Democratización
de la indignación pública
Aceptando la realidad
que me presenta Vicenç Navarro en su artículo “Una de las mil
razones para estar indignados” http://www.vnavarro.org/?p=10307
he de decir que para mí es un orgullo que este artículo que escribo
“no se publicará en ninguno
de los cinco rotativos más importantes del país”.
Señal que no ha pasado los filtros de control de los interesados en
esta injusticia social, o como señala Navarro en el mismo artículo:
“la
banca tiene un enorme poder sobre el BCE, sobre las instituciones que
gobiernan la Eurozona, sobre el gobierno español y, no lo olvide,
sobre los medios de información y persuasión“.
Mis letras no sirven a la banca, ni al precio tan elevado por sus
inmensas ganancias: la injusticia social y la pobreza indigna de
millones de mis conciudadanos. En palabras del propio Navarro: “El
gobierno Rajoy está recortando y desmantelando el Estado del
Bienestar de España”.
Se está procediendo a crear un “infierno social” de por vida
para muchos millones de conciudadanos nuestros. No podemos permanecer
impasibles, ni físicamente (votos, manifestaciones de protesta,
asambleas...), ni mentalmente (método, discurso, enciclopedia...),
No debemos permanecer impasibles e indiferentes aquellos que
necesitamos contribuir a la justicia social, y por extensión, a la
justicia económica, a la justicia política y, cómo no, a la propia
justicia.
Si el Sistema permite
la injusticia social: hay que arreglar el Sistema. Tremenda lógica,
y además histórica. Por eso sabemos cómo se arregla. Según la
Historia hay dos maneras principales:
Arreglar el
Sistema desde dentro.
Arreglar al
Sistema desde fuera.
La primera manera es
plenamente legal. Además todos estamos dentro, en el Censo Electoral
Soberano, más concretamente en sus votos emitidos y escrutados,
porque son pilares del Sistema. La ciudadanía y sus votos es el
pilar más fuerte de la Democracia. El problema es que hay algo más
poderoso que los votos y que suele pasar desapercibido: “aquello
o aquellos que proponen las opciones de voto”. Pongamos un
ejemplo claro y contundente: Si me dan a elegir presidente entre
cuarenta ladrones: mi voto no vale nada, porque si votara: votaría a
un ladrón, y si no voto: también saldría un ladrón como
presidente. Por lo tanto de nada nos servirá el voto si las opciones
no están a la altura suficiente. Lógicamente esto indica que
debemos participar también en ofrecernos las opciones, para después
votarlas. Así podemos garantizar un gobierno democrático que sepa
traducir la voluntad general de su ciudadanía, el Sistema adecuado o
arreglado.
Estamos en una
democracia representativa, mejor dicho, en el Paraíso de los
Representantes. Han radicalizado la democracia representativa,
aquí sólo se vota una vez cada cuatro años para elegir
representantes entre los “adecuadamente” propuestos (con grandes
sumas de dinero financiando las campañas electorales); y ya no se
vota más hasta dentro de cuatro años y para lo mismo, punto y
final. Se acabó la democracia de los votos y comienza la política
de los votados bajo la marca “democracia”. Es como la “happy
hour” pero que dura cuatro años... ¡qué digo “happy
hour”!, ¡barra libre durante cuatro años!. Sobre todo si como
ahora el gobierno central tiene mayoría absoluta, es decir, control
del Legislativo y de la mayor parte del Judicial (incluidas
fiscalías, obviamente). Si además este partido del gobierno, el PP,
es nido de numerosos corruptos asociados con empresarios millonarios
(sólo algunos en prisión). Y donde en su propia tesorería (su
tesorero más emblemático en prisión) se ha repartido sobresueldos,
organizadamente, con dinero en B procedente de empresas que buscaban
favores políticos. Si además juntamos una leyes tremendamente
injustas junto a unas medidas sociales excesivamente severas nos
aparecen gente sin alma política e indiferentes a la dignidad
social.
