Hacía tiempo que no
sentía urgencia por abrir mi ordenador y empezar a escribir.
Provocado al ver este mediodía el programa televisivo “Al rojo
vivo” de la Sexta, donde el ex presidente de gobierno, Rodríguez
Zapatero, ha sido entrevistado. Y donde por fin le he escuchado
hablar sincero sobre la reforma exprés de la Constitución que pactó
en 2011 con el líder de la oposición, ahora presidente de gobierno,
Mariano Rajoy. Al respecto ha dicho: “No creo en los
referendos”, respondiendo a por qué no permitió que la
ciudadanía española votara directamente esa reforma de la
Constitución. Ello valida aún más mi tesis sobre la Democracia
Representativa Radical que padecemos en España. Quedando
claro las dos vías principales de la Democracia en la actualidad:
La Democracia Participativa (basada en la participación ciudadana).
La Democracia Representativa Radical (basada en la participación de los
representantes).
Por supuesto que entre ellas hay
términos, grados o niveles medios, pero ya no basta decir que uno es
demócrata o ciudadano democrático, ahora es necesario especificar.
¿demócrata de la participación o demócrata de la representación?.
Soy uno de los demócratas de la participación y ante mis compañeros
sólo puedo ser humilde, exponiendo mis ideas con la esperanza que
otras mentes democráticas mejores que la mía puedan perfeccionarlas
o sustituirlas por otras mejores (en definitiva no servimos a ningún
individuo, sino a la colectividad o interés general). Pero ante los
demócratas de la representación sólo me queda levantarme como
maestro y empezar a dar lecciones, en este caso o post daré
lecciones a todo un profesor en derecho constitucional como Rodríguez
Zapatero, y si es osadía, no hay otro camino, seré osado.
La democracia
representativa radical, es decir, dejar todas las decisiones de
gobierno y legislativas en manos de los representantes, incluidas las
reformas de la Constitución, no es “el gobierno del pueblo”,
sino “el gobierno de los representantes del pueblo”. Para
ser representante del pueblo no es necesario la democracia, pues
muchos dictadores se auto proclaman representantes legítimos de su
pueblo, nación o soberanía. O estos mismos dictadores nombran a los
que van a representar al país ante organismos internacionales como
la ONU, por ejemplo. Pero también en la democracia participativa son
necesarios los representantes, pues todo no se puede decidir por
democracia directa. Y siempre habrá algo que negociar con otros
países y en tiempo real, además de seguir necesitando la figura de
los embajadores.
Por ello, igual que en la
democracia o entre los demócratas, debo trazar otra línea divisoria
entre los representantes democráticos (los políticos con cargos
públicos). A los que quieren todo el poder para ellos, una vez
elegidos por las elecciones o los votos ciudadanos, les llamaré
“príncipes” (recordando lecturas de Maquiavelo) y a los
representantes que desean ofrecer, como regla general, las decisiones
de gobierno o legislativas al voto directo de los ciudadanos, les
llamaré eso, “ciudadanos”. Así quedaría la cosa:
Ciudadanos
Representantes (democracia participativa).
Príncipes
Representantes (democracia representativa radical).
Esto es muy importante y
muy serio, estamos ante un paso atrás o un paso adelante en la
Historia de la Democracia, y por ende en la propia Historia de la
Humanidad. En mi caso la actualidad me ofrece un hilo conductor con
la última declaración pública del ex presidente de gobierno
Rodríquez Zapatero. Porque esta persona política apareció hace una
década en la actualidad política y pública de España como un
“príncipe bueno” (recordando otra vez a Maquiavelo). Tan bueno
parecía que muchos le llamaron “Bambi” haciendo alusión a su
ternura, pero también a su ingenuidad. Este “príncipe bueno”,
como presidente de gobierno democrático, inició actuaciones
ejecutivas y aprobó decretos legislativos para una notable mejoría
social. La sociedad mejoró, era un príncipe bueno... hasta que
llegó la crisis (impronunciable en sus inicios para él) y le
quitaron el dinero con el que podía ser bueno. Entonces apareció su
esencia, era y es un príncipe representante, con derecho (con
derecho según él, no según yo) para cambiar o modificar la Carta
Magna de los españoles sin contar con los españoles. Para muchos
aquella decisión política fue impactante y con profundo trauma
ético. La intelectualidad colectiva necesitó redefinir a la
Democracia.
La esencia de la política
actual se abrió, ante nosotros los ciudadanos, de golpe y porrazo.
Detrás de un “príncipe bueno” vino un “príncipe malo”, y
en la misma persona. Después, ahora, todavía peor, vino, o el
“príncipe” Zapatero fue sustituido, por otro “príncipe malo”
(el príncipe representante y actual presidente Rajoy). Y ojo al
dato, fue sustituido por el voto mayoritario de los españoles, tan
mayoritario que obtuvo la mayoría absoluta en el Legislativo. Para
algunos tenemos lo que merecemos, pero es incierto. Rajoy mintió, no
sólo en la fachada o alzado de su programa electoral, también en
los interiores y en la propia estructura, nos “vendió gato por
liebre”. Hemos sido víctimas, los ciudadanos españoles, del
engaño con el que pueden actuar impunemente los príncipes
representantes, algo que sería imposible entre ciudadanos
representantes (o en democracia participativa).
La democracia
participativa, los referendos democráticos en los que no cree el
demócrata (de democracia representativa radical) señor Zapatero.
