Cuenta
una vieja leyenda sideral que existe un árbol mágico en algún
lugar del Cosmos. Las memorias más antiguas registran su nacimiento
en un planeta lejano y misterioso llamado Mesa. Sistema estelar donde
este ser extraordinario desarrolla poderes especiales, siendo el
único árbol de todo el Universo que atraviesa su propia atmósfera.
Su altura es magnífica. Los vientos envuelven y sujetan al
tronco, mientras sus bifurcaciones o ramas se balancean, y a veces
parecen danzar entre los silbidos del aire. Una vez cada mil años
la rama más alta atraviesa la última capa atmosférica y, a
gravedad cero, nace una flor de cielo. No ocurre en otro lugar o tiempo, sólo en Mesa. Así proclama la leyenda la
existencia de un ciclo milenario donde una flor de este planeta esparce y siembra vida por toda la galaxia y más allá, a merced de
los vientos siderales que atraviesan el Universo.
La
edad de este gigante representa la mayor de todo ser vivo, nadie
conocido ha nacido antes. Su "jardinero", si lo tuvo, hubo de haber
nacido en un Universo anterior. Este árbol creado, al menos creador,
ofrece otra singularidad: en la parte de su tronco cercana a la
superficie ha formado un disco voladizo de su propia corteza. Con
diez metros de radio y a uno del suelo forma una enorme mesa de la
que no sólo recibe nombre el planeta, también su estrella. Desde el
centro de esta plataforma cercana al suelo, hasta el fin de la
atmósfera, crece su tronco con tantas ramas como galaxias hay en el
Cosmos. Y de cada una de ellas surgen otras de igual número a la
cantidad de mundos vivos que contienen. Las ramas más exteriores
crecen en igual cuantía a las especies vivas que habitan el
Universo. Y la mayor singularidad de todas ocurre cada mil años,
cuando llega una primavera especial donde el árbol mágico ofrece
una flor de cielo. Ningún color o forma se ha
repetido, todas las flores de cielo han sido diferentes y de todos
los colores, menos del blanco.
En
su última primavera milenaria Mesa sacó una pequeña rama fuera de
su envoltorio atmosférico. Y entre sus hojas apareció una preciosa
flor de cielo ¡blanca! El centro de la hermosa flor formaba un
núcleo abierto que asemejaba una gota de arco iris. Así permaneció
ingrávida en el espacio exterior, dispuesta a vaciar su polen al
viento sideral. Una nueva información sobre la Vida fue desatada y
las condiciones óptimas esparcieron el polen por toda la galaxia.
Ajeno al tiempo y al espacio, la composición de este polen es tan
misteriosa que no existen distancias para él, como formado de luces
cuya claridad cubre a todo en un mismo tiempo. Esta luz atemporal del
árbol mágico siempre contiene información, pero ¿qué información
contenía el nuevo polen de Mesa que esparció por el Cosmos?
Ha
transcurrido un año de tiempo mesano desde el último ciclo
milenario de las flores de cielo. Esta vez ninguna rama alcanza
suficiente altura para atravesar la envoltura atmosférica. Pero una
pequeña luz brilla a lo lejos en el cielo y se acerca. Cada vez más
cerca y más grande, hasta que se transforma en pequeñas luces
agrupadas. En realidad son naves espaciales de muchas formas y
tamaños que se detienen ante la atmósfera del planeta Mesa. Al mismo tiempo una
ráfaga de viento mece al árbol en su base y se estremece todo el
tronco a lo largo de la atmósfera. Esto provoca que cada rama
correspondiente a un mundo habitado desprenda una de sus hojas
verdes y comience a caer. Una hoja del árbol por cada civilización interplanetaria. Y
todas van cayendo y posándose al borde de la mesa redonda.
Al caer la última hoja sobre la mesa salen pequeños módulos de
todas las naves espaciales que “amesizan” alrededor del lugar. La superficie de Mesa es pisada por seres vivos de todas las civilizaciones avanzadas del Cosmos, y comienzan a tomar asiento alrededor
del árbol, cada especie frente a su hoja correspondiente. En ese instante llega una brisa y el árbol
comienza a abrir los pétalos de todas sus flores. Algo mágico jamás
contemplado está ocurriendo. El espectáculo es magnífico, la
belleza llega a límites maravillosos. Misterios del universo que
expresan hermosura, como las bellas palabras pronunciadas por una voz
cercana a todos los oídos:
“Una
nueva asamblea del Universo va a comenzar. Pero antes de abrir la
sesión demos la bienvenida a la Humanidad.”
Y una humana sentada frente a una hoja de árbol inclinará levemente su cabeza en señal de respeto y agradecimiento.
F
I N
LA HUMANIDAD SIGUE DURMIENDO TRAS SU INCONCIENCIA
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