jueves, 1 de febrero de 2018

Única

Única
Entre miles de millones de únicas

Este blog es para escribir sobre breves ensayos y breves ficciones. El formato “post” incluye la brevedad por la propia definición de esta particular tecnología virtual al servicio de textos, fotografías, videos o de mezclas entre ellos. Pero no se impide que post a post pueda formarse una obra extensa. De heho todo blog que publique periódicamente se convierte a lo largo de pocos años en un gran libro o en varios. Este blog, El Albumcito Hablador, ha sido concreto con un pequeño libro titulado Historia de la ciudadanía democrática. Publicado y dirigido para todo el que pueda leer y entender. Pero no soy perfecto escribiendo para la mente colectiva de todos los que sabemos leer; y algo de mi personalidad o privacidad se cuela. Pero sigue sin poder ser, en definitiva se puede hablar de todo, y este blog aspira a ello. Cuantas menos normas mejor. Llegando un momento donde este albumcito demanda una historia sobre mi persona. Albumcito con buena suerte, porque he vivido una nueva historia que puedo relatar sobre mi privacidad, única e irrepetible, como la suya, querida lectura. Porque una nueva historia, tarde o temprano, abrirá un nuevo mundo.




De esta historia que me dispongo a relatar puedo decir que comenzó o se aceleró en un tuit publicado en la segunda mitad del año pasado. En él se anunciaba las distintas ciudades y fechas donde una famosa escritora iba a firmar libros. Tres palabras quedaron grabados en mi memoria de aquel tuit: “Málaga, veintiséis, enero”. Al leerlo pensé un instante y supe que sí. Supe que aquella vez iba a conocer en persona a Mara Torres. Tenía casi tres meses por delante que parecían aguardar tranquilos la llegada de mis nervios o timidez conforme se fuera acercando la cita. Sin embargo otros nuevos mundos que no llegué a presentir también aguardaron. Apareciendo momentos con duras sorpresas existenciales que resultaron como terremotos entre mis sentimientos, emociones, raciocinios e ignorancias. Hasta mi poderoso agnosticismo tambaleó. No por el hecho de sentir un infierno, más bien por no saber encontrar el paraíso adecuado al que dirigirme.


He necesitado dirigirme a Dios o a su posibilidad para pedir un buen trato para la mente/alma de mi madre, por si más allá de la muerte mi madre tuviera que ir, o haber ido, el trece de diciembre del año pasado, fecha de su fallecimiento físico... No sé, hay mucho que no sé, pero razono e intento saber. Aunque, como en esta ocasión, razone hacia callejones sin salida donde grandes tristezas hacen que pierda mi interés por esta vida mortal. Pero lo interesante no desaparece del todo porque hay otros caminos a razonar. Por ejemplo la Programación de la vida que llevamos en nuestros genes todos los seres vivos, que razonando con los datos públicos obtenidos resulta algo muy inteligente. Durante miles de millones de años esta Programación se ha enfrentado a tremendas fuerzas estelares, interplanetarias y planetarias que han extinguido a muchas de sus especies y vías evolutivas. Pero ningún cambio, por rápido y profundo que fuera, pudo vencer a la programación de la Vida. Y continúa replicándose con una longevidad tremenda, casi la misma edad de este planeta, como si fuera buscando la inmortalidad. No es que la Vida tuviera que considerarse una ley o fuerza más del Universo, simplemente lo es, y más para nosotros los humanos que miramos desde dentro.


Por ello es posible imaginar o “apostar” por un fundamento creador como origen de la Vida, incluso en algunos de sus cambios o mutaciones cruciales. Entonces, Razón, si hay un programa inteligente y efectivo: por qué no ha de haber un programador inteligente. Sí, puede resultar razonablemente fácil imaginar un fundamento inteligente en el Origen de la vida. Pero la cosa se complica cuando, empujados por la vida o la muerte de seres queridos, hay que imaginar un fundamento creador, continuador o transformador de la vida más allá de las muertes individuales. Así como agnóstico veo dos vías para ser deísta, hallando dos posibles universos teóricos para la Divinidad. Uno estuvo al inicio de nuestra vida común y el otro está, o es posible que esté, más allá de nuestras muertes individuales. Quizás sólo exista uno de los dos, o los dos, o ninguno, no sé. Pero una pregunta me ofrece esperanza... ¿Por qué “sacrificar” o “desperdiciar” tantas miles de millones de mentes/almas únicas e irrepetibles?, ¿por qué dejar que la nada se las lleve?.. Reflexionar la muerte de un ser muy querido es tremendo, más difícil que reflexionar después de la propia.


