sábado, 10 de septiembre de 2011

EAH23 AMOR, ESCULTURA Y 15M

La mirada estimula mucho al pensamiento, al que recurre el amor cuando, además de sentir, quiere saber.






¿Cuál es la mejor escultura que he contemplado?. Difícil elección. Más allá de las muy famosas hay una que, para mí, compite hasta con el David o la Piedad de Miguel Ángel.




Una escultura que, cuando me acercaba a ella, me cautivó con su metro de altura, pero también me engañó, muy agradablemente... Algo que agradecer a la marquesa de Pompadur, que encargó la obra, más aún a su autor, Étienne Maurice Falconet (1716-1791). Se titula “El amor” y es de mármol blanco. Representa a un niño sentado con aspecto algo travieso.


 Qué naturalidad, qué fino tallado, una representación escultórica magnífica. Y como decía, cuando me acerqué a ella, la obra dirigió mi mirada al dedo índice de su mano derecha que, sobre sus labios, me invitaban al silencio.


Y pensando sobre porqué aquel pequeño niño era la representación del amor o de Cupido, mientras observaba atentamente el resto de la escultura, cuando iba a terminar mi contemplación, de pronto, vi el centro de la misma, el genial detalle: la otra mano del niño ángel, colocada a hurtadillas sobre un cesto de flechas, mientras trata de sacar una.


Entonces pensé, “qué bueno”, la escultura me atrajo y me engañó dulcemente al indicarme silencio, mientras hubiera tenido tiempo para clavarme una flecha sin haberme dado cuenta, como en los enamoramientos. Pura magia, una de las esencias del amor. Sí, esta obra es una genial transformación del ángel Cupido, repartiendo amor a desprevenidos como yo. Bueno, en realidad, al ser ángel, es mensajero, no crea al amor, sino lo dirige o conduce a ciertos corazones. Y no sólo me recuerda al amor de pareja, también a cualquier amor, como al que sentimos por la dignidad democrática. Si tuviera que unir este post al anterior diría que como el 15M, que se gestaba a mi alrededor con “Anonymous”, “No les votes” (ley Sinde) y con DRY o “Juventud Sin Futuro”. Y mientras reflexionaba en silencio nacía un movimiento sin igual entre los españoles... y, casi sin darme cuenta, la punta de la lanza derramaba en mis venas el dulce néctar de la solidaridad ciudadana y el amor social.
;-)

4 comentarios:

  1. Encontré este blog, relacionado con este tema:
    http://enbuscadeeros.blogspot.com/2011/02/guia-del-documental-4-la-flecha.html
    Quizás te guste.

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  2. Vuelvo sobre el tema:

    Hay mucha literatura (e imaginería) sobre el niño/ángel dispensador de amor, Cupido. El griego diferencia dos formas de amor (que yo sepa): el más sensual, de gran componente corporal, Eros y el más cultural/espiritual, Ágape.

    El primero tiene fama de pícaro, infantil y egocéntrico. El segundo, de maduro, profundo y compasivo.

    Las corrientes religiosas (y en nuestro seno, el catolicismo) han hecho cuanto han podido por avivar esa imagen irresponsable de Eros, que dispara, no amor, sino pasión irrefrenable, convirtiendo en víctima al receptor de la flecha. Y la han confrontado con el amor espiritualizado de Ágape, perpetuando así la oposición cuerpo-alma, que tantos dividendos le ha procurado a la hora de controlar adeptos.

    Pero si nos liberamos de la dicotomía y acogemos el amor como lo que es, unitario, la imagen de la escultura de Falconet, alcanza una gozosa dimensión.

    También a mí me subyugó su contemplación (bien que parcial por gráfica y no en presencia, como entiendo que la gozaste tú).
    Sentía claramente que el amor produce una percepción pura, exenta de juicios, que es muy difícil encontrar en adultos, pero que pertenece aún al niño antes de quedar condicionado por el "aprendizaje". De ahí que se trate de un niño, pero señalando otro nivel por ser también ángel. Y desde esa fuerza pura (que no infantil en el sentido acostumbrado) se pide silencio para acallar la mente y permitir que la flecha del amor viviente, encuentre el recipiente adecuado para dar fruto. Y va preparando la flecha a hurtadillas mientras la mente reposa, pues el amor no es el don a una solicitud, sino a una actitud.

    Cuando la mente, en su inercia habitual, juzga limita el amor al juego de pasiones y apetencias, siempre pasajeras. Y no es que eso sea malo ¡en absoluto! tan sólo dificulta que el poder del amor alcance a la persona en su totalidad, lo que equivale a dotarle de conocimiento.

    Una de las experiencias más plenas es "sentir" que el conocimiento activo es pura fuerza de amor.

    Y no aleja ni desprecia al erotismo y a la pasión. Al contrario, los integra y les aporta profundidad y duración.

    Esta es mi experiencia vital y lo que vi en la maravillosa escultura que nos presentas.

    ¿Me he extendido demasiado?
    Un abrazo.

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  3. Precioso post y brillantísimo comentario el de Orfeo.

    Tal vez el problema es que acabamos prostituyendo el amor, como casi todo en la vida.

    Gracias, un placer leeros.

    MarAmunt

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  4. Muchas gracias, Orfeo, primero por el enlace, después por tu brillante comentario. El enlace es interesante, pero para serte sincero no veo la palabra "malévolo" como esencia de la escultura del niño ángel del amor. Por ello tu posterior comentario es excelente.

    Quizás la pauta más heterogénea en el mundo animal sean los rituales de apareamiento. Hasta podríamos decir que cada especie tiene su propia cultura al respecto. En unas predominan los sonidos o cánticos, como en los pájaros, también los bailes, y los colores, los olores, etc... Con la expansión de la especie homo sapiens su ritual fue variando al mismo ritmo que sus nuevas culturas, éticas y religiones. Al macho sapiens le era suficiente la visión pasiva y con ella podía elegir una hembra para tener descendencia, pero la hembra sapiens necesitaba una visión activa, no sólo una buena estética del macho, sino verlo actuar, que fuera un buen cazador o constructor de chozas, por ejemplo.

    Ahora todo es más complejo (no necesariamente complicado, aunque suele) porque la psique, mente o ánima del sapiens ha evolucionado mucho, el sexo y la reproducción siguen siendo fundamentales, pero ahora hay más, mucho más. El instinto de perpetuar la raza ha pasado a ser también un mundo de sentimientos donde la razón o la ciencia aún no han podido sentar cátedra. Ahora ya dos clases de sexo, uno muy común y extendido, que no busca la reproducción. Y otro que busca la reproducción y que después continúa en una especie de fidelidad de la pareja. Este último necesita sentimientos, aunque la pasión puede vestir a los dos.

    Y en tu comentario hay una sentencia que me encanta: " Una de las experiencias más plenas es "sentir" que el conocimiento activo es pura fuerza de amor". Y al hilo de la mitología griega ello me recuerda al dios Hermes, que recién nacido saltó de la cuna y le robó los bueyes a su hermano adulto Apolo. Su padre, el dios Zeus (dios principal) junto a su otro hijo el dios Apolo le pidieron explicaciones al dios "ladrón" y éste fue tan cautivador que el propio Zeus lo perdonó y su hermano Apolo se hizo amigo de él y le regaló los bueyes. Porque... quedaron prendados del conocimiento activo de Hermes. Que, por cierto, llevaba alas, en los talones.

    Un abrazo, Orfeo y muchos besos, Cristina.

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