lunes, 20 de agosto de 2012

XII Historia de la Ciudadanía Democrática

Capítulo XII

La democrática República de Roma

No serían los griegos, no fue el Imperio Persa, ni su conquistador Alejandro Magno, tampoco sus divididos sucesores los diádocos o reinos helénicos, quienes dominarían el Mediterráneo Occidental derrotando a los cartagineses. La elegida por la Historia fue una ciudad emergiendo entre siete colinas que se extendió rápidamente. Estaba formada por tres tribus: los Ramnes, los Tities y los Luceries (latinos, etruscos y sabinos). Cada una dividida en diez secciones o Comicios Curiales (“Comitia curiata”, en latín). Era Roma, la Antigua, todavía inmortal, que surgió como monarquía etrusca hasta que en el año 509 a.C. se transformó creando una naciente república continental. Y en el año 27 a.C. se convertiría en un extenso imperio mundial, abarcando a tres continentes. Duraría muchos siglos y en ella se asentaría la cimentación principal de la cultura Occidental; e influyente, con diferentes grados, en las culturas vencidas y vecinas.


Si la ciudadanía democrática de la Antigua Atenas parece ser consecuencia de la “revolución hoplita”, donde los pobres (mayoría sin poder político) pugnaron contra los aristocráticos (minoría en el poder político) hasta alcanzar la igualdad política; en Roma no hizo falta la revolución, sino casi lo contrario, la inacción. Pasividad o alejamiento de los pobres (los plebeyos), la gran mayoría, de la minoría poderosa (los patricios), una desaparición de escena que llamaron Secessio Plebis (muy parecido a lo que hoy conocemos como huelga general). La primera secessio plebis de la que se tiene constancia ocurrió en el año 494 a.C. Fue consecuencia de una grave crisis económica donde muchos plebeyos quedaron endeudados y, en consecuencia, próximos a ser condenados a la esclavitud. Ya que la ley del momento establecía que el impago de la deuda transformaba al deudor en esclavo del acreedor. Al mismo tiempo la ciudad de Roma fue amenazada por los ”ecuos” y los “volscos”, necesitando formar un ejército numeroso para la defensa.

Así llamaron a filas a los plebeyos, pero éstos aprovecharon la circunstancia para reivindicar mejores derechos y se negaron a luchar hasta que esa ley fuese derogada. Los poderosos o patricios aceptaron, pero una vez pasado el peligro de los ecuos y volscos se negaron a cumplir con lo pactado. Y en vista de ello se inició la secesión o “huelga general” de los plebeyos donde, literalmente, abandonaron la ciudad con sus enseres y herramientas. Fueron al Monte Sacro, a unas tres millas, y allí permanecieron varios días. Tiempo suficiente para que los patricios (las familias ricas) y sus esclavos, únicos habitantes de la ciudad, sufrieran escasez de muchos productos y servicios. Nadie descargaba o traía algo del puerto, nadie abría mercado, la inmensa mayoría de la población de Roma no estaba. Casi una ciudad fantasma, hasta que los patricios enviaron al cónsul Menenio Agrippa para negociar. Y con aquel “negocio” los plebeyos consiguieron derogar aquella ley y además obtuvieron que se creara el cargo de tribuno de la plebe (dos tribunos que tiempo después llegaron a ser hasta diez). Además consiguieron establecer su propia asamblea, el Concilium plebeyo, que elegía a los tribunos, siendo inviolables y los únicos con poder de veto (intercessio), controlando incluso los actos del senado. Y las deliberaciones de los consejos de la plebe (plebiscitos) tomaron fuerza de ley para los plebeyos.

Aunque los plebeyos consiguieron nuevos derechos no se tradujeron en beneficios económicos. En adelante la cuestión de la tierra cultivable fue esencial, más aún ante las nuevas conquistas que se produjeron en los territorios vecinos. La obtención de nuevas tierras a través de guerras y conquistas se convirtió en la base del desarrollo agrícola y ganadero de la República de Roma. En definitiva el desarrollo económico pudo fundamentar a la guerra hasta formar uno de los imperios más extensos conocidos. Apareciendo el problema o cuestión de la tierra pública (ager publicus), donde los plebeyos buscaron el usufructo en igualdad de derechos que los patricios. Al principio las tierras conquistadas se repartían a los colonos o pequeños propietarios, pero luego eran adquiridas por los patricios. Y el excedente de riqueza acumulada fue dedicado a la compra de grandes propiedades rurales. Así las tierras del ager publicus se convirtieron en latifundios con mano de obra esclava. Con los latifundios y la mano de obra tan barata, la mayoría de los hombres libres, que eran pequeños agricultores de la plebe, hubieron de competir con precios muy baratos, como por ejemplo el del trigo proveniente de los territorios conquistados.