Tengo que aceptarlo, mis cimientos existenciales han tambaleado con la muerte de mi madre. Y algo más de un mes después, el pasado 22 de enero, falleció su hermano, mi tío. El concepto de la muerte me ha llamado, ha sido duro, pero esta vez he respondido con una cuestión nueva. No quién soy yo, sino quiénes son mis seres queridos. ¿Quién es mi madre?, ¿un ser mortal y ya está?, ¿con esto sólo se puede explicar? ¿Qué es la mortalidad? Si en el Universo nada se crea ni se destruye: cómo pueden destruirse las vidas personales... Soy un ignorante, es lo único que puedo aceptar o acertar como verdadero, todo lo demás es relativo o posible. Y sé que soy un ignorante porque razono, si no supiera que soy un ignorante posiblemente sería más fácil. Razonar a veces duele y mis razonamientos sobre antes y después de la vida se pierden en caminos sin salida. Dejando a mis sentimientos baldíos, como si fueran inútiles, incapaces de hallar un resultado satisfactorio. ¿Acaso la belleza sólo se haya en lo efímero o mortal?


Al menos hay momentos vividos que no son tan amargos. El domingo diez de diciembre mi madre amaneció, junto a mí, en una habitación nueva de la sexta planta del Hospital Clínico de Málaga. Las vistas eran magníficas. Tomé su mano, hablé con ella sin que aparentemente pudiera escucharme, y a veces miraba el paso de las grandes nubes. Entonces puse un cojín sobre la mesita y encima abrí la novela que tenía pendiente de leer antes del 26 de enero. Tomé la mamo de mi madre y comencé a leer la novela, pasando las hojas con la otra mano. Entre página y página miraba a mi madre y a veces a la ventana con las nubes lejanas que pasaban. Sentí un momento extraño, pero a la vez tranquilo y sosegado, seguía siendo un ignorante, pero algo fluía, quizás sólo era el tiempo.


Así comencé a leer “Los días felices”, con mi madre, muy posiblemente, en sus últimos días. No pude seguir leyendo a las pocas páginas, pero siempre agradeceré a esta novela que actuara como atajo a lo inevitable, el encuentro de mi mente/alma con aquella nueva realidad. Comencé a entender más, mi madre no estaba muriendo a mi lado, mi madre estaba viviendo a mi lado, y su mano viva estaba en contacto con mi mano viva. Era un momento importante en mi existencia y traté de emanar su trascendencia. Convoqué a todos mis recursos mentales y con la máxima inteligencia a mi alcance miré a la muerte preguntando qué o quién se iba a llevar a mi madre. ¿Dónde iba a ir la mente/alma de mi madre? ¿A la Nada? A la Nada era imposible, mi madre ha existido, reído, llorado, trabajado, disfrutado, ha vivido tanto que jamás podrá ser de la Nada.


No desafiaba a la muerte, ni al ateísmo, ni al agnosticismo, me estaba desafiando a mí mismo. Hallar el sentido de la vida, otorgar una razón poderosa a la existencia humana aún sin entender a la muerte, pero servir a mi madre de la mejor manera. Tratar de hallar la puerta mágica a la que llamar para pedir que fuera bien recibida allá donde fuera, si iba a algún lado. Era mi madre, por ningún otro ser humano, ni siquiera por mi mismo, estaba dispuesto a dar tanto... Muy posiblemente digo esto porque no tengo hijos. Aquella habitación, mi madre, nuestras manos unidas, una novela abierta, una mañana con cielos magníficos tras la ventana y mi mente tratando u osando en expandir sus dominios. Durante largos minutos tuve una sensación satisfactoria, estaba donde tenía que estar pensando lo que tenía que pensar hasta que... Comenzaron a llegar familiares para visitar a mi madre. El momento que viví a solas con mi madre no fue amargo. Quizás duró una hora o dos, pero fue quedando atrás y vinieron o se precipitaron momentos amargos. Desde entonces no he podido leer más allá de tres páginas de ningún libro o pantalla. Y sólo he escrito un breve post sentimental en honor a mi madre. No he escrito nada más.


