La
India de Azoca y el imperio Chin
Aunque
Asia no tuvo ciudadanos democráticos en la Antigüedad,
conviene repasar sus movimientos sociales y políticos de
aquella época. Y en el mismo año, 321 aC, que estalló la guerra
entre los diádocos, la importante ciudad de Magada era conquistada
por Chandragupta, estableciendo un poder militar nuevo y en expansión
hacia el Indo, así nacía el Imperio Mauria. Buscaban al central
Indo, hasta entonces dominado por su occidente, el Imperio Persa, y
después con el Imperio de Alejandro. En dicho año el Indo acabó
siendo parte del ya emperador Chandragupta, cuya capital,
Pataliputra, a orillas del Ganges, se convirtió en una ciudad igual
o mayor en riquezas que la propia Alejandría del floreciente Egipto.
El
siglo VI aC. fue para Asia una revolución del pensamiento hacia el
idealismo donde destacaban Buda en el Ganges e India y Lao-Tsé en
China. El Imperio Mauria creado por Chandragupta llegó a la
mismísima entrada del golfo Pérsico, esta vez de manos del nuevo
emperador Azoca (274-237 aC). Así la India se convirtió en el
imperio más rico de la Tierra, muy heterogéneo, por lo que Azoca
trató de otorgar una unidad moral al Imperio (como casi todos los
grandes emperadores de la Historia), predominando esta vez las ideas
místicas y caritativas del budismo. Este emperador-monje, aunque
poderoso guerrero al principio, terminó siendo un destacado
benefactor de sus pueblos, ordenando edictos que construyeron
hospicios, hospitales, sembró de árboles frutales los caminos más
transitados, estableció libertad de culto, redactó providencias
señalando virtudes éticas sobre todo en el trato más humano a los
esclavos. Entre aquellas grandes y pacíficas acciones destacó una
cuando convocó a un concilio budista en su capital, Pataliputra.
Allí
diseñó o explicó sus planes de universalismo religioso para la
evangelización del mundo, basados en las concepciones brahmánicas y
budistas, ofreciendo al mundo entero la caridad o amor universal.
Numerosos misioneros partieron a todos los lugares conocidos y
posibles. Predicaron en toda Asia Central, en Cachemira, Ceilán,
Gandara, Egipto, Macedonia, Siria y muchos lugares más, pero sólo
la isla de Ceilán, Birmania y por supuesto toda India fueron
plenamente convertidas al Budismo. Así el imperio Mauria o de la
India, además de ser el más rico, se convirtió en el gran centro
religioso y filosófico del mundo, hasta que apagándose a falta de
descendencia de la dinastía mauria sobre el años 188 aC.
En
la misma época China también entraba en un nuevo periodo monárquico
e imperial, saliendo de un largo feudalismo donde brilló el reino de
los Cheu y la filosofía idealista de Lao-Tsé (Laozi). Su libro “Tao
Te Ching” (escrito sobre el 600 a.C) en su capítulo XXV describe
que: “Hay cuatro grandes cosas en el universo y el hombre es una
de ellas. El hombre sigue las leyes de la tierra. La tierra sigue las
leyes del cielo. El cielo sigue las leyes del Tao. El Tao sigue a su
propia naturaleza”. Era la época de la dinastía Zhou (1050 aC
a 256 aC), la última antes de llegar las llamadas “dinastías
imperiales chinas”. Donde vivieron grandes pensadores filosóficos
como Confucio (551 aC- 479 aC), Mencio (370 aC-289 aC), Laozi (se
duda su época entre los siglos IV aC y VI aC) y Zhuangzi (369 aC-290
aC aprox.). También habría que mencionar a otros autores y obras
anónimas que no conocemos porque durante la breve dinastía Qin (221
aC a “07 aC) se ordenó la quema de libros que no eran “acordes”
a las formas políticas y religiosas del nuevo imperio.
Estos
hombres, conocidos y anónimos, del periodo Zhou fundaron escuelas de
pensamiento escribiendo palabras en piedra y pergaminos de bambú que
demostraron la profunda filosofía o avance de la evolución de la
mente/alma alcanzada por la Humanidad en tierra asiática y/o al
margen de la democracia ateniense. El Hombre ya se reconocía a sí
mismo como una especie viva de la Tierra y ante el Cosmos. A la
muerte del último rey Zhou en 256 aC China entró en periodo de
guerras y de división en siete Estados, después reunidos de nuevo
bajo la breve dinastía Qin. Bajo mandato del emperador Qin Shi Huang
(260 aC-210 aC) se comenzó a construir la Gran Muralla en el 215 aC.
Este emperador unificó China, abriendo profundas reformas, se formó
una nueva concepción del estado basado en el derecho civil,
predominando sobre el militar. La barbarie de la ley talión quedó
abolida, pero se evolucionó hacia un claro absolutismo (como ejemplo
la susodicha quema de libros), acompañado de un clero que, mediante
la astrología, dirigiría la política real. A la muerte de Qin sus
generales guerrearon entre sí por el poder hasta que ocho años
después apareció como clara vencedora la familia de los Han,
proveniente del sur, en 206 aC. Fue muy breve la dinastía Qin, pero
marcó un sistema imperial para dos milenios.
Con
la dinastía Han, considerada una de las más liberales, China se
abrió al mundo no sólo por tierra con la ruta de la seda, también
por mar al conquistar el reino de Cantón (III aC). A lo que sucedió
grandes evoluciones económicas en el mar de China. Estableciendo
nuevos puertos o bahías donde un siglo después comenzarían a ser
costumbre la abundancia de naves comerciales egipcias. Fue el
emperador Wu (156 aC -87 aC), al extender sus territorios con nuevas
conquistas, quien hizo posible la ruta de la seda. Mejor dicho: las
rutas de la seda, porque eran muchas y algunas marítimas. Nos
acercamos a un siglo I aC. fundamental en la Historia, donde la
Mesopotamia helénica perdió hegemonía mientras que un imperio y
una república (China y Roma) terminarían formando los grandes polos
de la primera economía mundial de la Historia, la comercial,
quedando Egipto como nexo de unión entre ambas. Ya se abarcaba por
mar y de forma habitual a todo el mundo conocido (continente
euroasiático y norte de África).
Así
cuando las tropas del imperio romano cruzaron el río Eufrates para
conquistar Parthia quedaron maravillados ante el tacto de la seda
china, por lo que la ruta de la seda terminó llegando a Roma. China
vivía entonces un periodo de esplendor, prácticamente igual y al
mismo tiempo que en la floreciente Roma. Pero en el siglo I aC
irrumpió una grave crisis económica y mundial (Occidente y Oriente) acompañada de graves
revueltas sociales. Los poderes máximos del momento, chinos y romanos, temblaron y, aunque de formas diferentes, mismo fue el resultado: la autocracia y
la fuerza sustituyeron al derecho.
.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,
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