdedores”. Ahora estamos en otro lugar de la cultura, aquí no hay primeros ni últimos, cualquiera de vuestros votos es igual y tiene el mismo valor que el voto del presidente del Gobierno: ¿comprendéis ahora la grandeza que hoy se os transmite cuando os reconocemos y nombramos “ciudadanos democráticos”?
Hemos mantenido viva la hoguera de la democracia para que hoy su luz podamos ofrecerla a cada uno de vosotros. Que siempre podáis disfrutar de esta ciudadanía que hoy estrenáis y que siempre os ilumine su luz. Gracias. ”
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