Sin embargo veo que estoy escribiendo bastante en este post. Leo lo escrito hasta aquí y me apetece escribir más. Para traducir con las palabras adecuadas a los difíciles pensamientos que razono y a los nuevos sentimientos que pienso. Algo así debe ser escribir, y leer parece casi igual, sólo que a veces se produce mayor emoción o desahogo. Podría producir angustia no encontrar las palabras adecuadas para traducir o expresar lo que uno siente o razona. Y cuando por fin uno halla esas frases, aunque sea en la boca o pluma de otros, se alegra del encuentro con las palabras adecuadas. Así he llegado a este 26 de enero y he conocido a Mara en persona, me ha dedicado y firmado su libro. Podía haber ido sólo o acompañado, al final decidí llevar a mi joven sobrino de dieciocho años, por eso de acostumbrar a la nueva juventud a actos culturales (y para que me hiciera fotos junto a Mara). Y ah, afortunado albumcito, ¡tengo fotos!


Estas imágenes no imaginarias u off line casi comenzaron en aquel tuit que anunció la visita a Málaga el 26 de enero, pero en el mundo on line comenzaron mucho antes, hace más de diez años. Cuando unas ondas de radio llegaron a mi coche mientras conducía hacia Madrid. Ocurrió que pasado Antequera la aguja de la temperatura del radiador se disparó. Aparqué en un espacioso arcén junto a unos olivares y paré el motor para que se enfriara. Al instante sólo se escuchó la radio y centré mi atención en ella mientras esperaba. Era la voz de Mara Torres, pero yo no lo sabía, lo supe mucho después hilando acontecimientos sin parecidos aparentes. Ni siquiera me interesé por el programa, simplemente escuchaba la radio mientras esperaba. Y posiblemente lo hubiera olvidado si mi subconsciente no lo hubiera asociado a otro hecho. Porque al rato salí del coche y me encontré de sopetón ante una noche de verano en mitad del campo. Las únicas luces eran las estrellas porque no había luna. Con cuidado me tendí sobre el capó delantero del coche con la cabeza apoyada en el parabrisas y contemplé el cielo.

Al poco tiempo creí estar ante la ventana de una nave espacial, como si fuera en el pabellón de proa y un mar de estrellas y galaxias se abrieran a la embarcación. Parecía estar en primera fila ante un movimiento magnífico, el Universo. A mi lado el silencio de los olivos y una voz lejana tras el cristal. Luces estelares, aroma de olivas y ondas de la radio. Si hubiera tenido a mi novia de entonces a mi lado hubiera imaginado sentirme en la proa de un titanic galáctico. Precisamente aquel viaje y la breve parada no prevista ocurrieron durante una mudanza a Madrid para convivir allí con mi entonces novia. La singular parada y el momento vivido quedaron ahí, en el viaje. Sólo a veces me imaginaba viendo estrellas con los ojos y los reojos, por todas partes de mi mirada. Resultando una sensación extraordinaria que quería volver a repetir cada vez que recordaba aquel momento.


Incluso llegué a dibujar, en el calendario colgado en mi cocina, una estrella debajo de los días sin luna. Pero nunca cogí el coche esas noches para buscar un campo sin luces artificiales. El caso fue que me hice madrileño y aquello tuvo sus claros y oscuros. Bueno, oscuro sólo uno, resultando un periodo donde la relación no avanzaba en Madrid como antes lo hacía en Málaga. Al final llegó la separación y mi retorno a Málaga. Y en ese nuevo periodo de mi vida, después de mi adaptación a Madrid, precisamente en Málaga iba a encontrar algo que me gustaba y que nacía en Madrid, La 2 Noticias y su blog. Me reencontré con la voz de Mara, sólo faltaban las estrellas. Y al menos de una manera imaginaria o virtual no tardaron en acudir.

