domingo, 6 de noviembre de 2016

Tú eres Pedro Sánchez


«Tú eres Pedro Sánchez,
y sobre esta circunstancia edificaré mi asamblea democrática;
y las puertas de la oligarquía no prevalecerán contra ella
».
(El censo electoral socialista)

Soy agnóstico, de una cultura llamada cristiana, quizás por ello me he permitido parafrasear la siguiente cita de la Biblia donde se basan las iglesias cristianas: «Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi ekklesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella» (Mateo 16:18). Y además suponiendo que la cita imaginaria es requerida por el censo electoral socialista, porque de él necesito escribir. En el anterior post no quería escribir de política, pero debía hacerlo. Ahora, sin embargo, sí quiero. Porque me siento muy indignado con la actual oligarquía del PSOE. Y creo que puedo explicarlo con la suficiente coherencia democrática, añadiendo las actuales circunstancias favorables de un ciudadano que parece honesto y deseoso de justicia política, Pedro Sánchez, el último secretario general del partido socialista.

Por mi parte individual sólo soy un puñado de células eucariotas que han tenido la fortuna de formar una conciencia ciudadana. Así puedo contemplarme dentro de grandes seres colectivos que pretenden ser civilizados y capaces de formar personalidades conscientes, como la ciudadanía española. Coloquialmente podría decir que entiendo a la democracia como el fin u objetivo de la ciudadanía... hasta el siglo pasado.  Ahora interpreto una aceleración evolutiva en el progreso de la política donde la democracia pasa de ser un fin a convertirse en un medio para lograr un fin: las personalidades colectivas conscientes (por lo tanto inteligentes). Y ello no será posible sin la participación, mejor dicho, sin una mayor participación de los inscritos en cualquier censo democrático (afiliados con voz y voto).

Por supuesto que todos no pueden decidir en todo; todas las acciones de gobierno de un país como España no pueden ser decididas por el voto de todos los españoles (o de los que quieran ir a votar). ¿Se imaginan necesitar cambiar el mobiliario de un ministerio?, ¿cuántos muebles, precios y colores hay que mostrarle a la ciudadanía para que elija uno?, sería un caos. En todo no puede decidir la ciudadanía, pero SÍ, siempre, en las cuestiones extraordinarias y fundamentales para el país, como reformar su Constitución. No se trata pues de cambiar la democracia representativa por una democracia directa, sino de obtener una democracia representativa justa; esto es, representar fielmente a la ciudadanía y sólo decidir por ella cuando ésta no pueda manifestar su deseo mayoritario, o cuando la decisión sea menor y no merezca la pena movilizar electoralmente a todo el país para decidir.

Hay que reformar las leyes para lograr una democracia representativa justa, y si fuera necesario establecer una democracia mixta o, al menos, con las suficientes intervenciones del voto directo de la generalidad ciudadana. Porque las oligarquías políticas se han preocupado de escribir la letra pequeña en las Constituciones o de escribir en las leyes derivadas de ellas para que unos pocos puedan decidir por todos y llamarse democracia. Así dos ciudadanos pudieron reunirse en un despacho y reformar la Constitución de nuestro país sin contar con nadie más, resultando legal y no pudiéndose actuar judicialmente contra ellos (gracias a las leyes creadas por los oligarcas y consideradas «democráticas»). Sencillamente es una tremenda realidad, dos ciudadanos pisoteando los derechos soberanos de casi cincuenta millones de ciudadanos; mientras, al respecto, la justicia permaneciendo con las manos atadas.

A esto los oligarcas lo llaman «democracia representativa», pero no lo es, más bien resulta una «democracia representativa radical», justo en el límite entre la democracia y la tiranía de unos pocos. Porque si fuera una democracia representativa y los representantes tuvieran ocasión de preguntar a sus representados en vez de elegir ellos mismos: eso harían (plenamente lógico, sin poderse rebatir desde un contexto democrático). Pero no lo hacen, es más, huyen de hacerlo y tienen miedo de preguntar (con votos) a sus representados, no quedándoles más remedio que actuar como tutores con patria potestad sobre los ciudadanos o afiliados. Esto no es representar democráticamente, no es democracia representativa, es un abuso de los representantes, una mala interpretación de la democracia representativa. Y claro que es legal, bajo estas leyes, pero no lo sería si las leyes fueran más democráticas. Necesitamos mayor calidad democrática en nuestras leyes para que las voluntades mayoritarias en las asociaciones políticas, incluida España, no sean ignoradas, silenciadas o manipuladas.

No se trata de cambiar la democracia representativa por la democracia directa, porque en realidad o en la praxis no pueden vivir una sin la otra. Hasta en la democracia representativa más radical (como la española) se necesita nombrar o elegir a representantes, y esto sólo se consigue con el voto directo (ejercicio de democracia directa). Por otra parte, ya en la Antigua Atenas, claro exponente de la democracia directa, necesitaban nombrar jueces y generales como representantes de la Ekklesia (asamblea democrática ateniense). Ejemplo y dato curioso ocurrió con el ciudadano Pericles, elegido strategos (general) muchos años consecutivos, dirigiendo la política y las acciones militares en las guerras donde intervino Atenas (posiblemente Pericles sea el representante más importante que ha tenido la democracia en la Historia, y curiosamente en una democracia directa). Así me parece adecuado que una democracia mixta (sabia mezcla de directa con representativa) fuera la fórmula idónea para que gobernasen fielmente las voluntades mayoritarias y, al mismo tiempo, formaran una personalidad inteligente del colectivo votante o ciudadano.