En lo militar el crecimiento de Roma pa por la posesión de toda la península itálica y sus grandes islas, sobre todo Sicilia. Así conquistarían las polis o colonias griegas del sur de la península itálica (la Magna Grecia) y se enfrentaron a Macedonia. Ello suponía que tarde o temprano se enfrentarían a los cartagineses. Y podría entenderse que el dominio de Roma se acentuó marítimamente casi por azar, mejor dicho, por la mentira de unos mercenarios que se apoderaron a traición de la ciudad de Mesina, en el año 289 aC, matando o expulsando a los hombres y quedándose con las mujeres. Poco después, en el año 265 aC el rey de Siracusa, Hierón II, rodeó la ciudad de los mercenarios y éstos solicitaron ayuda a Cartago, al mismo tiempo mandaron emisarios a Roma engañando y diciendo que los cartagineses y los de Siracusa los atacaban. Así la guerra contra los cartagineses quedó servida.

Cartago, ciudad situada en el Golfo de Túnez, fue fundada en el 814 aC. por mercaderes procedentes de Tiro (Libano actual) sobre la colina de Birsa. Conn la conquista de Tiro el control de las colonias fenicias pasó a Sidón y luego a Cartago, que se convirtió en la primera potencia del Mediterráneo Occidental, hasta que Roma despertó como potencia marítima. Ante Mesina los cartagineses se aliaron con los de Siracusa, organizando y planificando una gran guerra por la posesión de toda Sicilia. Y he aquí la clave militar, los romanos eran débiles en el mar, por lo que copiaron a las naves cartaginesas y las superaron al inventar el “corvus”, puente de asedio que permitía pasar a la infantería pesada. En dos meses construyeron más de cien naves y arrasaron a los cartagineses en las principales batallas. Aquella nueva forma de asalto naval dejó sin nada de experiencia a los cartagineses para combatir a la infantería pesada dentro de sus propios barcos. Así forzaron una paz ventajosa con Cartago que les cedió toda Sicilia (menos Siracusa).


Roma había cogido tanto poder con aquella guerra que años después Cartago le cedió Cerdeña y Córcega (238 aC) para comprar su neutralidad en una guerra civil que padeció Cartago por la rebelión de sus mercenarios. Se disputaron tres guerras llamadas Púnicas, desde el 264 aC a 146 aC, entre los romanos y los cartagineses. El odio quedó sembrado entre los romanos, como ejemplo la famosa frase con la que Marco Porcio Catón (234 aC.- 149 aC) finalizaba siempre sus discursos: “Ceterum censeo Carthaginem esse Delendam” (Ciertamente opino que Cartago debe ser destruida). Hasta que Publio Cornelio Escipión y sus legiones arrasaron Cartago y fue borrada del nuevo mapa político, no de la Historia. Cartago fue una civilización con Constitución, y aunque sus cargos eran elegidos en razón a riquezas y méritos, esta oligarquía y aristocracia tendió a favorecer democracia entre todos sus ciudadanos con la Asamblea de Cartago, por ello Aristóteles llamó mixta a la Constitución de Cartago.

En el siglo III ac. la Asamblea de Cartago decidía en temas cruciales para la ciudadanía aplicando el derecho cartaginés. Todos los ciudadanos votaban y decidían en cuestiones trascendentales. Elegían a los miembros del “senado” de Cartago y a los generales, pero también la oligarquía comercial tenía mucho poder. En cualquier caso la democracia cartaginesa acabó en el 146 ac. con la invasión romana. En gran medida los que decidían en Roma, el Senado, venció y exterminó (quitó del mapa) a los que decidían en Cartago: el Pueblo o su asamblea. Posiblemente ganó Roma por su potencia militar generada por un ejército propio, mientras Cártago utilizaba a muchos mercenarios en su poderío militar. En cualquier caso aquel poderoso ejército romano se convirtió en el propio enemigo de los romanos republicanos. Y en el siguiente siglo el ejército formó tiranos y dictadores, golpes de estado y guerras civiles, que acabaron con la República de Roma y con la poca democracia que quedaba.