También se abrieron puertas hacia otros blogs interesantes de esa casa de todos los españoles llamada RTVE. Corría el año 2007. Y puedo decir que la parte internáutica de mi personalidad, aunque nació en un chat de filosofía, comenzó a ser adulta en el blog de La 2 Noticias y sus aledaños virtuales. El mérito, de haberlo habido, lo repartiría entre dos y valga la redundancia matemática, uno para el equipo de #La2N con Mara Torres a la cabeza, porque realizaban el informativo y editaban los posts; y otro para los compañeros que en ellos comentábamos. Y si dentro de miles de años la arqueología digital llegase hasta aquí: invito a que busquen aquellos posts y sus comentarios como lectura interesante donde, sólo con cribar un poco, destacaría la participación inteligente y con arte. En cierta manera estaba naciendo una nueva época de la Información donde los espectadores inter actuaban en tiempo real con las noticias a través de internet.


Un grupo de gente concreta de aquel blog de La 2 Noticias proseguimos en la vida virtual, real y/o imaginaria. Muchos, después de extinguirse o congelarse el blog, iniciamos trayectos en Facebook y más tarde en Twitter. Este último es el único medio o red social que utilizo ahora como espectador televisivo de este, para mí, mejor informativo de la tele. Resulta toda una experiencia, permanecer callado pero estar tuiteando las noticias de #La2N en tiempo real. Sí, con La 2 Noticias he aprendido a permanecer callado y a la vez estar opinando, a que mi mente actuara utilizando las manos y dedos en vez de la garganta o boca. Como hacen los pintores, los escultores, los fotógrafos, muchos otros y, obviamente, los escritores, de ficción o no. Así mi convicción en leer y escribir. Unas veces leyendo para escribir, algunas escribiendo para leer, y muchas veces leyendo porque sí o por qué no.

No sólo es cuestión de dedos y manos, fundamentalmente el oído y la visión, y también el tacto o el sabor, son requeridos para escribir y para una buena lectura. Cuando leí la primera novela de Mara Torres, “La vida imaginaria”, de alguna manera veía o quería ver, al menos, una leve influencia o aportación e inter actuación de aquellos tiempos o experiencias vividas en el blog de la 2 Noticias. Pero ante todo es literatura, arte y teoría, como su nueva novela “Los días felices”. El amor y sus versiones, la vida y sus momentos especiales. Instantes que duran segundos o minutos que después vivirán horas y días al ser recordados a lo largo de toda una vida. Todos tenemos recuerdos de estos, sobre todo relacionados con el amor de pareja. La realidad supera a la ficción, pero todo relato de ficción, imaginado o imaginario, forma nexo literario entre todos los que vivieron hechos parecidos pero reales. Y si además son servidos con arte surgen novelas como “La vida imaginaria” y “Los días felices”. Esta última no terminada de leer y todavía viajando por ella y sus caminos entrelazados de personajes únicos e irrepetibles, de ficción que, en algunos de sus momentos, son copiados de la realidad desconocida por simple coincidencia humana.

Crear imaginariamente una escena romántica es muy parecido a recordar una escena romántica ocurrida en la realidad. En ambos casos no ocurre o ya no ocurre, pasó o nunca pasó, pero ya no está y sólo puede recrearse dentro de la mente... Y compartirse si se hallan las palabras adecuadas. Mara Torres tiene ese don de saber escribir las palabras adecuadas entre las historias comunes de cualquier ciudad. Historias únicas e irrepetibles donde el lector desarrolla empatía o lo identifica y asemeja con momentos propios vividos. Ahora soy lector de una novela y en un descanso escribo este post. He vuelto a escribir, sólo me falta volver a leer, “Los días felices” me esperan. Pero... ¿Qué nació primero: la escritura o la lectura? Cómo escribir una palabra con significado sin antes pensarse o leerse con la mente racional. De alguna manera crear nuevos significados supone crear nuevas palabras que puedan ser explicadas con palabras o significados anteriores. Un mundo nuevo no puede venir sin uno anterior, conozcamos mejor a nuestro mundo para que un mundo mejor aparezca, como diría uno de mis maestros.


En definitiva la inmortalidad y la mortalidad existen porque existe el tiempo. Y acabo mientras sigo en mis aventuras racionales. ¿Hay tiempo tras la muerte? Al menos muchos han muerto y el tiempo sigue corriendo. ¿El tiempo se puede repartir?, ¿somos tiempo?, ¿hay tiempo para más espacios?, ¿hay espacio para más tiempos?, ¿un espacio por cada tiempo o viceversa?, ¿sólo hay un espacio/tiempo?... Al menos mi ignorancia no es absoluta y creo que este espacio/tiempo es único, repetible o no. Gracias, guardo y cierro ;-).

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