Única
Entre
miles de millones de únicas
Este
blog es para escribir sobre breves ensayos y breves ficciones. El
formato “post” incluye la brevedad por la propia definición de
esta particular tecnología virtual al servicio de textos,
fotografías, videos o de mezclas entre ellos. Pero no se impide que post a
post pueda formarse una obra extensa. De heho todo blog que publique
periódicamente se convierte a lo largo de pocos años en un gran
libro o en varios. Este blog, El Albumcito Hablador, ha sido concreto
con un pequeño libro titulado Historia de la ciudadanía democrática. Publicado y dirigido para todo el que pueda leer y
entender. Pero no soy perfecto escribiendo para la mente colectiva de
todos los que sabemos leer; y algo de mi personalidad o privacidad se
cuela. Pero sigue sin poder ser, en definitiva se puede hablar de
todo, y este blog aspira a ello. Cuantas menos normas mejor. Llegando
un momento donde este albumcito demanda una historia sobre mi persona.
Albumcito con buena suerte, porque he vivido una nueva historia que
puedo relatar sobre mi privacidad, única e irrepetible, como la
suya, querida lectura. Porque una nueva historia, tarde o temprano,
abrirá un nuevo mundo.
De
esta historia que me dispongo a relatar puedo decir que comenzó o se
aceleró en un tuit publicado en la segunda mitad del año pasado. En
él se anunciaba las distintas ciudades y fechas donde una famosa
escritora iba a firmar libros. Tres palabras quedaron grabados en mi
memoria de aquel tuit: “Málaga, veintiséis, enero”. Al leerlo
pensé un instante y supe que sí. Supe que aquella vez iba a conocer
en persona a Mara Torres. Tenía casi tres meses por delante que
parecían aguardar tranquilos la llegada de mis nervios o timidez
conforme se fuera acercando la cita. Sin embargo otros nuevos mundos
que no llegué a presentir también aguardaron. Apareciendo momentos
con duras sorpresas existenciales que resultaron como terremotos
entre mis sentimientos, emociones, raciocinios e ignorancias. Hasta
mi poderoso agnosticismo tambaleó. No por el hecho de sentir un
infierno, más bien por no saber encontrar el paraíso adecuado al
que dirigirme.
He
necesitado dirigirme a Dios o a su posibilidad para pedir un buen
trato para la mente/alma de mi madre, por si más allá de la muerte
mi madre tuviera que ir, o haber ido, el trece de diciembre del año
pasado, fecha de su fallecimiento físico... No sé, hay mucho que no
sé, pero razono e intento saber. Aunque, como en esta ocasión,
razone hacia callejones sin salida donde grandes tristezas hacen que
pierda mi interés por esta vida mortal. Pero lo interesante no
desaparece del todo porque hay otros caminos a razonar. Por ejemplo
la Programación de la vida que llevamos en nuestros genes todos los
seres vivos, que razonando con los datos públicos obtenidos resulta
algo muy inteligente. Durante miles de millones de años esta
Programación se ha enfrentado a tremendas fuerzas estelares,
interplanetarias y planetarias que han extinguido a muchas de sus
especies y vías evolutivas. Pero ningún cambio, por rápido y
profundo que fuera, pudo vencer a la programación de la Vida. Y
continúa replicándose con una longevidad tremenda, casi la misma
edad de este planeta, como si fuera buscando la inmortalidad. No es
que la Vida tuviera que considerarse una ley o fuerza más del
Universo, simplemente lo es, y más para nosotros los humanos que
miramos desde dentro.
Por
ello es posible imaginar o “apostar” por un fundamento creador
como origen de la Vida, incluso en algunos de sus cambios o
mutaciones cruciales. Entonces, Razón, si hay un programa
inteligente y efectivo: por qué no ha de haber un programador
inteligente. Sí, puede resultar razonablemente fácil imaginar un
fundamento inteligente en el Origen de la vida. Pero la cosa se
complica cuando, empujados por la vida o la muerte de seres queridos,
hay que imaginar un fundamento creador, continuador o transformador
de la vida más allá de las muertes individuales. Así como
agnóstico veo dos vías para ser deísta, hallando dos posibles
universos teóricos para la Divinidad. Uno estuvo al inicio de
nuestra vida común y el otro está, o es posible que esté, más
allá de nuestras muertes individuales. Quizás sólo exista uno de
los dos, o los dos, o ninguno, no sé. Pero una pregunta me ofrece
esperanza... ¿Por qué “sacrificar” o “desperdiciar” tantas
miles de millones de mentes/almas únicas e irrepetibles?, ¿por qué
dejar que la nada se las lleve?.. Reflexionar la muerte de un ser muy
querido es tremendo, más difícil que reflexionar después de la
propia.