La República de Roma conoció la victoria y el predomino como fuerza dominante no sólo en el Mediterráneo occidental, sustituyendo así al Imperio de Cartago, también puso sus miras de conquistas hacia el Próximo Oriente. La República duró desde el año 509 aC hasta el 27 aC, año en que fue “derrotada” por el Imperio de Roma, en realidad podría entenderse que se derrotó ella misma entre sangrientas guerras civiles. Pero antes, el siglo III aC fue de grandes victorias marítimas, un siglo de oro para la República Romana. Destacar en aquella época el entonces lejano norte romano o Germania, donde se celebraban plebiscitos o votaciones que legitimaban la elección del líder. La República de Roma fue mucho más lejos y arraigó el Estado Patricio-Plebeyo (Populus), hecho que ocasionalmente ocurría en algunas ciudades y que después experimentaban grandes progresos (como en las polis griegas). No es de extrañar, un buen “pacto” entre ricos y pobres siempre ha mejorado a las sociedades.


Derivado de este pacto hasta el Pontificado romano (máximo cargo en época de paz) quedó abierto a la plebe. Los patricios y la plebe (parte de ella cada vez más adinerada) comenzaron a forjar una clase nueva que hizo a las Instituciones más cercanas a la realidad de las calles. Los beneficios no tardaron en llegar, el derecho al voto sólo dependió del domicilio romano. Para evitar la ciudadanía pobre en las zonas conquistadas se formaron colonias y pueblos para los plebeyos más pobres; que a la larga se transformarían en una clase media campesina, y clave para el desarrollo de Roma.

Las asambleas de comicios, Centuriales, pasaron a ser Tribuinicias, donde todos los ciudadanos votaban formando tribus que, independientes del Senado, dejaba el gobierno de la República en manos de los partidos. Se formaron dos grandes partidos políticos, el “Nobilitas”, formado por la nobleza y la clase media; y el partido Popular, ambos bastante nivelados y surtiendo de magistrados a la República. Además se creó el procedimiento jurídico igual para toda Roma, iniciándose el Derecho como ciencia. El Senado, hasta entonces exclusivo de los patricios pasó a ser de todos, quedando como una cámara deliberadora, mientras que las funciones jurídicas y poderes legislativos eran ejercidos por los Comicios (“Comitia”) o asambleas de cuatro tipos: por Curias, por Centurias, por Tribus y por Plebis.


Destacar también los Plebiscitos, que eran asambleas ciudadanas que nacieron sólo para la Plebe, sin intervención del Senado o de los Patricios, y sólo comprometía a los plebeyos. No tenían carácter vinculante, no eran comicios, sino consejos (concilium). Y no formaban leyes, sino opiniones. Y cuando formaban normas sólo y exclusivamente era para la Plebe, no implicaban o no vinculaban a nadie más. Desgraciadamente y al desarrollar sus instituciones administrativas la democracia en Roma decayó. Los romanos, al formar las primeras oficinas estatales, utilizaron entre su personal a libertos y esclavos. Resultando cada vez menos los libertos y más los esclavos, ya que los ciudadanos romanos dejaban de ser pobres y buscaban trabajos superiores o negocios empresariales, dejando un hueco en los servicios y la producción (que pudo haber sido cubierto por una adecuada inmigración, pero no fue así y se utilizaron los esclavos). Otra vez en la Antigüedad aparece la ciudadanía con esclavos.

Posiblemente aquella esclavitud nació, mucho antes que los romanos, como opción al asesinato de los vencidos. Era muerte o esclavitud, y así los romanos se abastecían de esclavos al mismo tiempo que se expandían, ya que sus legiones de combate formaban los mejores ejércitos de aquel tiempo. Hasta cierto punto, en el contexto de la época podía ser comprensible; no así el nacimiento de esclavos, pero la esclavitud se hizo hereditaria. Se extendió por todo el territorio romano (que a su vez también se extendía con nuevas conquistas), hasta tal punto que el tema fue tratado éticamente por el político demócrata Apio Claudio; pero no se consiguió frenar la esclavitud que predominó en todas las sociedades que la República iba creando por todas las ciudades que gobernaba y conquistaba. Y aquí nos encontramos con las inevitables Guerras Serviles, protagonizadas por alzamientos armados de esclavos.


La primera guerra servil aconteció entre los años 135 a 132 aC. Ocurrió en Sicilia con el levantamiento armado de doscientos mil esclavos contra los ciudadanos romanos. Fueron liderados por el sirio Euno, que afirmaba ser profeta, ayudado por su segundo, Cleón, un buen militar que venció las primeras batallas. Ambos fueron derrotados mortalmente. La segunda guerra servil fue entre 104 a 100 aC. Y otra vez en Sicilia, un esclavo liberado, Salvio Trifón, emulando a Euno y defendiendo ideales de libertad, formó un ejército de liberados que atemorizó a los romanos. Y sólo desarrollando una enorme fuerza, el cónsul romano Manio Aquilio, acabó en baños de sangre con esta revuelta.

