Algo pasa entre los humanos democráticos y algunos quieren dar un paso más en la evolución de la Democracia. #Occupy, #15M (incluidas las Mareas y la PAH) y #Nuitdebout son algunos de los nombres de lo que en español se conoce como "los indignados". Demócratas indignados con esta democracia oficial que permite injusticias con los más débiles económicamente y que va restando o recortando derechos fundamentales del trabajo, de la sanidad, de la educación... Son demócratas que se manifiestan para mostrar su indignación y, al mismo tiempo, abren asambleas en plena calle donde se informa, se opina, de debate, se aprende y se vota. Quizás como muestra o contrapartida a la democracia oficial, viciada y corrupta en dineros o influencias y sólo dando juego a unos pocos, los representantes (y sus amigos). Es una muestra de transversalidad que ningún partido político clásico puede admitir. (La transversalidad defiende la no vinculación con ningún tipo de idea política preconcebida ni con partidos políticos emanados de dichas ideologías)
La democracia representativa no es suficiente, ya no es suficiente. En un mundo donde la comunicación, la información, la opinión, la educación, la ciencia, la política... viajan a velocidad luz por la Red, era de esperar que esta hiperrevolución global, tarde o temprano, intentase llegar a la forma oficial de hacer democracia. Sólo faltaban las circunstancias adecuadas que han llegado en esta segunda década del nuevo siglo y del nuevo milenio. Donde la democracia representativa extrema ha sido incapaz de frenar (quizás todo lo contrario) el abuso sistemático de los económicamente más débiles y de la ciudadanía en general. Abocando a sociedades indignas y precarias para la gran mayoría. Se recorta al ciudadano libre, o a la gente, hasta límites insostenibles e indignos. Y estos ciudadanos democráticos manifiestan su deseo de participación en los gobiernos, más que por ideología, por necesidad de dignidad. Así los indignados están llegando. Es la democracia de la gente. La mayoría entre la gente (que acude a las asambleas en la vía pública) están dirigiendo movimientos ciudadanos en busca de una democracia digna. Para un Estado digno y, con la internacionalidad, hacia una Humanidad digna.
Soy uno de los indignados, pero escribo como humano. Vengo indignado "de serie", desde el paso de mi niñez a adolescencia donde encontré injusticias tremendas en los informativos, eran guerras, hambrunas, dictaduras, totalitarismos... En definitiva me di de bruces contra el terrible mundo adulto, o con su parte más terrible. En cierta manera, y a pesar del fin de la Guerra Fría, sigue siendo así, el niño o adolescente que se hace adulto o que asoma su conciencia al mundo adulto encuentra, todavía, guerras, millones de refugiados, hambrunas... Todo lo de antes, pero ahora, también, democracias representativas indignas, las mismas que hasta hace poco eran llamadas sociedades del bienestar. Como si el "bienestar social" sólo fuera útil ante la amenaza del imperio soviético y, caído éste, ya no hiciera falta. Entonces se desata la desigualdad, se debilitan los servicios públicos y aparece una precariedad económica, social, civil y política impropia de países democráticos.
Hasta los viejos partidos socialistas europeos se dejan llevar por un nuevo neoliberalismo (valga la redundancia) que esta vez no opera desde sociedades del bienestar, sino para convertir a éstas en sociedades económicamente sumisas. El medio utilizado son la austeridad y los recortes económicos y de derechos (entre ellos los laborales). Mientras una minoría selecta sigue aumentando ganancias, la inmensa mayoría sufre un severo retroceso social ante un mundo más evolucionado. Suena a contradicción y no resulta lógico. Por ello a través de la Red y de los traductores (robóticos o humanos) la indignación ciudadana encuentra puntos comunes en muchas ciudades distantes y entre ciudadanos de países diferentes. Como ahora pasa con #Nuitdebout, situando a París como ciudad mundial entre los demócratas y sus ciudades (por muy distantes que estén a París).
