Medio siglo y contando
En plena confianza voy a escribir un cuento particular donde no necesitaremos ficción porque ocurrió en la realidad. Sin embargo requeriremos imaginación, indispensable para leer cualquier relato. Propongo imaginar una historia real para celebrar y motivar a la igualdad entre escritores, escritoras, lectores y lectoras. Muchos siglos han sido necesarios para disfrutar de esta presunta Igualdad entre mujeres y hombres, al menos en la historia llamada Occidental. Presunta igualdad porque todavía queda mucho por hacer. Podríamos hablar de una igualdad oficial o legal, junto con el voto de la mujer, conseguido a finales de siglo XIX en Nueva Zelanda y Australia, pero en Europa (en gran parte) se necesitó un bien entrado siglo XX para que la mujer comenzara a sentirse independiente. El relato debe llegar, pasar o nacer por allí, en la Nueva Zelanda de 1893, e ir enlazando datos históricos. Porque dicen que para un cuento es necesario una trama y para una trama, personajes. Habrá que entramar o enlazar a alguien, al menos algo, sugerente y surgido en aquella época entre siglos. Convocamos un dato real, histórico y contundente. Apareciendo un objeto como sujeto protagonista de la trama, pretendiendo ser el héroe del cuento y viajar por la historia hasta la Ítaca presente. No queda otra, presentamos el reloj de muñeca (o reloj de pulsera).