La tercera y última guerra servil fue por el alzamiento de Espartaco, desde el 73 al 71 aC, Importantísima, a la vez que efímera, en los intentos humanos de liberarse del yugo de la esclavitud. Seguramente fue una revolución con gran contenido en argumentos, pero esta historia la escribieron los vencedores y sólo quedó registrado los movimientos geográficos de los seguidores del ex esclavo y ex gladiador Espartaco (113 adC-71 aC) por la península Itálica y las batallas acontecidas.


Cabe destacar que algunos historiadores asocian estas guerras Serviles con el declive de Roma. No en vano las guerras serviles acontecieron en el mismo siglo que la caída de la República de Roma, el siglo I ac. Desconfiar de los esclavos, el estamento social más numeroso de la República, para una economía basada en la esclavitud como la Romana , a la larga, provocó graves resultados económicos y repercutió en la fractura letal y social que condujo al final. Cuando hablamos de una civilización como la Antigua Roma, ya sea en su República o después en su Imperio, cabe preguntarse: ¿esta clase de civilizaciones construidas y mantenidas a través de esclavos humanos... realmente fueron civilizaciones o más bien mundos de esclavos?.

Dos mitades o empatías (ponerse en lugar “del otro”) diferentes pero unificadas en la Historia Humana. Cuando se estudia la Historia, como humano, no existe la empatía (o no debiera), pues humanos eran tanto los esclavos como los amos, no existen “los otros”, no los hay. No es necesaria la empatía, basta ponernos en lugar de nosotros mismos y de nuestras contradicciones. Cosa distinta es cuando se estudia o expone la Historia desde una determinada perspectiva nacional o religiosa (incluso político/económica), donde es posible desarrollar empatía frente a los diferentes, competidores o adversarios, sólo así pueden existir “los otros”, o “los extranjeros”, o “los infieles”, o “los bárbaros”, o “los comunistas”, o “los capitalistas”. En la visión humana de su propia historia general “los otros” nunca pueden ser otros humanos. Porque la Humanidad es un sólo grupo o agrupación.


En la Roma Antigua existieron muchísimos esclavos y durante muchísimo tiempo. A pesar de la fuerte presencia filosófica entre las clases populares romanas del Epicureísmo, que aceptaba como iguales a mujeres y esclavos. Por otro lado, el Estoicismo era el pensamiento dominante entre la clase alta romana (patricios y plebe acaudalada). El breve pero intenso periodo de Espartaco, casi tres años, apenas es registrado históricamente, como si los hechos fueran olvidados forzosamente, no inscritos en la Historia o manipulados políticamente. Sin embargo, bajo perspectiva histórica y ciudadana, Espartaco, fue un hombre libre entre ciudadanos esclavizadores, un verdadero ciudadano que luchaba contra la esclavitud frente a ciudadanos con esclavos.

Ganaron estos últimos, los ciudadanos más bárbaros o atrasados, en el año 71 aC; pero no se conformaron con la victoria, así torturaron y crucificaron hasta la muerte a los vencidos. Kilómetros de camino con hombres y mujeres libres crucificados en sus cunetas, hasta llegar a las mismas puertas de Roma. Fue un infierno creado por humanos y para humanos, miles de vidas forzadas a agonizar lentamente como tributo al sistema político basado en esclavos y como escarmiento para evitar futuras guerras serviles. La Historia también produce muchos dolor en las conciencias.


El espíritu de libertades que porta todo humano no murió en aquellas cruces. Este mundo Antiguo, especie de “Neolítico” del ciudadano, fue negativo y muchas veces atroz con los esclavos y las mujeres. Hasta la “inmortal” Roma no pudo evitar cierta “justicia” de la Historia. Precisamente por las acciones de amor por las que fue ejecutado Jesús de Nazareth (0 a 33 dC) iba a surgir un movimiento popular y democrático llamado Cristianismo con un amor colectivo desconocido hasta entonces. Pues desde la historia milenaria nos llega, en latín y desde Jesucristo, quizás la mejor frase humana: “Simile illi diliges proximun tuum tamquam te ipsum (Amarás a tu prójimo como a ti mismo)”, con profundo significado humano. Esta mentalidad cristiana proviene en gran parte de los esenios, una tribu dentro de los judíos que practicaban la democracia.