Personaje con amplio acceso a los medios de información públicos.
Así qué menos que desde esos medios de información pública,
aunque pequeños (o “microscópicos” como este blog) demos
lecciones democráticas al señor Zapatero. No nos queda otra si
queremos mejorar. Y no dar lecciones por creernos mejores, ni mejorar
por mejorar, sino para salir de este tormento social que padecen
muchos, cada vez más y camino hacia la mayoría (o que ya es
mayoría). Al “príncipe malo” que se fue (pero que sigue
argumentando públicamente y con gran difusión) y al “príncipe
malo” que ahora preside, señor Rajoy, decirles claramente que
nosotros los representados, los ciudadanos españoles, no somos
tontos. Gozamos de plenas facultades políticas y en consecuencia
podemos actuar de manera inteligente. No sólo quejarnos, sino además
llevar la solución... o qué menos que mostrar hacia dónde, a qué
vía o cauce, conduce el empuje actual de la evolución democrática.
Más que pueblo, somos la
Ciudadanía, concretamente la inscrita en el censo electoral, somos
los propietarios de España, los titulares de su soberanía. La
palabra “pueblo”, intencionadamente o no, está un poco
desprestigiada, pueblo es también la siguiente localidad que nos
encontramos en una carretera (municipio o núcleo urbano), hasta
pueblo es también una marca de tabaco, y hasta los súbditos de las
dictaduras son llamados pueblos. Ahora no razono o escribo como parte
(“microscópica”) del pueblo español, sino de la ciudadanía
democrática española, inscrita en el censo electoral, documento de
la propiedad soberana. Soy un ciudadano que desea participar en la
evolución de la Democracia sin que mi nombre aparezca en la
Historia. Porque de este tipo de ciudadanos depende la evolución de
la Democracia, sean o no famosos, sean o no representantes. Y ahora
como demócratas tenemos una decisión urgente (por histórica) que
tomar y elegir entre:
A. Una ciudadanía con
capacidad de decisión directa en las medidas esenciales del Estado.
B. Una ciudadanía sin
capacidad de decisión directa en las medidas esenciales del Estado.
El ex “príncipe
bueno”, también ex “príncipe malo”, en definitiva ex príncipe
representante, pero activo defensor de la opción B o democracia
representativa radical, señor Zapatero, ha aludido hoy que la
Ciudadanía puede ser engañada y manipulada ante un referéndum. Y
digo yo, qué raro que puede ser engañada, manipulada y contradicha
en un referendo y no en unas elecciones generales... ¿y no en unas
elecciones generales para elegir representantes? Más claro,
desprestigiar a la unidad colectiva de la ciudadanía o censo
electoral es desprestigiar a la democracia ¿o acaso ésta no está
ideada para mejorar las sociedades o ciudadanías generales? En
definitiva para mí el fondo de la cuestión estaría en este
supuesto: Si un pueblo con mayoría absoluta de analfabetos quiere
ser democrático qué opción sería la solución:
Opción L
(de lógica): Iniciar políticas para que el pueblo deje de
ser analfabeto y pueda tomar cualquier decisión de Estado con plenas
facultades políticas.
Opción E (de
explotación): Que el pueblo, periódicamente (cada cuatro años),
nombre representantes entre la minoría inteligente para que
gobiernen, o para que parlamenten entre ellos y elijan gobierno
(donde al final, claramente mostrado por la actualidad, los
representantes explotan, manipulan, dirigen, engañan o someten al
Pueblo con leyes en contra de la mayoría).
Los ensayos sociológicos
“pagados” por la democracia representativa radical entre los
siglos XIX y XX (algunos de los cuales fueron utilizados poco después
por dictadores como Musolini para basar o justificar su política)
secundan a Zapatero (y a Rajoy). Donde las Ciudadanías ni siquiera
son vistas como Pueblos y directamente son o forman las Masas. Las
Masas que se pueden manipular, que se pueden confundir, que se pueden
dirigir, que se pueden revolucionar, que se pueden reprimir... Y es
curioso, esto no se soluciona haciendo o favoreciendo para que las
Ciudadanías soberanas (o Masas) sean entidades colectivas
inteligentes, no, ¡qué locura sería! (ironía), se soluciona
nombrando a representantes “inteligentes” (radicales o que lo
deciden todo). Claramente se dice al ciudadano:
“Tú eres
tontito, no puedes asumir participar con tu voto en una decisión de
Estado, de gobierno o legislativa, ¿qué quieres?, ¿referendos o
plebiscitos?, ¿para qué?, ¿para que te engañe mi rival ideológico
y al final votes en tu contra (en mi contra)? Desengáñate y sé
útil, para lo único que vale tu voto es para elegir representantes.
Y entre dos de los dos partidos más importantes elegirás o elegirán
al Líder de los Representantes, del que serás súbdito los próximos
cuatro años de tu vida”.
Fuente: Twitter, vía @FelinoTigreton |
@ciudadanoNick
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Otros artículos de este
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DEMOCRACIA REPRESENTATIVA
RADICAL
Sociología de la
ciudadanía. La democracia de la opinión.
Sociología de la
ciudadanía II. La democracia de los conocimientos.
UNA CONTRADICCIÓN EN LA
CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA
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Enlace a lasexta.com
donde se reproduce partes de la entrevista de hoy a Zapatero:
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