Tengo
que aceptarlo, mis cimientos existenciales han tambaleado con la
muerte de mi madre. Y algo más de un mes después, el pasado 22 de
enero, falleció su hermano, mi tío. El concepto de la muerte me ha
llamado, ha sido duro, pero esta vez he respondido con una cuestión
nueva. No quién soy yo, sino quiénes son mis seres queridos. ¿Quién
es mi madre?, ¿un ser mortal y ya está?, ¿con esto sólo se puede
explicar? ¿Qué es la mortalidad? Si en el Universo nada se crea ni
se destruye: cómo pueden destruirse las vidas personales... Soy un
ignorante, es lo único que puedo aceptar o acertar como verdadero,
todo lo demás es relativo o posible. Y sé que soy un ignorante
porque razono, si no supiera que soy un ignorante posiblemente sería
más fácil. Razonar a veces duele y mis razonamientos sobre antes y
después de la vida se pierden en caminos sin salida. Dejando a mis
sentimientos baldíos, como si fueran inútiles, incapaces de hallar
un resultado satisfactorio. ¿Acaso la belleza sólo se haya en lo
efímero o mortal?
Al
menos hay momentos vividos que no son tan amargos. El domingo diez de
diciembre mi madre amaneció, junto a mí, en una habitación nueva
de la sexta planta del Hospital Clínico de Málaga. Las vistas eran
magníficas. Tomé su mano, hablé con ella sin que aparentemente
pudiera escucharme, y a veces miraba el paso de las grandes nubes.
Entonces puse un cojín sobre la mesita y encima abrí la novela que
tenía pendiente de leer antes del 26 de enero. Tomé la mamo de mi
madre y comencé a leer la novela, pasando las hojas con la otra
mano. Entre página y página miraba a mi madre y a veces a la
ventana con las nubes lejanas que pasaban. Sentí un momento extraño,
pero a la vez tranquilo y sosegado, seguía siendo un ignorante, pero
algo fluía, quizás sólo era el tiempo.
Así
comencé a leer “Los días felices”,
con mi madre, muy posiblemente, en sus últimos días. No pude seguir leyendo a las pocas páginas, pero
siempre agradeceré a esta novela que actuara como atajo a lo
inevitable, el encuentro de mi mente/alma con aquella nueva realidad. Comencé a entender más, mi madre no estaba muriendo a mi
lado, mi madre estaba viviendo a mi lado, y su mano viva estaba en
contacto con mi mano viva. Era un momento importante en mi existencia y traté de emanar su trascendencia. Convoqué a todos mis recursos mentales y
con la máxima inteligencia a mi alcance miré a la muerte preguntando
qué o quién se iba a llevar a mi madre. ¿Dónde iba a ir la
mente/alma de mi madre? ¿A la Nada? A la Nada era imposible, mi madre
ha existido, reído, llorado, trabajado, disfrutado, ha vivido tanto
que jamás podrá ser de la Nada.
No
desafiaba a la muerte, ni al ateísmo, ni al agnosticismo, me estaba
desafiando a mí mismo. Hallar el sentido de la vida, otorgar una
razón poderosa a la existencia humana aún sin entender a la muerte,
pero servir a mi madre de la mejor manera. Tratar de hallar la puerta
mágica a la que llamar para pedir que fuera bien recibida allá
donde fuera, si iba a algún lado. Era mi madre, por ningún otro ser
humano, ni siquiera por mi mismo, estaba dispuesto a dar tanto... Muy
posiblemente digo esto porque no tengo hijos. Aquella habitación, mi
madre, nuestras manos unidas, una novela abierta, una mañana con
cielos magníficos tras la ventana y mi mente tratando u osando en
expandir sus dominios. Durante largos minutos tuve una sensación
satisfactoria, estaba donde tenía que estar pensando lo que tenía que pensar hasta que... Comenzaron
a llegar familiares para visitar a mi madre. El momento que viví a
solas con mi madre no fue amargo. Quizás duró una hora o dos, pero
fue quedando atrás y vinieron o se precipitaron momentos amargos. Desde entonces no he
podido leer más allá de tres páginas de ningún libro o pantalla.
Y sólo he escrito un breve post sentimental en honor a mi madre. No
he escrito nada más.