Ante
esta situación extrema, de indignidad para la inmensa mayoría y de
pobreza severa para millones de españoles, aparece la segunda
posibilidad de arreglar al Sistema: “Cambiar el Sistema desde
fuera”, la revolución. Ante esta palabra o concepto solemos acudir
como demócratas e imaginamos a una inmensa manifestación de
ciudadanos en el centro de una capital pidiendo la dimisión del
gobierno o incluso constituyentes nuevas. Después también el
concepto acepta la violencia, y ahí está la historia para
demostrarlo y hablarnos de las revoluciones políticas más famosas.
Donde por cierto, el poder caía con frecuencia en las manos más
crueles, apareciendo una violencia innecesaria que a su vez demandaba
más justicia. Y así estos crueles se hacían jueces, pero al tiempo
caían como condenados, apareciendo la justicia como venganza. En
consecuencia, como demócrata, sólo tomaría las armas ante el fin
violento de la democracia y con las ideas claras y los compañeros
fieles a la democracia y su justicia. Creo que nunca me aliaría a
radicales anti democráticos de un signo para vencer a los radicales
anti democráticos del signo contrario. La violencia como demócrata
la aceptaría como última opción, agotando la primera posibilidad:
“Arreglar el Sistema desde dentro”, es decir, hasta que ya no se
pueda arreglar al Sistema desde dentro y sea ya un Sistema o Régimen
plenamente dictador al servicio de una persona y su entorno.
En paz, más
concretamente en paz “exigente” (con manifestaciones de protesta)
debemos además acceder al poder que ofrece las opciones al voto
ciudadano. Como en este caso padecemos una democracia representativa
radical, donde sólo podemos votar a representantes, debidamente
divididos, organizados y clasificados en partidos políticos, con
estatutos, programas electorales y, lo más importante, personas (no
en vano votamos a listas cerradas). Eso es lo que nos ofrecen,
personas debidamente separadas en listas cerradas. El voto, aquello
que introducimos en la urna, es literalmente una lista cerrada de
nombres de políticos. Así que lo primero que necesitamos para
arreglar al Sistema desde dentro son las personas. Necesitamos poder
votar una lista de personas que abran las obras para arreglar el
Sistema. Luego o por lo tanto requerimos un partido político afín,
o varios (en plural también es válido porque después varios
partidos pueden pactar y repartirse las tareas de arreglar el
Sistema).
Querer llevar a la
práctica esta clara teoría en las últimas décadas del siglo
pasado era una utopía. Porque difundir un programa electoral capaz
de arreglar el Sistema a nivel nacional (en definitiva una campaña
electoral para las elecciones generales) costaba mucho dinero. Ahora,
gracias a los adelantos tecnológicos como internet y sus redes
sociales, ya no cuesta tanto dinero, cada vez es menos utopía, una
realidad a nuestro alcance. Arreglar al Sistema desde dentro cada vez
es menos difícil para los ciudadanos dignos, más concretamente,
para los que exigen una mínima pero suficiente dignidad social para
todos los españoles. Aún así es difícil porque, como sabemos,
grandes mentirosos pueden entrar en juego, como sabemos, el poder
tentará con fáciles pero suculentos actos corruptos a todo el que
llegue a él, como sabemos, las ideologías pueden ser utilizadas
como meros disfraces para ocultar enriquecimiento privado, como
sabemos, existen los trolls del insulto y los mercenarios de la
presunta lógica, intentando enfrentar a unos contra otros.
Así, intentando
destacar lo positivo, esta Estafa/Crisis, esta tremenda pobreza para
muchos y disminución de ingresos para la mayoría absoluta, al menos
nos proporciona madurez ciudadana ante nuevos medios tecnológicos.
Debemos saber utilizarlos, salvar sus trampas, para poder crear y
votar a uno o varios partidos políticos con listados de personas
capaces de arreglar el Sistema con un claro y lógico plan o programa
previamente presentado como opción de voto y votado. Este es un post
simple y contundente, pero también un manifiesto incompleto, porque ahora termina
sin presentar ningún partido político nuevo o sin pedir voto para
algún partido político. El fin, para terminar, es ofrecer
posibilidad, ánimo o motivación a aquellos ciudadanos que quieren
arreglar el Sistema y saben cómo hacerlo para abrir la puerta
democrática de la Participación a todos los ciudadanos para que
arreglemos y tengamos el verdadero Sistema que honre fielmente a
quienes somos como país y soberanía democrática, ni más, ni
menos.
Gracias.
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