Caballo
de Troya
Vivimos,
más bien padecemos, un fascismo económico, y es global. Mientras
este fascismo permitía, durante las últimas décadas de la pasada
centuria y los primeros años del siglo presente, una sociedad del
bienestar para España, no parecía grave. La gravedad sólo se
percibía en los llamados países del tercer mundo, entre la
indiferencia de muchos españoles y la impotencia de muchos más, que
al menos participaban y participan en las voces de denuncia, con
donaciones o aportaciones altruistas, y otros muchos, con sus manos y
corazones, ejerciendo ayuda humanitaria, colaborando personalmente en
muchas oenegés. Ahora, sin embargo, el tercer mundo ya está en
España, cubriendo a gran parte de nuestro país y su población. Y
parece que no podemos hacer nada más allá de participar en masivas
manifestaciones como la de mañana, 15-S.
Somos
ciudadanos democráticos y no podemos hacer gran cosa, no podemos
evitar el expolio de nuestro tesoro público, y la pobreza indigna
comienza a ser padecida por millones de españoles. Esto duele y
mucho. Nuestra democracia está basada en los partidos políticos y
cuando gobiernan ejercen una democracia representativa radical, es
decir, la ciudadanía vota cada cuatro años para elegir
representantes y para nada más. No buscan la participación
ciudadana, todo lo contrario, ordenan y obligan al ciudadano con
nuevas leyes que desfavorecen y perjudican a los más débiles,
incluidos trabajadores, autónomos y pequeños empresarios. Pero
¿cómo es posible si la mayoría de los partidos políticos están
fundados bajo ideologías que, al menos, contemplan o defienden una
pobreza digna?. ¿Cómo al final estos partidos son servidores,
voluntarios o no, del fascismo económico que, en definitiva, es
quien nos gobierna?.
El
siguiente enlace responde muy bien a las anteriores preguntas:
Del
cual extraemos una cita fundamental:
“La
evolución democrática de los partidos tiene un curso parabólico:
con el avance de la organización, la democracia tiende a declinar a
medida que la influencia de los líderes aumenta”. (…) “Con la
institución del liderazgo comienza, como consecuencia de lo
prolongado de la función, la transformación de los líderes en una
casta cerrada.” (…) “Cuando en una organización la oligarquía
ha alcanzado un estado avanzado de desarrollo, los líderes comienzan
a identificar con su persona, no sólo las instituciones partidarias,
sino también la propiedad del partido. Este fenómeno es común
tanto en el partido como en el Estado.” (Robert
Michels, 1911).
La
oligarquía queda como una enemiga de la democracia pero dentro de la
democracia, dispuesta a apoderarse de cualquier partido político,
incluso del mejor de todos, incluso del fundado bajo el mejor ideal o
desde la mejor ideología. Con este sencillo razonamiento comprobamos
que el problema no es ideológico, mejor dicho, la solución esencial
en la práctica no es ideológica. Pero si la oligarquía es capaz de
vencer a cualquier ideología (teoría) una vez forme partido
político (práctica), ¿qué puede vencerla?, o al menos: ¿qué
podemos ofrecer como contrapeso?. Obviamente es la participación
ciudadana dentro de los partidos y en los poderes legislativo y
ejecutivo. ¿Y esto cómo se consigue?. Primero operando en la espina
dorsal de todos los partidos políticos: sus estatutos, obligando a
que todas las decisiones internas importantes sean votadas por todos
los afiliados. Después estableciendo constitucionalmente un nivel de
decisiones legislativas y ejecutivas donde sólo se pueda acceder con
el voto ciudadano de aprobación.
En
el siguiente enlace se aborda el tema:
También
en este pequeño libro u obra inacabada:
Libro
titulado El Partido Ideal, cuya descarga es gratuita, escrito con
algo de prisas por falta de tiempo y ante la espontánea aparición
del Movimiento 15M., pero bastante esclarecedor del modo.
Y
como último enlace al respecto este que lleva a unos comentarios de
ciudadanoNick en el blog del programa de radio “Asuntos Propios”
(ya tristemente desparecido) de RNE, en el post titulado “¿Quiénes
son los indignados?:
Este
último enlace recuerda que durante el anterior año y el presente
han habido varias manifestaciones masivas que sorprendieron a propios
y extraños. Pero las manifestaciones masivas de ciudadanos
indignados, siendo muy importantes y necesarias, no bastarán para
acabar con la oligarquía cómplice, forzosa o no, del fascismo
económico que padecemos a nivel español, europeo y mundial. Tampoco
servirán las ideologías por muy buenas que sean, ya que una vez
formen partidos políticos tenderán hacia las oligarquías
colaboradoras de las dictaduras financieras. A mi modo de ver sólo
hay un modo legal, pacífico y muy democrático: colar en el sistema
“un caballo de Troya” en las próximas Elecciones Generales. Un
partido político con mayoría absoluta que derroque a la actual
democracia representativa radical y establezca una democracia mixta
(mezcla adecuada entre democracia representativa y democracia
directa). ¿Y por qué le llamo “caballo de Troya”?, porque en la
investidura del nuevo gobierno seguirá los patrones de la democracia
representativa radical, un presidente y varios ministros, y una vez
dentro y formado el nuevo Parlamento, instaure la democracia mixta
con todas las reformas constitucionales que ello conlleve.
Para
ello ciudadanos/as ejemplares, sin ideologías o desde todas las
ideologías propias de la democracia, deberían formar un partido
político con estas directrices, acabar con las oligarquías y sus
representantes radicales. Y una vez con el poder político y
legítimo, acabar con este fascismo económico, indigno e inhumano
que padecemos la inmensa mayoría de los españoles. Y espero que
este post sea sólo un anticipo y podamos profundizar mucho más el
tema, por lo que invito a cualquier lectura que ofrezca, en los
comentarios de este post, enlaces interesantes al respecto.
Gracias.
Espero que seamos capaces de ver que la única forma de conseguir una sociedad global justa y democrática es dejar de premiar y valorar a empresas cuyo mérito es abaratar costes haciendo lo más injusto: considerar que el se puede pagar 10 o 100 veces menos por el mismo trabajo,con la misma cualificación, según se desarrolle en un pais u otro. El tercer mundo es ahora el 4º
ResponderEliminarGracias Yolanda. Sí, no hemos podido tener un recurso público capaz de vencer la codicia y la avaricia de las fortunas privadas. Y al final pagan los más débiles, peor aún, cuanto más débiles, más pagan.
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