Sin
embargo veo que estoy escribiendo bastante en este post. Leo lo
escrito hasta aquí y me apetece escribir más. Para traducir con las
palabras adecuadas a los difíciles pensamientos que razono y a los
nuevos sentimientos que pienso. Algo así debe ser escribir, y leer
parece casi igual, sólo que a veces se produce mayor emoción o
desahogo. Podría producir angustia no encontrar las palabras
adecuadas para traducir o expresar lo que uno siente o razona. Y
cuando por fin uno halla esas frases, aunque sea en la boca o pluma
de otros, se alegra del encuentro con las palabras adecuadas. Así he
llegado a este 26 de enero y he conocido a Mara en persona, me ha
dedicado y firmado su libro. Podía haber ido sólo o acompañado, al
final decidí llevar a mi joven sobrino de dieciocho años, por eso
de acostumbrar a la nueva juventud a actos culturales (y para que me
hiciera fotos junto a Mara). Y ah, afortunado albumcito, ¡tengo
fotos!
Estas
imágenes no imaginarias u off line casi comenzaron en aquel tuit que
anunció la visita a Málaga el 26 de enero, pero en el mundo on line
comenzaron mucho antes, hace más de diez años. Cuando unas ondas de
radio llegaron a mi coche mientras conducía hacia Madrid. Ocurrió que
pasado Antequera la aguja de la temperatura del radiador se disparó. Aparqué en un espacioso arcén junto a unos olivares y paré
el motor para que se enfriara. Al instante sólo se escuchó la radio
y centré mi atención en ella mientras esperaba. Era la voz de Mara
Torres, pero yo no lo sabía, lo supe mucho después hilando
acontecimientos sin parecidos aparentes. Ni siquiera me interesé por
el programa, simplemente escuchaba la radio mientras esperaba. Y
posiblemente lo hubiera olvidado si mi subconsciente no lo hubiera
asociado a otro hecho. Porque al rato salí del coche y me encontré
de sopetón ante una noche de verano en mitad del campo. Las únicas
luces eran las estrellas porque no había luna. Con cuidado me tendí
sobre el capó delantero del coche con la cabeza apoyada en el
parabrisas y contemplé el cielo.
Al
poco tiempo creí estar ante la ventana de una nave espacial, como si
fuera en el pabellón de proa y un mar de estrellas y galaxias se
abrieran a la embarcación. Parecía estar en primera fila ante un
movimiento magnífico, el Universo. A mi lado el silencio de los
olivos y una voz lejana tras el cristal. Luces estelares, aroma de
olivas y ondas de la radio. Si hubiera tenido a mi novia de entonces
a mi lado hubiera imaginado sentirme en la proa de un titanic
galáctico. Precisamente aquel viaje y la breve parada no prevista
ocurrieron durante una mudanza a Madrid para convivir allí con mi
entonces novia. La singular parada y el momento vivido quedaron ahí,
en el viaje. Sólo a veces me imaginaba viendo estrellas con
los ojos y los reojos, por todas partes de mi mirada. Resultando una
sensación extraordinaria que quería volver a repetir cada vez que
recordaba aquel momento.
Incluso
llegué a dibujar, en el calendario colgado en mi cocina, una
estrella debajo de los días sin luna. Pero nunca cogí el coche esas
noches para buscar un campo sin luces artificiales. El caso fue que
me hice madrileño y aquello tuvo sus claros y oscuros. Bueno, oscuro
sólo uno, resultando un periodo donde la relación no avanzaba en
Madrid como antes lo hacía en Málaga. Al final llegó la separación
y mi retorno a Málaga. Y en ese nuevo periodo de mi vida, después
de mi adaptación a Madrid, precisamente en Málaga iba a
encontrar algo que me gustaba y que nacía en Madrid, La 2 Noticias y
su blog. Me reencontré con la voz de Mara, sólo faltaban las
estrellas. Y al menos de una manera imaginaria o virtual no tardaron
en acudir.
También
se abrieron puertas hacia otros blogs interesantes de esa casa de
todos los españoles llamada RTVE. Corría el año 2007. Y puedo
decir que la parte internáutica de mi personalidad, aunque nació en
un chat de filosofía, comenzó a ser adulta en el blog de La 2
Noticias y sus aledaños virtuales. El mérito, de haberlo habido, lo
repartiría entre dos y valga la redundancia matemática, uno para el
equipo de #La2N con Mara Torres a la cabeza, porque realizaban el
informativo y editaban los posts; y otro para los compañeros que en
ellos comentábamos. Y si dentro de miles de años la arqueología
digital llegase hasta aquí: invito a que busquen aquellos posts y
sus comentarios como lectura interesante donde, sólo con cribar un
poco, destacaría la participación inteligente y con arte. En cierta
manera estaba naciendo una nueva época de la Información donde los
espectadores inter actuaban en tiempo real con las noticias a través
de internet.
