A las longevas,
a las todavía “niñas”,
a todas las que gestaron mi conciencia,
amadas ciudadanías:
Luces que alumbrasteis mi destino civilizado;
de adolescente dubitativo a hombre libre,
pero al encontraros me hice ciudadano;
y ahora de muchos iguales voy de la mano.
Con alegoría os dibujo en espiral,
curvas de mi mente sin maestrías
que van a mis manos desnudas,
no vacías.
Sois tesoros tras mi privacidad
y motivos de mi espíritu común;
encendeis razones en mi corazón
y justicias a la buena vecindad;
compañías de mi soledad,
multitudes democráticas.
Hacia más allá de la Humanidad viajamos,
elevando conciencia a entidad universal.
Así imagino la inmortalidad en la que vivo,
y siento amor por su creación.
Somos gotas del mar ciudadano.
Células vivas del planeta Evolución.
Y estrellas del Cielo.
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