Pues bien, si es cierto lo que persigo como ciudadano, las personalidades colectivas e inteligentes, aún por venir, forman o formarían parte del curso evolutivo e histórico de la democracia. Y muy posiblemente, en esta actualidad europea y humana, se esté iniciando el siguiente paso importante e histórico de la Democracia. Ante esta nueva época de la política: el socialismo no puede entrar con oligarquías y dando la espalda al censo socialista, silenciando sus votos y anulando la generalidad. Así no entrará y el socialismo quedará atrás, en la historia pasada, sólo para estudiantes y curiosos. Dejará los primeros planos de la actualidad política a nuevas ideologías ya formadas o formándose. A no ser que renazca su asamblea general (ekklesia) y con ella el «socialismo participativo». Y es aquí donde Pedro Sánchez queda, por las circunstancias (unas voluntarias y otras azarosas), como mejor representante posible del socialismo participativo en estos momentos. Su búsqueda del voto general, o mayoritario del censo de afiliados al PSOE, no debe acabar, sino continuar hasta desmontar la estructura oligarca, asegurando (reformando estatutos) que todas las decisiones relevantes como partido socialista será tomada por el voto mayoritario de los afiliados, sin excepciones.


La ekklesia socialista, la asamblea general de los socialistas es llamada dentro del PSOE como «Congreso Federal». Este congreso está formado por delegados, no por todos los afiliados, pero donde... «el voto individual, directo y secreto de los y las militantes del PSOE eligen al Secretario General» (Estatutos Federales). No podría ser de otra manera, la ley establece que una asociación, para ser considerada democrática, su máximo órgano o poder debe recaer en el conjunto de los afiliados o censados. Estableciendo el nombre de «asamblea general» para esta figura, aunque después cada asociación la llame como quiera, «congreso», «reunión», «círculo», etc. Por ello cuando votan todos los socialistas resulta su asamblea general y lo más legítimo y poderoso que existe en el PSOE. Y esta asamblea general socialista (Congreso Federal, esta vez no sólo con los votos de los delegados, sino votando todo el censo) puede renacer más fuerte e inmune a las decisiones de los oligarcas. Porque el derecho al sufragio activo y a la participación de todos los afiliados en los procesos electorales internos y externos (recogido en los estatutos del PSOE): ha sido «violado», silenciado, ninguneado y despreciado. Corresponde ser reparado, mejorado, sellado y cerrado para que nunca más vuelva a ocurrir.

Siendo esta labor ideal o idónea para Pedro Sánchez, porque goza de uno de los mejores puestos de salida para recuperar la generalidad del voto obrero, socialista y español. El peso de su trabajo en la defensa del conjunto y sus mayorías (por supuesto o también el derecho de las minorías), habiendo nutrida teoría sobre la participación, junto a su notable oratoria, pueden obtener muchos beneficios para el interés general socialista en España (la esencia de los Estatutos y del Partido se basa en el voto mayoritario del censo socialista o del PSOE, todo lo demás puede reformarse; y de hecho los oligarcas lo han reformado para que la esencia democrática del PSOE, la "gente socialista", aparezca lo menos posible).

Bien es cierto que Pedro se enfrentará a medios poderosos, donde los oligarcas del PSOE sólo representan una parte, completada por los oligarcas económicos (de la economía privada) y su potencial informativo y propagandístico. Aún así, casa del pueblo tras casa del pueblo («coger el coche") y tuit a tuit (apoyo internáuta) pueden conseguir la victoria de la mayoría socialista frente a los oligarcas «socialistas», y dejarlos sin poder dentro del partido. Que por fin el PSOE actúe de acuerdo con el voto mayoritario que generan los socialistas españoles, esta vez mejor organizados como asociación política y democrática.

Si los oligarcas «socialistas» piden pedagogía, corresponde a los defensores de la democracia la tarea ingrata de aplicarles pedagogía donde más les duele, en la democracia representativa. Los oligarcas no son tutores de voto, ni virreyes, ni siquiera barones, son representantes obligados de conocer a quiénes representan y a saber qué quieren sus representados. Sin embargo, la actual Gestora del PSOE (oligarca) decide que la posibilidad (la terrible posibilidad para la mayoría española, que no votó al PP) del gobierno de Rajoy se haga realidad. Y ante decisiones cruciales para todos, que elijan sólo unos pocos, sobre todo en contra o presuntamente en contra del sentido común de la mayoría, resulta una traición a la democracia representativa. Los representantes no deciden, se informan qué deciden sus representados y articulan sus cargos públicos para que dicha elección o decisión se cumpla en la realidad. No hay vuelta de hoja, democracia u oligarquía (quedando la democracia representativa en la zona de la democracia, no en la zona de la oligarquía).

Pedro Sánchez puede explicarlo mejor que yo. Y aunque muchos medios de masas no quieran poner el micrófono, muchos de nosotros los ciudadanos democráticos pondremos el oído o la mirada lectora es sus tuits y en su blog. Ánimo, Pedro, igual que la ekklesia de Atenas necesitó a Pericles para ser más grande, el censo socialista de España o del PSOE te necesita para recuperar y mantener el poder legítimo de su voto.

Gracias.







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