Un
grupo de gente concreta de aquel blog de La 2 Noticias proseguimos en
la vida virtual, real y/o imaginaria. Muchos, después de extinguirse
o congelarse el blog, iniciamos trayectos en Facebook y más tarde en
Twitter. Este último es el único medio o red social que utilizo
ahora como espectador televisivo de este, para mí, mejor informativo
de la tele. Resulta toda una experiencia, permanecer callado pero
estar tuiteando las noticias de #La2N en tiempo real. Sí, con La 2
Noticias he aprendido a permanecer callado y a la vez estar opinando,
a que mi mente actuara utilizando las manos y dedos en vez de la
garganta o boca. Como hacen los pintores, los escultores, los
fotógrafos, muchos otros y, obviamente, los escritores, de ficción
o no. Así mi convicción en leer y escribir. Unas veces leyendo para
escribir, algunas escribiendo para leer, y muchas veces leyendo
porque sí o por qué no.
No
sólo es cuestión de dedos y manos, fundamentalmente el oído y la
visión, y también el tacto o el sabor, son requeridos para escribir
y para una buena lectura. Cuando leí la primera novela de Mara
Torres, “La vida imaginaria”, de alguna manera veía o quería
ver, al menos, una leve influencia o aportación e inter actuación
de aquellos tiempos o experiencias vividas en el blog de la 2
Noticias. Pero ante todo es literatura, arte y teoría, como su nueva
novela “Los días felices”. El amor y sus versiones, la vida y
sus momentos especiales. Instantes que duran segundos o minutos que
después vivirán horas y días al ser recordados a lo largo de toda
una vida. Todos tenemos recuerdos de estos, sobre todo relacionados
con el amor de pareja. La realidad supera a la ficción, pero todo
relato de ficción, imaginado o imaginario, forma nexo literario
entre todos los que vivieron hechos parecidos pero reales. Y si
además son servidos con arte surgen novelas como “La vida
imaginaria” y “Los días felices”. Esta última no terminada de
leer y todavía viajando por ella y sus caminos entrelazados de
personajes únicos e irrepetibles, de ficción que, en algunos de sus
momentos, son copiados de la realidad desconocida por simple
coincidencia humana.
Crear
imaginariamente una escena romántica es muy parecido a recordar una
escena romántica ocurrida en la realidad. En ambos casos no ocurre o
ya no ocurre, pasó o nunca pasó, pero ya no está y sólo puede
recrearse dentro de la mente... Y compartirse si se hallan las
palabras adecuadas. Mara Torres tiene ese don de saber escribir las
palabras adecuadas entre las historias comunes de cualquier ciudad.
Historias únicas e irrepetibles donde el lector desarrolla empatía
o lo identifica y asemeja con momentos propios vividos. Ahora soy
lector de una novela y en un descanso escribo este post. He vuelto a
escribir, sólo me falta volver a leer, “Los días felices” me
esperan. Pero... ¿Qué nació primero: la escritura o la lectura?
Cómo escribir una palabra con significado sin antes pensarse o
leerse con la mente racional. De alguna manera crear nuevos
significados supone crear nuevas palabras que puedan ser explicadas
con palabras o significados anteriores. Un mundo nuevo no puede venir
sin uno anterior, conozcamos mejor a nuestro mundo para que un mundo
mejor aparezca, como diría uno de mis maestros.
En
definitiva la inmortalidad y la mortalidad existen porque existe el
tiempo. Y acabo mientras sigo en mis aventuras racionales. ¿Hay tiempo
tras la muerte? Al menos muchos han muerto y el tiempo sigue
corriendo. ¿El tiempo se puede repartir?, ¿somos tiempo?, ¿hay
tiempo para más espacios?, ¿hay espacio para más tiempos?, ¿un
espacio por cada tiempo o viceversa?, ¿sólo hay un
espacio/tiempo?... Al menos mi ignorancia no es absoluta y creo que
este espacio/tiempo es único, repetible o no. Gracias, guardo y
cierro ;-).
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