Capítulo III
El
fuego homínino
Hace
1,7 millones de años el homo Georgicus (inicios
del homo Erectus) estableció un precedente fundamental
en la vida conocida de la Tierra y comenzó a cuidar de sus ancianos. En pocas generaciones este hecho, desconocido en cualquier otra
especie, daría grandes beneficios. Proporcionó mayor vida
experimentada a los homínidos, ya que las neuronas del cerebro homo
pueden seguir creciendo y cambiando durante toda una vida, incluida
la madurez y vejez. Los ancianos educaban y cuidaban a los niños,
adiestraban a los jóvenes, sin dejar de progresar en sus lógicas o
pensamientos sobre tecnologías o dudas existenciales. Quizás por
ello existen pruebas arqueológicas mostrando que hace 1,4 millones
de años los homíninos ya dominábamos el arte de hacer fuego. Algo
que nos diferenció radicalmente de todos los animales y marcó el
inicio de un poder tecnológico sin precedentes y con proyección
infinita.
Encender
o saber encender fuego pudo ser la base general y tecnológica del
pensamiento y de su razonamiento, o al menos lo aceleró. Esta
capacidad, individual y colectiva, pudo continuarse en la madurez, y
los ancianos, con poca fuerza y mucha maña, podían encender fuego.
Muy posiblemente los ancianos encendían fuego en condiciones
climáticas adversas antes, incluso, que los jóvenes más fuertes.
También, probablemente, saber hacer fuego pudo ser secreto en sus
inicios o en muchas tribus y dar mucho poder su simple conocimiento.
Reunirse ante el fuego y sus modos o ceremonias pudo contribuir a
crear muchas culturas diversas. El fuego prehistórico era un símbolo
vivo de la identidad y de los intereses de los asistentes al
encendido de una hoguera. Todavía en muchos rituales o ceremonias,
públicas, secretas o privadas, se enciende fuego o velas, aunque
exista luz natural o artificial. Y quizás donde más profundamente
ha quedado reflejado sea en las Olimpiadas.
Saber
cómo hacer fuego era poder para sobrevivir, sobre todo en las épocas
glaciales, pero también, muy probablemente, pudo convertirse en arma
de destrucción masiva. Pues es fácil imaginar la utilización del
fuego como arma de caza. Incendiar circularmente una zona arbolada
donde se encontraran manadas de animales mamíferos, por ejemplo,
hubiera supuesto conseguir toneladas de alimentos o de carne sin
arrojar una sola lanza o flecha. Supondría muchos más si esta
teoría fuese cierta y los primeros homíninos conocedores de hacer
fuego hubieran arrasado muchos bosques. No lo sabemos a ciencia
cierta, pero seguramente el fuego dio mucho juego mental e
imaginativo, incluso nuevas teorías éticas.
Cazar
con fuego, provocando grandes incendios, también podría explicar el
paso de comer carne cruda a braseada,
ya que los animales conseguidos por esta “monstruosa” técnica de
caza tendrían la piel quemada y parte relativa de la carne. Ello
daría paso a carne más blanda, sobre todo para ancianos y niños.
Pero también puso ser más saludable, porque parte de muchas
bacterias perjudiciales de las pieles de los animales quedarían
eliminadas. Es muy probable que el dominio del fuego fuera la clave
de la primera aceleración evolutiva de la Mente/Alma, pero no
podemos asegurarlo. Sobre todo desconocemos si saber hacer fuego fue
motivado por el instinto natural o como uno de los primeros
resultados del libre albedrío razonado.
Por
otra parte, las primeras cultura prehistórica no sólo tuvieron en
el fuego su fundamento de evolución mental. Hay evidencias que
muestran enterramientos humanos con cierto carácter ritual hace
trescientos cincuenta mil años, también el uso de ropa y la
organización de cacerías. Todo ello mucho antes de la aparición
Sapiens. Es más, algunas especies que también utilizaban el fuego
convivieron en la misma época con nuestra homo Sapiens. Al
contrastarlo con el listado de las épocas glaciales concluimos que
durante setenta mil años varias “humanidades” prehistóricas
cohabitaron en la Tierra. Hace unos cien mil años, durante casi el
mismo periodo que ocupó la Glaciación
Würn, existieron al mismo tiempo
las últimas tres especies Homos o tres destacados y diferentes
caminos evolutivos de la Mente/Alma:
- La Humanidad Sapiens, en África.
- La Humanidad Neandertal, en la Europa con hielos.
- La Humanidad Java, en el sudeste asiático (Homo Floresiensis).
Algo
esencial ocurrió en África que impulsó a homo Sapiens a
trasladarse a otros continentes, en ocasiones mezclándose
socialmente (pero, parece ser, con imposibilidad de mezcla genética),
con las otras dos humanidades. Y después de miles de años de
relativa convivencia sólo sobrevivió la humanidad Sapiens. El
Hombre de Neandertal no llegó a salir de la última glaciación, y
homo Floreriensis se extinguió unos dos mil años después, hace
unos diez mil años. Otro dato interesante del fuego es que ayudó a
estas especies a pintar en el fondo de las cuevas. Estas pinturas
rupestres, halladas en la actualidad, gozan de importante valor
para el conocimiento de aquella época.
También
con pinturas rupestres podemos mostrar que el conocimiento sobre la
Prehistoria no está cerrado. Por ejemplo, hace poco se creía que en
las galerías superiores de la cueva de Nerja (Málaga, España) hay
seis pinturas que representan focas y se asociaron a una antigüedad
de doce mil años. Pero estudios recientes han dado como resultado
una nueva datación de las pinturas, situando su antigüedad en unos
cuarenta y tres mil años. Ello quiere decir que el autor de estas
pinturas es el hombre de Neandertal, y no el hombre Sapiens.
¿Por
qué predominó o por qué sobrevivió Sapiens entre las tres últimas
especies homo?. Quizás debido a la excelente capacidad para hablar
más detalladamente, quizás a su mejor estructura social
(comerciaban entre diferentes tribus), o quizás a su mejor
tecnología (tallaban huesos y mezclaban materiales), la especie homo
Sapiens desarrolló y evolucionó en culturas diferentes que quedaron
aisladas por los océanos, el tiempo suficiente para que surgieran
adaptaciones evolutivas con diversos grupos étnicos y culturas. A
partir de entonces puede decirse que la mente del ser homínino es
capaz de proyectar futuro, no de adivinar el futuro, sino de utilizar
imaginación con lógica para poder anticiparse a algún problema.
Esto no lo consiguió la Naturaleza (conocida) antes, ni siquiera con
el instinto natural y colectivo de cada especie, y fue necesario un
paso más, el cerebro de la mente Homo, un prodigio de la Evolución.
Todo
el conocimiento descubierto o selección natural que expresa la
Naturaleza antes del ser homínino es basado (o al final es aprobado)
en la experiencia, pero la mente homínina es capaz de descubrir o
formar conocimiento sin antecedentes y sin experiencia previa.
Representando una verdadera Revolución desde la ignorancia homínina
y, aunque resulte paradójico, capaz de perfeccionar la evolución
general de la propia Naturaleza; o es una interesante posibilidad a valorar. En cualquier caso, con las ciencias actuales en la
mano podemos decir que la Evolución, con sus millones de especies
creadas y con todo su despliegue de inteligencia bioquímica, no supo
hacer fuego hasta que aparecieron la especies Homo. Ellas son las
sospechosas.
.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.
Capítulo anterior, II, El cuerpo de la Mente/Alma:
Capítulo siguiente, IV, El libre albedrío:
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