Los cristianos ejercieron una buena labor contra la esclavitud y, al mismo tiempo, ejercieron democracia secreta, ya que fueron perseguidos y torturados. El cristianismo originario, por lo tanto el auténtico, era plenamente democrático. Por lo que hubo de ser desprestigiado por los dictadores y las políticas imperiales romanas (y gran parte de la Historia escrita por los vencedores), acusándolos de incendiar Roma, por ejemplo, o llamándolos “primitivos”, definición que aún llega a nuestros días. El Cristianismo Originario o Auténtico todavía es llamado “Primitivo” y además ha quedado difuso y confuso entre los relatos históricos de aquella época.


Su líder espiritual, Jesús, fue crucificado, método utilizado por los antiguos romanos para delitos políticos, como en las rebeliones de esclavos. Desde los originarios cristianos, antes del 313 dC (fecha fundamental donde el emperador Constantino I convierte al Cristianismo en religión oficial del Imperio y obliga que su símbolo sea la cruz), la Democracia quedaría enterrada muchos siglos en Europa. No así en América, donde la Liga Democrática y Constitucional de Haudenosaune reunió en el siglo XII a los pueblos Cayuga, Mohicano, Oneida, Onondaga y Séneca (los Sioux elegían al jefe por aclamación en asamblea). También hubo cierto grado democrático en la formación del Parlamento de Islandia en el año 930, igual que en las Cortes de León en 1188 y en algunos cantones suizos del siglo XIII.

La Historia volvería a registrar movimientos sociales con tintes democráticos o en busca de ciudadanías democráticas muchos siglos después. Como síntesis Antigua recordar la buena explicación que ofrece Adela Cortina en el libro “Ciudadanos del Mundo” (Alianza, Madrid, 1997). Donde recurre al doble sentido etimológico de la palabra “ciudadanía”. Por un lado su pronunciada raíz griega en Política y por el otro su profundo sentido Jurídico proveniente de la raíz romana. Más tarde, en la historia contemporánea, la ciudadanía abarcaría además su dimensión social. Mientras pasaron muchos siglos después de Roma Antigua hasta que un rey en plena lucha o pugna económico/política con grandes terratenientes, hizo abolir la censura y establecer la libertad de prensa. Ocurrió en Londres, Inglaterra, hace casi cuatro siglos.

Si recapitulamos la historia de la justicia en la Antigüedad, los griegos antepusieron el bien común de la sociedad o polis al derecho particular del individuo, eran fieles a las leyes. Más tarde con el dominio del Roma florecieron el epicureísmo y el estoicismo con más derechos individuales para los débiles (sentido epicúreo), y abarcando a la especie (cosmopolitismo estoico). Con la entrada del cristianismo dicho cosmopolitismo se hizo espiritual y humanista, abogando por los oprimidos; fueran mujeres, esclavos o extranjeros que ganaron en justicia comparado con el periodo grecorromano. Así nos vamos a introducir en épocas donde la emergente burguesía hará que todos los hombres se hicieran titulares de todos los derechos, aunque varias revoluciones trascendentales hubieron de mediar. Llegamos al siglo donde Europa comenzó su Era de la Razón o de la Iluminación.


2 comentarios:

  1. Con diferencia, éste es uno de los mejores resúmenes de nuestra historia que he leído en mi vida. Y digo nuestra por sentir más ajeno a mi cultura latina el origen de la civilización china, por ejemplo. Es innegable el mérito del Albumcito Hablador en este artículo y los demás, para unir con pocos y precisos trazos bien fundamentados tanta información importante, y además, de manera bella y armónica, variada y nutritiva. Disfruté muchísimo el leer y releer este artículo. Y me permito añadirle algo, en correspondencia a los nutritivos aportes que su autor hace cuando comenta en mi blog LOBIGUS: El dibujo del pez con las letras griegas que ilustra este texto, fue usado por el cristianismo primitivo porque dichas letras, en latín, corresponden a "Iesus Cristus, Theus Unigenitus Soter", es decir "Jesús el Cristo, hijo único de Dios", y sus iniciales forman la palabra ICTHUS, que en griego significa PEZ. Abrazos y gracias, apreciado y admirado amigo!

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  2. Muchas gracias, Gustavo. Es sólo un resumen histórico desde la perspectiva del humano libre o del ciudadano democrático. Para muchos es impensable hacer un resumen de la Antigua Roma y no mentar a Julio César, por ejemplo, pero en este caso interesa la República de Roma y de cómo el ciudadano y sus instituciones se vuelven más democráticas. Y excelente tu apunte sobre las iniciales de "Iesus Cristus, Theus Unigenitus Soter". Por cierto, tengo a tu interesante blog entre mis favoritos, a ver si me paso hoy por allí, que la última vez que me pasé no habías vuelto a publicar, y no quiero perderme ninguno de tus interesantes artículos. Un solidario abrazo, querido amigo.
    ;.)

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