Para iniciar asamblea sólo un concepto (en plural) es fundamental: demócratas. Donde todas las partes se hacen iguales, con voz y voto, decidiendo la mayoría. Por ello antes de nada los indignados son o somos ciudadanos democráticos y nuestros movimientos son transversales. Consideramos y queremos (o eso creo) un cambio de época política hacia la participación ciudadana, sobre todo para garantizar los derechos fundamentales que a lo largo de la historia de la Democracia hemos conseguido en muchos pueblos de la Humanidad. No es un cambio de ideología, sino un posible pasaje hacia una época donde todas las ideologías democráticas pueden adaptarse (con menos líderes y más participación). Aún así, organizaciones minoritarias pueden querer apropiarse de la "propiedad intelectual" de cualquier movimiento de los indignados. Y a esto no tienen derecho ni siquiera las asociaciones minoritarias desde donde surgieron los movimientos indignados.
Los indignados forman seres colectivos democráticos que crecen, modifican sus mayorías y se van formando. Por tanto son las asambleas generales quienes tienen la voz general, nadie más. Puedo ser un socialista, o un liberal, o un comunista (democráticos) y al mismo tiempo ser un indignado y formar parte del movimiento en mi país y en la Humanidad . Obviamente a unos pocos (minoría económica selecta) interesa retratar sólo a los comunistas dentro de los indignados (por muy pocos que sean) y decir que los indignados son comunistas o radicales de izquierda. Pero yo soy indignado y no soy comunista, así a mí no pueden engañarme, está claro para la lógica política: una estructura de transversalidad no puede basarse en radicales de izquierdas (ni de derechas). En París ya se ha producido declaraciones del Movimiento #NuitDeBout que lo dejan claro:
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Llamada de la Nuit Debout, place de la République
8 de abril 2016, París
#NuitDebout ('Noche en pie')
Por todos lados en Europa, #40mars (9 de abril)
Levantémonos juntos
"Los debates que dan vida a las asambleas de la plaza de la República demuestran que el hartazgo manifiesto va mucho más allá de la reforma laboral y se extiende hacia una problemática más global: el replanteamiento de un sistema social y político en crisis y sin aliento. No seremos nosotros quienes lloremos su caída.
Este movimiento no nació y no morirá en París. De la primavera árabe al 15M, de la plaza de Tahrir al parque de Gezi, la plaza de la República y los todos los demás lugares ocupados en Francia son el reflejo de la mismas iras, las mismas esperanzas y la misma convicción: la necesidad de una sociedad nueva en la que democracia, dignidad y libertad no sean declaraciones vacías.
Los testimonios de apoyo que recibimos desde el extranjero nos dan calor y refuerzan nuestra determinación. Este movimiento es también el vuestro. No tiene ni límite, ni frontera, y pertenece a todas aquellas y aquellos que desean tomar parte en él. Somos miles, podemos ser millones. Juntos, de pie, despertados. Levantémonos juntos."
El #40mars (9 de abril), organizad vuestra #Nuitdebout
@NuitDebout
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Los indignados de París han hecho algo que me encanta: crear el cero y comenzar a contar. El cero es el 29 de febrero de 2016 y el uno es el 1 de marzo de 2016 (hoy es #52mars o 21 de abril de 2016). Parece sólo simbólico y como un guiño a la Revolución Francesa (que inauguró un nuevo calendario), pero también tiene significado político y actual para mí, donde la transversalidad cobra fundamento: somos o podemos ser de izquierdas, de derechas, de centros, de cualquier parte donde llegue la Democracia, porque somos demócratas en asambleas dispuestos a dignificar cualquier espacio democrático. Se busca el gobierno de la gente, no a las ideologías que quieren gobernar a la gente. Más que ideologías, interpreto, buscamos fórmulas para la participación del voto ciudadano en el Legislativo y en el Ejecutivo. Servir o respetar las voluntades de las mayorías es mi ideología. Donde las ciudadanías deben aprender a pronunciarse, sin intermediarios, ante las cuestiones fundamentales que los nuevos tiempos nos trasladan.
Merece la pena estar toda una noche en pie para gritar al amanecer: ¡Viva la Democracia!, sobre todo aquella bien utilizada para beneficio y dignidad de los pueblos humanos y para auto conocimiento de los mismos. Ojalá para toda la Humanidad Democrática y, algún día, para toda la Humanidad.
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